Paráfrasis: ¡Oh transformación! ¡Cuánta zendejada se ha cometido en su nombre!
Se asombra Benítez del agachismo de las diputadas federales porque aceptaron que se vulnerara una precisión de presupuesto para cancelar el metrobús.
Claro que está mal hecho.
¿Pero alguna vez se le opusieron a su presidente los diputados priistas?
No, nadie es caro hasta que tiene que vender.
Mi reconocimiento a la directora del Tec, maestra Flores Montenegro, está donde está sin la dádiva de la equidad de género.
Ojalá todas las mujeres llegaran como ella.
Israel Soto Peña, el secretario estatal del Trabajo, está considerado, si no el mejor, sí entre los mejores secretarios de la administración de Aispuro:
Sabe del tema, tiene manejo político, conoce la ley y tiene sensibilidad social.
Necesitamos muchos de estos secretarios.
De paso, se dice que tiene un eficiente colaborador en el pinolero Luis Carlos Alarcón Jáquez. Lo que Calderón no quiso, bien le sirve a Soto Peña.
Y a propósito, Israel primero fue subsecretario.
Por esas componendas de la equidad de género y por esas cuotas de partido, la primera secretaria fue la perredista Brenda Rosas.
Pero como era suplente de la entonces diputada Mar Grecia (¿y dónde anda esta guapa muchacha?) asumió la diputación local y nomás para no dejarla fuera de la nómina y porque Aispuro pagara los pocos votos que le dio el PRD, la nombraron directora del Registro Civil.
Ya se esperaba que los contras de AMLO iban a hacer el ridículo en su protesta, no juntaron más de 100 para censurar lo que sin duda hace mal el presidente.
Sólo que en este momento el tabasqueño está en la cúspide y haga lo que haga los chairos se los aplauden.
En el homenaje de universitarios a Ángel Rodríguez Solórzano, no vi entre los exrectores a Erasmo Návar.
¿No lo invitaron? ¿No fue? ¿Fue y no lo vi?
Tampoco vi a Luis Tomás Castro ni a Paty Herrera.
Vaya de anécdota: hace un tiempo, un año más o menos, que en la tarde y ya casi al anochecer, Roberto Martínez Tejada, “La Polilla”, llegó a su casa eufórico.
— ¡Vieja! ¡Vieja! ¡Guerrero Mier me dedicó dos horas!
— ¿Cuándo, preguntó la señora?
— Hoy, hace ratito.
— ¡Ah! Te las hubiera dedicado cuando fue gobernador.
En el restaurante El Agave hay una mesa de cafeteros a los que José Ramírez Gamero les dedicó casi una hora.
— ¿Cuándo?
— El sábado pasado.