/ sábado 22 de diciembre de 2018

Tatuajes, el arte reflejado en la piel

Durango incursionó en los tatuajes hace 25 años, en un principio los arriesgados que hacían de su cuerpo un lienzo lo escondían

El arte reflejado en la piel es tan antiguo como el hombre, las nuevas generaciones experimentan su identidad y libertad mediante las tintas que los tatuajes dejan a su paso.

Durango incursionó en los tatuajes hace 25 años, en un principio los arriesgados que hacían de su cuerpo un lienzo lo escondían, pero con la llegada del internet y el boom de las redes sociales, el panorama cambio.

Con 21 años de trayectoria en el oficio de tatuador, Carlos Ismael, explicó que recientemente con la nueva generación de aprendices, se generó el fenómeno de exhibir su trabajo en su cuerpo, de una forma visible, por tanto las cara, manos, cuello, fueron las principales zonas que se mostraron, lo que desató además de publicidad, la inquietud por comprar hasta cierto punto dichos accesorios.


“Los jóvenes tienden a imitar las modas, por banales y simples que sean, ante infinidad de artistas que muestran sus tatuajes, este arte se convirtió de un ritual secreto e íntimo a un accesorio de lujo, ya que forma parte de la forma de vestir y seguir tendencias”, indicó el artista.

Agregó que en la ciudad a partir del 2016 el negocio de los tatuajes floreció tanto culturalmente como de manera monetaria, lo que trajo consigo lo que él llama “una maldición disfrazada de bendición”, ya que en el plano económico deja dinero, pero en el plano artístico sólo es reproducir lo que se ve en internet, y la visión de repercusión en la vida se dejó atrás.


Al ser un negocio redituable han surgido infinidad de charlatanes y oportunistas, que no ven el tatuaje como arte o forma de expresión, ni como un símbolo de pertenecía, por tanto ejercen el oficio de una manera irresponsable, lo que genera competencia desleal, desde el control estricto de permisos por parte de las autoridades de salud y fiscal, no cuentan con las medidas de higiene necesarias lo cual se vuelve un peligro para el cliente que en su mayoría son jóvenes.

Con más de 11 mil diseños que ha plasmado en diferentes personas, Carlos ha visto desfilar por su estudio desde adolecentes acompañadas de sus padres para iniciar el ritual del tatuaje, hasta mujeres mayores de 80, quienes han dejado atrás el miedo a la represión de la sociedad, la clase social no importa para llevar en la piel una etapa de la vida.

De 10 duranguenses que se tatúan dos se arrepienten de marcar su cuerpo en menos de un par de años, por tanto regresan para borrar ese episodio, sin embargo cuatro de las personas que acuden a los estudios establecidos es para reparar el mal trabajo que les realizaron tatuadores charlatanes.


Roberto Montano Ramírez, presidente del Colegio Mexicano de Profesionistas de la Psicología, Capítulo Durango, al ser cuestionado sobre la visión de los duranguense y la apertura ante los tatuajes, respondió que en Durango aún se piensa que mediante la represión hay educación, y esa parte genera resistencia, “seguimos bajo la imagen estereotipada como formal y en ese sentido los tatuajes son un reto y dentro de algunos años esa concepción caerá y tendrá que ser aceptado por completo”.

Sin embargo resaltó que hoy en día llevar un tatuaje es un símbolo de identidad y libertad, en muchos lugares ya no es estigmatizado, ni negado que las personas puedan expresar a través de cuerpo su ideología y Durango entra en dicha dinámica poco apoco.

“Con frecuencia las personas que hacen lienzo su cuerpo, es por una expresión del interior, hoy es difícil suprimir la expresión y el tatuaje representa ser libre contigo y lo que piensas” dijo Montano Ramírez, y agregó que las nuevas generaciones son más tolerantes que generaciones pasadas, ya que saben identificar la individualidad del otro.


Para que el tatuador diseñe una imagen es necesario que conozca parte de la historia o lo que quiere el cliente expresar, el lugar donde lo plasmará, la anatomía de la persona e incluso sus padecimientos clínicos.

Para Carlos Ismael tres tatuajes lo han marcado en más de 20 años de dedicarse a crear arte en la piel, los cuales están relacionados a diseños que conmemoran la muerte de niños, “ya que es imposible como artista sentirte ajeno a dicha pérdida”, relató.

Para finalizar, llamó a las personas que están próximas a realizarse un tatuaje investiguen que en el lugar donde lo realizarán cuenten con los permisos e higiene necesaria, ya que en Durango sólo hay cuatro, lo cual les ayudará a que el trabajo que se realice esté garantizado, hecho por un profesional y sin riegos a contraer alguna enfermedad.

El arte reflejado en la piel es tan antiguo como el hombre, las nuevas generaciones experimentan su identidad y libertad mediante las tintas que los tatuajes dejan a su paso.

Durango incursionó en los tatuajes hace 25 años, en un principio los arriesgados que hacían de su cuerpo un lienzo lo escondían, pero con la llegada del internet y el boom de las redes sociales, el panorama cambio.

Con 21 años de trayectoria en el oficio de tatuador, Carlos Ismael, explicó que recientemente con la nueva generación de aprendices, se generó el fenómeno de exhibir su trabajo en su cuerpo, de una forma visible, por tanto las cara, manos, cuello, fueron las principales zonas que se mostraron, lo que desató además de publicidad, la inquietud por comprar hasta cierto punto dichos accesorios.


“Los jóvenes tienden a imitar las modas, por banales y simples que sean, ante infinidad de artistas que muestran sus tatuajes, este arte se convirtió de un ritual secreto e íntimo a un accesorio de lujo, ya que forma parte de la forma de vestir y seguir tendencias”, indicó el artista.

Agregó que en la ciudad a partir del 2016 el negocio de los tatuajes floreció tanto culturalmente como de manera monetaria, lo que trajo consigo lo que él llama “una maldición disfrazada de bendición”, ya que en el plano económico deja dinero, pero en el plano artístico sólo es reproducir lo que se ve en internet, y la visión de repercusión en la vida se dejó atrás.


Al ser un negocio redituable han surgido infinidad de charlatanes y oportunistas, que no ven el tatuaje como arte o forma de expresión, ni como un símbolo de pertenecía, por tanto ejercen el oficio de una manera irresponsable, lo que genera competencia desleal, desde el control estricto de permisos por parte de las autoridades de salud y fiscal, no cuentan con las medidas de higiene necesarias lo cual se vuelve un peligro para el cliente que en su mayoría son jóvenes.

Con más de 11 mil diseños que ha plasmado en diferentes personas, Carlos ha visto desfilar por su estudio desde adolecentes acompañadas de sus padres para iniciar el ritual del tatuaje, hasta mujeres mayores de 80, quienes han dejado atrás el miedo a la represión de la sociedad, la clase social no importa para llevar en la piel una etapa de la vida.

De 10 duranguenses que se tatúan dos se arrepienten de marcar su cuerpo en menos de un par de años, por tanto regresan para borrar ese episodio, sin embargo cuatro de las personas que acuden a los estudios establecidos es para reparar el mal trabajo que les realizaron tatuadores charlatanes.


Roberto Montano Ramírez, presidente del Colegio Mexicano de Profesionistas de la Psicología, Capítulo Durango, al ser cuestionado sobre la visión de los duranguense y la apertura ante los tatuajes, respondió que en Durango aún se piensa que mediante la represión hay educación, y esa parte genera resistencia, “seguimos bajo la imagen estereotipada como formal y en ese sentido los tatuajes son un reto y dentro de algunos años esa concepción caerá y tendrá que ser aceptado por completo”.

Sin embargo resaltó que hoy en día llevar un tatuaje es un símbolo de identidad y libertad, en muchos lugares ya no es estigmatizado, ni negado que las personas puedan expresar a través de cuerpo su ideología y Durango entra en dicha dinámica poco apoco.

“Con frecuencia las personas que hacen lienzo su cuerpo, es por una expresión del interior, hoy es difícil suprimir la expresión y el tatuaje representa ser libre contigo y lo que piensas” dijo Montano Ramírez, y agregó que las nuevas generaciones son más tolerantes que generaciones pasadas, ya que saben identificar la individualidad del otro.


Para que el tatuador diseñe una imagen es necesario que conozca parte de la historia o lo que quiere el cliente expresar, el lugar donde lo plasmará, la anatomía de la persona e incluso sus padecimientos clínicos.

Para Carlos Ismael tres tatuajes lo han marcado en más de 20 años de dedicarse a crear arte en la piel, los cuales están relacionados a diseños que conmemoran la muerte de niños, “ya que es imposible como artista sentirte ajeno a dicha pérdida”, relató.

Para finalizar, llamó a las personas que están próximas a realizarse un tatuaje investiguen que en el lugar donde lo realizarán cuenten con los permisos e higiene necesaria, ya que en Durango sólo hay cuatro, lo cual les ayudará a que el trabajo que se realice esté garantizado, hecho por un profesional y sin riegos a contraer alguna enfermedad.

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