Hasta el momento las coronas hechas a base de flores de tela, alambre, papel o plástico, para llevar a los difuntos en los panteones no han sido reemplazadas, ni comercializadas por grandes almacenes; así que los artesanos que se dedican a la elaboración y venta de estos productos desde hace muchos años como negocio familiar, siguen creándolas, al menos aquellos que se encuentran en el mercado Gómez Palacio de la capital de Durango.
Con un pequeño negocio llamado Artesanías y Florería Los Cuates, Alejandro Pérez, platicó que esta tradición sigue viva, pues cada año la gente acude a comprar las coronas para sus difuntos, algo que es muy atractivo de este mercado, porque se sabe que hay para todos gustos y presupuestos.
Dice que incluso mucha gente solo va a admirarlas, porque afortunadamente es algo que no se puede encontrar en las tiendas de autoservicio.
Desde hace 30 años Alejandro se dedica a la elaboración y diseño de decorativos para esta temporada, una actividad que aprendió de su bisabuela y él es parte de la séptima generación en la familia que se dedica a este oficio dentro del mercado, una decisión que tomó lejos de seguir con sus estudios.
“Veía a mi bisabuela, que desde el mes de mayo comenzaba con la elaboración de coronas, calentaba los moldes de fierro y aluminio, grababa el papel, lo pintaba con anilina, formaba la flor, eran más artesanales, más elaboradas, se llevaba hasta seis u ocho horas, pero ahora se pueden armar hasta en 20 minutos, con un aro de mimbre, papel de china, y ramos de flores de plástico”, expresó.
Las ventas de este año sin mucho mejor que las del 2020, cuando por la pandemia, se suspendió toda actividad y no hubo prácticamente nada, de ahí que muchos comerciantes de este tipo de productos sacaron la mercancía del año pasado, o compraron poco material.
Platicó que tiene arreglos desde 80 pesos, y le han mandado a hacer hasta de tres mil 500 pesos, con flores de tela de Shantu, porque dice que hay para todos los presupuestos.
María de los Ángeles Betancourt Ríos, del local Flores del Carmen, es la cuarta generación dedicada a este oficio, su familia, incluidos abuelos, madre, tíos, ella y su hija; ofrecen este producto desde el que estaba el mercado viejo, “los abuelos nos enseñaron el oficio de la florería y lo continuamos por tradición, por amor al arte”, comentó.
A raíz de la pandemia el material que se utiliza para la elaboración se redujo, aunque los artesanos hacen lo que pueden, con lo que se consigue, y comienzan a trabajar desde junio, con la elaboración de las flores más pequeñas, que son las que llevan un trabajo minucioso. Una corona puede durar hasta seis meses a la intemperie en el panteón.
Ahora trabajan para levantar el negocio, saben que los días fuertes para la visita a los difuntos son el 2 de noviembre, el 31 de diciembre; además del 1 de enero, mientras que otra fecha importante es el 10 de mayo, y un poco más el día del padre.
En el armado de las coronas con flores de satín es más elaboración, o también en pedidos especiales donde los familiares solicitan que se plasmen cosas muy personales para los hijos o padres, usualmente para las mujeres piden coronas rosas, rojas o rojo con blanco; mientras que para los hombres, los colores utilizados son azules y para los niños en color blanco, azul cielo o rosa pastel.
De esta manera y gracias a las manos de artesanos duranguenses, continúa la tradición de las coronas para los difuntos, aquellas que de flores y listones brillantes, pintan los panteones de colores los panteones.