/ martes 11 de julio de 2023

Para tortas… las de Kalimán, su historia a través del paladar

Con 64 años de vida, el famoso negocio “Tortas Kalimán” es un referente histórico para los duranguenses, mismo que a la fecha conserva sus sabores y la esencia del lugar

En 1959 el matrimonio conformado por Ermilio Gómez García y María del Carmen Pescador Fernández, decidieron llevar el concepto de tortas calientes a los comensales de Durango, pues en aquel tiempo todavía no se tenía esa variedad en la ciudad. Fue así como hace 64 años nació “Para tortas aquí”, mejor conocido por los duranguenses como “Tortas Kalimán”, por la pintura que existe de este singular superhéroe mexicano al interior del local.

Procedente de Mérida, Yucatán; el señor Ermilio Gómez, llegó hasta el norte del país y al enamorarse de una joven duranguense decidió establecerse en la ciudad de Durango, cuando Francisco González de la Vega era el gobernador constitucional del estado, y de esta manera traer parte de sus tradiciones culinarias.

Entrar al lugar, ubicado en la Avenida 20 de Noviembre a un costado de la venta de cachitos de la Lotería Nacional, es como viajar al pasado, con el piso forrado de pequeños mosaicos de colores en amarillo y negro ya desgastados por los años; la parrilla y mesa donde se preparan los alimentos que desde la entrada invaden el ambiente de un olor que trae muchos recuerdos.

Son muchas las generaciones de duranguenses que han pasado por las famosas Tortas Kalimán, cuyo menú, aunque ha integrado otros platillos típicos de la comida mexicana, no olvida esos sabores que los han hecho quedarse en el gusto de los clientes por más de seis décadas.

“Durango es una ciudad con muchas cosas arraigadas, valores, tradiciones y por lo mismo, cuando vienen personas que me dicen ‘yo vine aquí hace 40 años y quiero comerme una torta como la de antes’ y me dicen ‘es que están iguales, ¿cómo le hacen?’, nos provoca mucha satisfacción, que estamos haciendo las cosas bien y que no estamos cambiando absolutamente nada”, comentó Jesús Othón Sauceda Gómez, nieto de Ermilio y María del Carmen, quien actualmente se hace cargo del negocio y mantiene la tradición vigente.

Con Jesús Othón, es la tercera generación de la familia Gómez Pescador, que han tomado las riendas del negocio de tortas calientes, que pese a ya no ser el único, conserva los sabores de aquellos años en los que su abuelo estaba tras el mostrador, mientras él corría de un lado a otro jugando a sus escasos seis años de edad.

Entrar al local de un estilo colonial, cuyos techos altos son soportados por columnas que terminan en una forma de arcos tapizadas con aquella cantera que se resiste al tiempo, solo demuestra que pese a sus 460 años de historia, la idea que en algún momento tuvo don Ermilio para sostener a su familia sigue vigente en el gusto de las generaciones, incluso de las nuevas.

Y es que tanto el mobiliario conformado por unas mesas blancas de patas resistentes y sillas gruesas propias de las fondas de los años 60’s en color anaranjado, han perdurado por más de 60 años, “solo las hemos tapizado una vez y lo hicimos del mismo color”, para no perder la esencia del lugar.

Por eso aquellos que deciden volver 10, 20 o 30 años después de haberlo hecho por primera vez, se encuentran con fotografías de un Durango antiguo que adornan las paredes en tonalidades blanco y anaranjado, además de una vitrina con los libros de las famosas leyendas recordadas a través de la pluma de Manuel Lozoya Cigarroa, conocido cronista de la ciudad, quien falleció en el año 2012.

En 1959 el matrimonio conformado por Ermilio Gómez García y María del Carmen Pescador Fernández, decidieron llevar el concepto de tortas calientes a los comensales de Durango, pues en aquel tiempo todavía no se tenía esa variedad en la ciudad. Fue así como hace 64 años nació “Para tortas aquí”, mejor conocido por los duranguenses como “Tortas Kalimán”, por la pintura que existe de este singular superhéroe mexicano al interior del local.

Procedente de Mérida, Yucatán; el señor Ermilio Gómez, llegó hasta el norte del país y al enamorarse de una joven duranguense decidió establecerse en la ciudad de Durango, cuando Francisco González de la Vega era el gobernador constitucional del estado, y de esta manera traer parte de sus tradiciones culinarias.

Entrar al lugar, ubicado en la Avenida 20 de Noviembre a un costado de la venta de cachitos de la Lotería Nacional, es como viajar al pasado, con el piso forrado de pequeños mosaicos de colores en amarillo y negro ya desgastados por los años; la parrilla y mesa donde se preparan los alimentos que desde la entrada invaden el ambiente de un olor que trae muchos recuerdos.

Son muchas las generaciones de duranguenses que han pasado por las famosas Tortas Kalimán, cuyo menú, aunque ha integrado otros platillos típicos de la comida mexicana, no olvida esos sabores que los han hecho quedarse en el gusto de los clientes por más de seis décadas.

“Durango es una ciudad con muchas cosas arraigadas, valores, tradiciones y por lo mismo, cuando vienen personas que me dicen ‘yo vine aquí hace 40 años y quiero comerme una torta como la de antes’ y me dicen ‘es que están iguales, ¿cómo le hacen?’, nos provoca mucha satisfacción, que estamos haciendo las cosas bien y que no estamos cambiando absolutamente nada”, comentó Jesús Othón Sauceda Gómez, nieto de Ermilio y María del Carmen, quien actualmente se hace cargo del negocio y mantiene la tradición vigente.

Con Jesús Othón, es la tercera generación de la familia Gómez Pescador, que han tomado las riendas del negocio de tortas calientes, que pese a ya no ser el único, conserva los sabores de aquellos años en los que su abuelo estaba tras el mostrador, mientras él corría de un lado a otro jugando a sus escasos seis años de edad.

Entrar al local de un estilo colonial, cuyos techos altos son soportados por columnas que terminan en una forma de arcos tapizadas con aquella cantera que se resiste al tiempo, solo demuestra que pese a sus 460 años de historia, la idea que en algún momento tuvo don Ermilio para sostener a su familia sigue vigente en el gusto de las generaciones, incluso de las nuevas.

Y es que tanto el mobiliario conformado por unas mesas blancas de patas resistentes y sillas gruesas propias de las fondas de los años 60’s en color anaranjado, han perdurado por más de 60 años, “solo las hemos tapizado una vez y lo hicimos del mismo color”, para no perder la esencia del lugar.

Por eso aquellos que deciden volver 10, 20 o 30 años después de haberlo hecho por primera vez, se encuentran con fotografías de un Durango antiguo que adornan las paredes en tonalidades blanco y anaranjado, además de una vitrina con los libros de las famosas leyendas recordadas a través de la pluma de Manuel Lozoya Cigarroa, conocido cronista de la ciudad, quien falleció en el año 2012.

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