Aunque no se realiza abiertamente a la vista y conocimiento de todos, la realidad es que en Durango sí existe, y en amplia incidencia, la realización de amarres y otro tipo de trabajos utilizando la brujería, santería, magia negra, etc, en contra de personas a quienes se busca hacerles el mal por diversas razones, y ante diversos propósitos también, ninguno de ellos justificado.
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Olem, terapeuta alternativo, o bien, conocido como chamán, y quien está dedicado a la sanación, contó para El Sol de Durango, que quienes recurren a estos trabajos para hacer el mal a alguien más son personas que no pueden asimilar un “no” por respuesta, personas obsesivas.
“Durango es de closet en términos mágicos”, por afuera critican, y por dentro recurren a este tipo de prácticas, creencias, etc.
Y lamentablemente hay de todo, “…el límite no lo conocen, es por eso que a veces los magos o brujos negros se topan con situaciones muy fuertes. Por ejemplo, digamos que una muchacha va y quiere amarrar a un hombre y no tiene resultados, va con el brujo y le dice que sigue tal persona sin hacerle caso, el brujo hace más cosas, entonces sigue sin hacer caso, y el brujo hace aún más cosas, pero sigue sin hacerle caso, entonces ya empiezan a sacrificar animalitos, a utilizar órganos, a hacer cosas más fuertes, para que la persona a la cual quieren hipnotizar, finalmente sí le haga caso a la muchacha”.
Explica Olem que ese es el problema con la magia oscura, que las personas al no obtener resultados inmediatos se desesperan y los brujos se ven en la penosa necesidad de hacer cosas cada vez más fuertes.
¿Cuál es el vencimiento de un amarre?
Los trabajos realizados “sí tienen una fecha de vencimiento, y no la pone nadie. Serían como avisos que le llegan al brujo”. Si se hace un amarre, éste tiene una caducidad de dos años, y lo que pasa con los brujos que los hacen, es que mantienen cautivos a los clientes, y al terminar esos dos años, buscan a las personas para volver a refrendar el trabajo. Enseguida les llegarían como avisos, y estos advierten a las personas implicadas para ir renovando los trabajos.
“Porque al momento en que se corta esa energía, tanto al mago como a la persona, se le vienen las consecuencias, y esto es multiplicado 70 veces siete, sea bueno o sea malo. Por eso ellos evitan a toda cosa que caduquen”.
Esta situación de la caducidad lleva a las personas a que cada vez gasten más y también cada vez gasten más. Los pagos y los sacrificios son cada vez peores. “Lo único que pasaría en determinado caso, es que sus familiares pudieran sufrir sus consecuencias”.
Pero, asegura Olem que todas estas prácticas tienen una fecha de caducidad y un regreso, pero nadie sabe con exactitud los tiempos.