/ sábado 22 de julio de 2023

El resentimiento se contagia

Todo el evangelio de Karl Marx, puede resumirse a una sola

frase: Odia al que esté mejor que tú.- Henry Hazlitt


Completamente de acuerdo con el doctor Kevin Zapata, en lo que narra en su ensayo “Las “mañaneras” de AMLO y los abusos de la comunicación presidencial”, cuando indica que las “mañaneras”, aunque legales, son cuestionables desde una perspectiva moral y ética debido a sus efectos nocivos para la vida social y política de México.

En ellas el presidente es juez y parte, pero solamente en favor de sus causas, porque señala, promueve, insulta, distingue, agrede, miente, calumnia, descalifica, odia, viola todo tipo de leyes, pero en ningún momento tiene la intención de informar fehacientemente, contestando sólo las preguntas a modo de sus condicionales para autoalabarse; si existe alguien que le formule alguna cuestión que no sea de su agrado, es un enemigo, un adversario, un impostor, un neoliberal, un oligarca, etc.

Su postura ha sido fomentar el rencor, el odio y la división, y si alguien le llega a pedir alguna explicación de los índices de violencia que en estos momentos señala el INEGI, él tendrá “otros datos”, en donde, no obstante, la realidad señale que son más de 161 mil homicidios en su sexenio, el dirá que son mucho menos, pero que la culpa de todo la tiene Calderón.

Lo mismo sucedió cuando Coneval le mostró los índices de pobreza en crecimiento, limitándose a indicar que él tenía su propio método para medir el bienestar del país, pero sin dar más explicaciones.

Al manifestar en las mañaneras su rencor, envidia, rechazo, odio y demás hacia todo lo que le venga grande, revela que es un resentido social, como la gran mayoría de todos sus seguidores que no han podido destacar en nada por sus limitaciones que los incapacitan para saber servir y ser útiles a la sociedad.

Sus triunfos son por las agresiones y arrebatos en sus actuaciones, pero en realidad, nunca han sobresalido y siempre permanecen en la mediocridad, envidiando a quien llega a tener éxito debido a sus habilidades, capacidad, conocimientos y méritos, a quienes reclaman que el éxito obtenido, ha sido robando o abusando, como ellos así lo han hecho cuando llegan a sobresalir en algo. El resentimiento y envidia que se manifiesta hacia Xóchitl Gálvez es evidente, al reconocer que de vender gelatinas pasó a ser exitosa empresaria, lo que el presidente nunca hubiera podido lograr por no haber generado ni un solo peso en su vida y carecer de la inteligencia, capacidad, habilidad y conocimientos que tiene su criticada.

Desgraciadamente este tipo de resentimiento social contamina a todos sus seguidores, y así, todos ellos consideran que la pobreza es por culpa de las personas ricas y sea quien sea, el rico es culpable de que ellos no hayan triunfado en su vida.

Un buen amigo a quien admiro por su disciplina y dedicación, me distinguió invitándome a una celebración en su casa, resaltando el buen gusto y la elegancia de su hogar, bastante comodidad y un hermoso jardín. Dentro de los invitados, no faltó uno, a quien me atrevo a señalar como un resentido social, quien nunca ha destacado y en sus labores sólo iba a cumplir sin sobresalir en absolutamente nada, pero sí buscó su inmediata jubilación; quien al maravillarse con el inmueble del anfitrión sin rodeos le preguntó: - Oye, ¿a cuánta gente robaste para tener todo esto? Contestando de inmediato el propietario: - Si tú sabes de alguien, espero que me denuncien. Porque mi satisfacción es haber trabajado toda mi vida hasta el cansancio, privándonos mi familia y yo de muchísimas cosas, vacaciones y días festivos, y no obstante mi edad, aún sigo sirviendo a quien lo necesite, enorgulleciéndome de ser todavía útil.

Pero también, a veces es necesario lidiar con el resentimiento de aquellos que, al no conseguir su éxito propio, envidian el ajeno.

Todo el evangelio de Karl Marx, puede resumirse a una sola

frase: Odia al que esté mejor que tú.- Henry Hazlitt


Completamente de acuerdo con el doctor Kevin Zapata, en lo que narra en su ensayo “Las “mañaneras” de AMLO y los abusos de la comunicación presidencial”, cuando indica que las “mañaneras”, aunque legales, son cuestionables desde una perspectiva moral y ética debido a sus efectos nocivos para la vida social y política de México.

En ellas el presidente es juez y parte, pero solamente en favor de sus causas, porque señala, promueve, insulta, distingue, agrede, miente, calumnia, descalifica, odia, viola todo tipo de leyes, pero en ningún momento tiene la intención de informar fehacientemente, contestando sólo las preguntas a modo de sus condicionales para autoalabarse; si existe alguien que le formule alguna cuestión que no sea de su agrado, es un enemigo, un adversario, un impostor, un neoliberal, un oligarca, etc.

Su postura ha sido fomentar el rencor, el odio y la división, y si alguien le llega a pedir alguna explicación de los índices de violencia que en estos momentos señala el INEGI, él tendrá “otros datos”, en donde, no obstante, la realidad señale que son más de 161 mil homicidios en su sexenio, el dirá que son mucho menos, pero que la culpa de todo la tiene Calderón.

Lo mismo sucedió cuando Coneval le mostró los índices de pobreza en crecimiento, limitándose a indicar que él tenía su propio método para medir el bienestar del país, pero sin dar más explicaciones.

Al manifestar en las mañaneras su rencor, envidia, rechazo, odio y demás hacia todo lo que le venga grande, revela que es un resentido social, como la gran mayoría de todos sus seguidores que no han podido destacar en nada por sus limitaciones que los incapacitan para saber servir y ser útiles a la sociedad.

Sus triunfos son por las agresiones y arrebatos en sus actuaciones, pero en realidad, nunca han sobresalido y siempre permanecen en la mediocridad, envidiando a quien llega a tener éxito debido a sus habilidades, capacidad, conocimientos y méritos, a quienes reclaman que el éxito obtenido, ha sido robando o abusando, como ellos así lo han hecho cuando llegan a sobresalir en algo. El resentimiento y envidia que se manifiesta hacia Xóchitl Gálvez es evidente, al reconocer que de vender gelatinas pasó a ser exitosa empresaria, lo que el presidente nunca hubiera podido lograr por no haber generado ni un solo peso en su vida y carecer de la inteligencia, capacidad, habilidad y conocimientos que tiene su criticada.

Desgraciadamente este tipo de resentimiento social contamina a todos sus seguidores, y así, todos ellos consideran que la pobreza es por culpa de las personas ricas y sea quien sea, el rico es culpable de que ellos no hayan triunfado en su vida.

Un buen amigo a quien admiro por su disciplina y dedicación, me distinguió invitándome a una celebración en su casa, resaltando el buen gusto y la elegancia de su hogar, bastante comodidad y un hermoso jardín. Dentro de los invitados, no faltó uno, a quien me atrevo a señalar como un resentido social, quien nunca ha destacado y en sus labores sólo iba a cumplir sin sobresalir en absolutamente nada, pero sí buscó su inmediata jubilación; quien al maravillarse con el inmueble del anfitrión sin rodeos le preguntó: - Oye, ¿a cuánta gente robaste para tener todo esto? Contestando de inmediato el propietario: - Si tú sabes de alguien, espero que me denuncien. Porque mi satisfacción es haber trabajado toda mi vida hasta el cansancio, privándonos mi familia y yo de muchísimas cosas, vacaciones y días festivos, y no obstante mi edad, aún sigo sirviendo a quien lo necesite, enorgulleciéndome de ser todavía útil.

Pero también, a veces es necesario lidiar con el resentimiento de aquellos que, al no conseguir su éxito propio, envidian el ajeno.