Es posible -muy posible- que el PRD se quede sin regidor en el municipio de Durango.
Estos maldosos panistas le quieren escatimar ésa y 8 regidurías más en el estado, bajo el pretexto de la pobre votación que aportaron los del Sol Azteca.
La pelea está dura en los tribunales, por lo pronto en el de aquí, pero sea cual sea el fallo, los afectados, o que se digan afectados, recurrirán a la instancia federal.
Así pues, se tambalea la regiduría de Angelita Soto, no obstante su cercanía con el patriarca Miguel Lazalde.
Que el doctor Enríquez desoja margaritas sobre si vuelve o no al Senado.
No se haga galeno, va a volver y usted lo sabe.
Necesita ese trampolín para el 22 y que no se rompa la tradición, de que es el Poder Legislativo el que más candidatos a gobernador le ha dado a Durango.
Ya le habíamos mencionado a Francisco González de la Vega, a Enrique Dupré Ceniceros, senadores, y a José Ángel Rodríguez Solórzano, gobernador provisional proveniente del Congreso federal.
Pero hay más, anótelo.
Alejandro Páez Urquidi, sucesor de Rodríguez Solórzano no tenía carrera política, se desenvolvió en el sector empresarial.
Cuando Héctor Mayagoitia, su sucesor fue gobernador, toda su trayectoria era académica.
Después de gobernador fue senador.
Salvador Gámiz Fernández, sucesor interino de Mayagoitia, había sido senador.
Don Armando del Castillo Franco dejó la diputación federal para ser gobernador.
José Ramírez Gamero se retiró como senador para ser gobernador.
Por cierto, que el suplente era Luis Ángel Tejada, al que nunca llamaron para cubrir esa vacante, como un acto que me pareció y me parece una arbitrariedad.
A Ramírez Gamero lo siguió Maximiliano Silerio Esparza, que era senador y le dejó la curul al topiense José Ramón González León.
Después de Silerio siguió Ángel Sergio Guerrero Mier, que era diputado federal y dejó el cargo a Jesús Gutiérrez Vargas.
Siguió Ismael Hernández Deras, que era senador y le dejó el Senado a la maestra Ana Bricia Muro.
El siguiente salió de la Cámara de Diputados, Jorge Herrera Caldera y lo sustituyó Pedro Ávila Nevárez.
Y por último, José R. Aispuro Torres, era senador y dejó la silla a un tal Héctor Flores, sin más méritos que ser protegido de Rodolfo Elizondo y en el que ni antes ni ahora se ha sabido más.
Así pues, el Senado puede aportar para la próxima a dos gallos, José Ramón Enríquez Herrera y Alejandro González Yáñez.