Lo que tienen en común una persona indígena, un migrante, una persona con discapacidad y una persona homosexual, es que se le niegan los derechos y acceso a los servicios, son despreciados, excluidos y se les coloca en la periferia, por eso México no termina de ser clasista y racista, manifestó en su charla Amáranta Gómez Regalado, muxe transgénero mexicana, política, activista y antropóloga social, en el marco de la jornada de Diversidad Sexual en Durango.
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Señaló que en Durango y todo México, se debe invertir en la sociedad para que cambie el chip cultural, “eso que aprendimos debería desaprenderse, eso que llamamos natural o normal de las líneas discursivas deben ir cambiando”, incluso es necesario tener una visión más allá de la agenda LGBTTI, pensar en una dirección más inter-seccional.
La activista reconoció que hay resistencias naturales, y mucho de la discriminación se basa en los prejuicios, en lo que la gente supone, “en México la discriminación es estructural”, está en todas las esferas, desde las instituciones, desde las familias, los mercados, en muchos espacios, no es tan fácil zafarse de así, y el desarrollo de obras o inauguraciones, no son los únicos indicadores para medir que la sociedad está avanzando, o progresando.
Habló de prácticas discriminatorias, como en su momento “me reservo el derecho de admisión”, que se refería, a un asunto de clase, mientras algunos se sientan en el centro, a los demás por falta de información para exigir sus derechos, se sientan en la periferia, y en muchos casos vulnerar esos derechos de las personas, los lleva a que puedan sufrir depresión, u odien a otros grupos sociales.
“En términos de país, se profundizan las desigualdades sociales, no hay manera de que pensemos en la no discriminación, si no nos damos ese recorrido, lo estructural, asimetría y prácticas”, de no hacerlo será difícil cambiar el chip de cambio cultural, hasta hace 2 años, y es una pena decirlo, el país empezó a reconocer a la población afrodescendiente, no es posible que después de tantos años se estuviera negando a esas personas una nación.
Explicó “la migración nos está poniendo un quiebre, porque se pone a ese otro como fuente de todo mal”, y ese otro supone que nos viene a quitar oportunidades, cuando lo que se tiene que tener son sociedades con realidades más integradoras, incluyentes y respetuosas de la diferencia.
Puntualizó algunos datos publicados de la encuesta del 2017 del Conapred: como 6 de cada 10 personas considera que la riqueza está en pocas manos, que más divide a la sociedad son los partidos políticos y el acceso a la educación; 6 de cada 10, considera que los derechos de los indígenas, migrantes, homosexuales, se respetan poco o no se respetan en el país; 4 de cada 10 no estaría dispuesto a permitir que en su casa vivieran homosexuales; 3 de cada 10 afirman lo mismo en el caso de personas que viven con VIH y aun 3 de cada 10 mujeres piden permiso a su marido para decidir por quién votar.
La conferencia se realizó por el Instituto Duranguense de Acceso a la Información (IDAIP), como parte de las actividades de la jornada de Diversidad Sexual en Durango, en este caso para alumnos de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, en el domo de la institución, donde la activista recordó su anterior visita a Durango en el 2003, cuando estaba como candidata a diputada federal y destacó que desde entonces está pendiente la Ley de Identidad de Generó, que desde ese momento presentaba muchas resistencias.