/ jueves 11 de abril de 2019

En Cartera

7 de Febrero: 155 aniversario del natalicio de Ricardo Castro

El introductor en México de la técnica del virtuosismo pianístico del romanticismo europeo del siglo XIX, Ricardo Castro, cuyo nombre completo es Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, nació a las 16 horas del domingo 7 de febrero de 1864, en la casa marcada con el número 7 de la segunda calle del Ángel (hoy Negrete) de la ciudad de Durango, Dgo.

Es hijo del licenciado don Vicente Castro (diputado federal en la VIII Legislatura del Congreso de la Unión) y la señora María de Jesús Herrera.

En su libro “Músicos de Durango” de Héctor A. Palencia Alonso, señala que se inició en el estudio de la música bajo la dirección del maestro Pedro H. Ceniceros, radicado en la capital del estado de Durango. En 1877 se trasladó con su familia a la ciudad de México para inscribirse en la Escuela Nacional Preparatoria.

El día 5 de enero de 1879 es una fecha que registra la Historia Artística de México: Castro inició sus estudios de piano y armonía en el Conservatorio Nacional aprobando, en examen a título de suficiencia, todo el curso de Solfeo. A la edad de 15 años lo inscribieron en el Conservatorio Nacional de Música en donde estudió piano con Juan Salvatierra y Julio Ituarte, además de Armonía y Composición con Melesio Morales. Era evidente su vocación musical y el joven Ricardo concluyó en sólo cinco años un programa de estudios que por lo común tomaba diez. Se graduó en 1883.

Durante el año de 1882 integró el “Grupo de los Seis” con Gustavo Emilio Campa, Juan Hernández Acevedo, Carlos J. Meneses, Ignacio Quezadas y Felipe Villanueva. El grupo se distinguió por su corte afrancesado pero fue Castro el único de los seis que incursionó en el impresionismo, inspirado sobre todo en la música de Debussy.

Inició su carrera como concertista de piano y compositor antes de terminar sus estudios y en 1882 ganó dos premios, uno como pianista en la Exposición de Querétaro y otro como compositor en la Exposición de Veracruz. Inclusive, poco antes de concluir en el Conservatorio Nacional, en 1883, a los 19 años, terminó su Primera Sinfonía en Do Menor, titulada “Sagrada”, que es la primera sinfonía de autor mexicano, que fue estrenada apenas en 1988 a 81 años de su muerte.

En 1884 representó a México en la Exposición Algodonera Internacional de Nueva Orleáns y en ese año y el siguiente realizó una gira de conciertos por varias ciudades de Estados Unidos: Chicago, Filadelfia, Washington D.C. y Nueva York. Para 1883 el Gobierno de México seleccionó varias de sus obras para enviarlas a Venezuela, como parte de la conmemoración del primer centenario del nacimiento del libertador Simón Bolívar.

Junto con Gustavo C. Campa, Juan Hernández A. y Pablo Castellanos, fundó el Instituto Musical Campa Hernández Acevedo, donde impartía clases teóricas y prácticas de piano. Para entonces, Ricardo Castro era ya muy famoso tanto en México como en el extranjero por sus composiciones y por su virtuosismo al piano. En 1892, junto con otros compositores, Ricardo Castro fundó la Sociedad Anónima de Conciertos, en cuyas funciones estrenó varias obras para piano y orquesta. También fue fundador de la Sociedad Filarmónica Mexicana en 1895, creada para la difusión de la música de Cámara.

En 1896, al inaugurarse la Sala de Conciertos de la Casa Wagner, hoy “Sala Sahieffer", se encomendó a Castro el concierto de apertura. En ese mismo año se estrenó en el Teatro Renacimiento (posteriormente llamado Virginia Fábregas) su ópera “Atzimba”. Por cierto, sobre esta ópera en tres actos y nueve cuadros, que trata de la conquista de Michoacán, se sabe que el segundo acto estaba perdido pero a propósito del primer centenario de su fallecimiento (28 de noviembre de 2007), con base en partituras originales del compositor, se trabajó en la reconstrucción de la pieza.

Después de trabajar desde el 2007 en la reorquestación del segundo acto, el restreno mundial de la ópera en tres actos, resultado de una colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Instituto de Cultura del Estado de Durango se realizó el 7 de febrero de 2014 en Durango, en el Teatro que lleva su nombre, y con la presencia de Arturo Márquez, quien tras largos años de investigación logró reponer las partituras perdidas correspondientes al segundo acto de la ópera; en el elenco –de primer nivel- participó en el restreno de la ópera: Olivia Gorra, José Luis Duval, Carlos Sánchez y Rufino Montero. Se realizaron dos funciones: el 7 y 9 de febrero, para conmemorar los 150 años del nacimiento del compositor Ricardo Castro.

“Fue un compositor asociado a la época porfirista, por eso se le fue olvidando, que bien que este año en su aniversario se estén programando cosas muy importantes”, dice Germán Castro, sobrino-nieto del compositor. La pianista Eva María Zuk, señala que “fuera de un puñado de valses, entre ellos Capricho, de Castro prácticamente no se conocía nada, el Concierto para Piano casi ni se toca, muchos ni saben que existe”.

Gloria Carmona, sostiene que entre las muchas aportaciones del pianista durangueño está el haber “sensualizado” la música, “a través del modernismo, de fondo romántico en primera instancia.

Ricardo Castro, en 1900 publicó crónicas musicales en varios periódicos de la Ciudad de México y en 1902 hizo una gira por 17 ciudades de México en donde ofreció 30 conciertos. La famosa casa editora de música Friederich-Hofmaister de Leipzig, Alemania, que sólo hacía figurar en sus prestigiados catálogos, composiciones de indudable mérito, pagó cien marcos a Ricardo Castro por incluir su inmortal vals Capricho en la lista de obras distinguidas y rigurosamente seleccionadas entre toda la producción musical del mundo.

En el intermedio de un concierto efectuado en el Teatro Renacimiento, el 11 de julio de 1902, después de que el célebre poeta Juan de Dios Peza hizo entrega a Castro de un obsequio e improvisó unos hermosos versos, el inolvidable Amado Nervo leyó emocionado una carta de Justo Sierra, subsecretario de Instrucción Pública en la que comunicaba al magnífico compositor y excepcional ejecutante la decisión del presidente de la República, Gral. Porfirio Díaz Mori, de enviarlo a Europa “por cuenta de la nación para coronar sus estudios”.

El 9 de agosto de 1902, cuatro meses antes de partir rumbo al Viejo Continente, en el apogeo de su fama, llegó a la ciudad de Durango y al día siguiente ofreció su primer concierto en su ciudad natal. Como premio a su vida artística recibió una corona de oro en forma de laurel con más de cien inscripciones. El día 11 repitió el éxito interpretativo anterior y, en el elegante Casino de las familias acaudaladas, se le ofreció una exquisita cena a la que concurrieron centenares de personas. Con nutrido aplauso manifestaba la sociedad durangueña estar orgullosa de Ricardo Castro.

A su regreso de Europa, fue designado el primero de marzo de 1907, director del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, por Justo Sierra. Ricardo Castro estuvo al frente del Conservatorio hasta el día de su muerte, el 28 de noviembre de 1907, durando en el cargo poco menos de nueve meses. Se le atribuye la modernización del Conservatorio pero no la concluyó. Falleció a la edad de 43 años (1864-1907) como consecuencia de una pulmonía.

7 de Febrero: 155 aniversario del natalicio de Ricardo Castro

El introductor en México de la técnica del virtuosismo pianístico del romanticismo europeo del siglo XIX, Ricardo Castro, cuyo nombre completo es Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, nació a las 16 horas del domingo 7 de febrero de 1864, en la casa marcada con el número 7 de la segunda calle del Ángel (hoy Negrete) de la ciudad de Durango, Dgo.

Es hijo del licenciado don Vicente Castro (diputado federal en la VIII Legislatura del Congreso de la Unión) y la señora María de Jesús Herrera.

En su libro “Músicos de Durango” de Héctor A. Palencia Alonso, señala que se inició en el estudio de la música bajo la dirección del maestro Pedro H. Ceniceros, radicado en la capital del estado de Durango. En 1877 se trasladó con su familia a la ciudad de México para inscribirse en la Escuela Nacional Preparatoria.

El día 5 de enero de 1879 es una fecha que registra la Historia Artística de México: Castro inició sus estudios de piano y armonía en el Conservatorio Nacional aprobando, en examen a título de suficiencia, todo el curso de Solfeo. A la edad de 15 años lo inscribieron en el Conservatorio Nacional de Música en donde estudió piano con Juan Salvatierra y Julio Ituarte, además de Armonía y Composición con Melesio Morales. Era evidente su vocación musical y el joven Ricardo concluyó en sólo cinco años un programa de estudios que por lo común tomaba diez. Se graduó en 1883.

Durante el año de 1882 integró el “Grupo de los Seis” con Gustavo Emilio Campa, Juan Hernández Acevedo, Carlos J. Meneses, Ignacio Quezadas y Felipe Villanueva. El grupo se distinguió por su corte afrancesado pero fue Castro el único de los seis que incursionó en el impresionismo, inspirado sobre todo en la música de Debussy.

Inició su carrera como concertista de piano y compositor antes de terminar sus estudios y en 1882 ganó dos premios, uno como pianista en la Exposición de Querétaro y otro como compositor en la Exposición de Veracruz. Inclusive, poco antes de concluir en el Conservatorio Nacional, en 1883, a los 19 años, terminó su Primera Sinfonía en Do Menor, titulada “Sagrada”, que es la primera sinfonía de autor mexicano, que fue estrenada apenas en 1988 a 81 años de su muerte.

En 1884 representó a México en la Exposición Algodonera Internacional de Nueva Orleáns y en ese año y el siguiente realizó una gira de conciertos por varias ciudades de Estados Unidos: Chicago, Filadelfia, Washington D.C. y Nueva York. Para 1883 el Gobierno de México seleccionó varias de sus obras para enviarlas a Venezuela, como parte de la conmemoración del primer centenario del nacimiento del libertador Simón Bolívar.

Junto con Gustavo C. Campa, Juan Hernández A. y Pablo Castellanos, fundó el Instituto Musical Campa Hernández Acevedo, donde impartía clases teóricas y prácticas de piano. Para entonces, Ricardo Castro era ya muy famoso tanto en México como en el extranjero por sus composiciones y por su virtuosismo al piano. En 1892, junto con otros compositores, Ricardo Castro fundó la Sociedad Anónima de Conciertos, en cuyas funciones estrenó varias obras para piano y orquesta. También fue fundador de la Sociedad Filarmónica Mexicana en 1895, creada para la difusión de la música de Cámara.

En 1896, al inaugurarse la Sala de Conciertos de la Casa Wagner, hoy “Sala Sahieffer", se encomendó a Castro el concierto de apertura. En ese mismo año se estrenó en el Teatro Renacimiento (posteriormente llamado Virginia Fábregas) su ópera “Atzimba”. Por cierto, sobre esta ópera en tres actos y nueve cuadros, que trata de la conquista de Michoacán, se sabe que el segundo acto estaba perdido pero a propósito del primer centenario de su fallecimiento (28 de noviembre de 2007), con base en partituras originales del compositor, se trabajó en la reconstrucción de la pieza.

Después de trabajar desde el 2007 en la reorquestación del segundo acto, el restreno mundial de la ópera en tres actos, resultado de una colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Instituto de Cultura del Estado de Durango se realizó el 7 de febrero de 2014 en Durango, en el Teatro que lleva su nombre, y con la presencia de Arturo Márquez, quien tras largos años de investigación logró reponer las partituras perdidas correspondientes al segundo acto de la ópera; en el elenco –de primer nivel- participó en el restreno de la ópera: Olivia Gorra, José Luis Duval, Carlos Sánchez y Rufino Montero. Se realizaron dos funciones: el 7 y 9 de febrero, para conmemorar los 150 años del nacimiento del compositor Ricardo Castro.

“Fue un compositor asociado a la época porfirista, por eso se le fue olvidando, que bien que este año en su aniversario se estén programando cosas muy importantes”, dice Germán Castro, sobrino-nieto del compositor. La pianista Eva María Zuk, señala que “fuera de un puñado de valses, entre ellos Capricho, de Castro prácticamente no se conocía nada, el Concierto para Piano casi ni se toca, muchos ni saben que existe”.

Gloria Carmona, sostiene que entre las muchas aportaciones del pianista durangueño está el haber “sensualizado” la música, “a través del modernismo, de fondo romántico en primera instancia.

Ricardo Castro, en 1900 publicó crónicas musicales en varios periódicos de la Ciudad de México y en 1902 hizo una gira por 17 ciudades de México en donde ofreció 30 conciertos. La famosa casa editora de música Friederich-Hofmaister de Leipzig, Alemania, que sólo hacía figurar en sus prestigiados catálogos, composiciones de indudable mérito, pagó cien marcos a Ricardo Castro por incluir su inmortal vals Capricho en la lista de obras distinguidas y rigurosamente seleccionadas entre toda la producción musical del mundo.

En el intermedio de un concierto efectuado en el Teatro Renacimiento, el 11 de julio de 1902, después de que el célebre poeta Juan de Dios Peza hizo entrega a Castro de un obsequio e improvisó unos hermosos versos, el inolvidable Amado Nervo leyó emocionado una carta de Justo Sierra, subsecretario de Instrucción Pública en la que comunicaba al magnífico compositor y excepcional ejecutante la decisión del presidente de la República, Gral. Porfirio Díaz Mori, de enviarlo a Europa “por cuenta de la nación para coronar sus estudios”.

El 9 de agosto de 1902, cuatro meses antes de partir rumbo al Viejo Continente, en el apogeo de su fama, llegó a la ciudad de Durango y al día siguiente ofreció su primer concierto en su ciudad natal. Como premio a su vida artística recibió una corona de oro en forma de laurel con más de cien inscripciones. El día 11 repitió el éxito interpretativo anterior y, en el elegante Casino de las familias acaudaladas, se le ofreció una exquisita cena a la que concurrieron centenares de personas. Con nutrido aplauso manifestaba la sociedad durangueña estar orgullosa de Ricardo Castro.

A su regreso de Europa, fue designado el primero de marzo de 1907, director del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, por Justo Sierra. Ricardo Castro estuvo al frente del Conservatorio hasta el día de su muerte, el 28 de noviembre de 1907, durando en el cargo poco menos de nueve meses. Se le atribuye la modernización del Conservatorio pero no la concluyó. Falleció a la edad de 43 años (1864-1907) como consecuencia de una pulmonía.

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