/ viernes 7 de junio de 2024

¡Reflexión sobre la defensa del voto!

Estimado lector, ante las circunstancias políticas en las que actualmente se encuentra nuestro país después de la jornada histórica por la relevante magnitud de la elección que acaba de terminar, y en la cual los resultados están en un estado de espera definitiva, nos brinda la ocasión de cavilar nuevamente sobre el estado que guarda la democracia en México y el valor trascendental que tiene el ejercicio de la libertad para votar y defender el voto bajo la inquietud o sospecha de los candidatos, simpatizantes y parte de la sociedad civil.

Ante el supuesto de que la “libertad es un principio central en las democracias que garantiza que los ciudadanos tengan la capacidad de expresar sus preferencias políticas de manera libre y sin coacción”, entraña el respeto por: “La autonomía individual; Protección contra la coacción; Pluralidad de opiniones; Rendición de cuentas; Legitimidad del Gobierno; Participación activa”.

La libertad del voto implica la garantía de que el proceso electoral sea “justo, transparente y representativo de la voluntad del pueblo”.

En este contexto, se hace imperativo la consideración de la pluralidad de opiniones y sobre todo la rendición de cuentas que demuestre la legitimidad del proceso.

Pasadas las elecciones, la sociedad civil reclama respeto a la ley.

Si la ley protege la libertad para ejercer el voto con libertad, la ley también expresa el derecho a defender el voto ante el reclamo de los ciudadanos.

Lo que sustenta a este derecho, es la de dejar una sociedad justa, pacífica e inclusiva, para nosotros y las futuras generaciones. Y si existen dudas en los resultados de la elección, se tiene el derecho de promover la defensa del voto promoviendo la participación ciudadana. No es ningún delito hacerlo.

Insisto en que el voto es poder y se tiene el derecho a ejercerlo. Un solo voto representa una voz. Millones de votos, representan millones de voces, y éstas no serán iguales, pero deben de ser no solo escuchadas, sino atendidas en sus demandas.

Cito unas ideas de Carlos Castañeda (consultado en 2024): “El valor de un voto es una expresión de respeto mutuo entre los ciudadanos que integran una sociedad; Es la expresión más acabada del avance civilizado de toda sociedad; Es la expresión del valor que como ser humano tenemos, basándonos en el respeto a la diferencia; Es el respeto por la diferencia para que nos permita convivir de manera pacífica para el bien común y sin confrontaciones; Pero sobre todo en igualdad, sin imposición de unos sobre otros, sin descalificaciones por pensar distinto”.

El Instituto Nacional Electoral, INE, tiene la gran responsabilidad de resolver las demandas de los actores de las elecciones y de una gran parte de la sociedad.

Deseo fervientemente que así sea, porque todos los ciudadanos que vivimos en países democráticos, cualquiera que sea el estadio en que éste se encuentre, queremos vivir con un gobierno justo, queremos vivir en armonía, sobre todo cohabitando con nuestras similitudes y diferencias, dirimiéndolas sin violencia y con razones.

No veo la razón por la que el INE no pueda escuchar, considerar atender y resolver los problemas postelectorales. Seguro estoy que las resolverá, y si así sucede, la sociedad civil asumirá con responsabilidad los resultados. ¡Hasta la próxima!

Estimado lector, ante las circunstancias políticas en las que actualmente se encuentra nuestro país después de la jornada histórica por la relevante magnitud de la elección que acaba de terminar, y en la cual los resultados están en un estado de espera definitiva, nos brinda la ocasión de cavilar nuevamente sobre el estado que guarda la democracia en México y el valor trascendental que tiene el ejercicio de la libertad para votar y defender el voto bajo la inquietud o sospecha de los candidatos, simpatizantes y parte de la sociedad civil.

Ante el supuesto de que la “libertad es un principio central en las democracias que garantiza que los ciudadanos tengan la capacidad de expresar sus preferencias políticas de manera libre y sin coacción”, entraña el respeto por: “La autonomía individual; Protección contra la coacción; Pluralidad de opiniones; Rendición de cuentas; Legitimidad del Gobierno; Participación activa”.

La libertad del voto implica la garantía de que el proceso electoral sea “justo, transparente y representativo de la voluntad del pueblo”.

En este contexto, se hace imperativo la consideración de la pluralidad de opiniones y sobre todo la rendición de cuentas que demuestre la legitimidad del proceso.

Pasadas las elecciones, la sociedad civil reclama respeto a la ley.

Si la ley protege la libertad para ejercer el voto con libertad, la ley también expresa el derecho a defender el voto ante el reclamo de los ciudadanos.

Lo que sustenta a este derecho, es la de dejar una sociedad justa, pacífica e inclusiva, para nosotros y las futuras generaciones. Y si existen dudas en los resultados de la elección, se tiene el derecho de promover la defensa del voto promoviendo la participación ciudadana. No es ningún delito hacerlo.

Insisto en que el voto es poder y se tiene el derecho a ejercerlo. Un solo voto representa una voz. Millones de votos, representan millones de voces, y éstas no serán iguales, pero deben de ser no solo escuchadas, sino atendidas en sus demandas.

Cito unas ideas de Carlos Castañeda (consultado en 2024): “El valor de un voto es una expresión de respeto mutuo entre los ciudadanos que integran una sociedad; Es la expresión más acabada del avance civilizado de toda sociedad; Es la expresión del valor que como ser humano tenemos, basándonos en el respeto a la diferencia; Es el respeto por la diferencia para que nos permita convivir de manera pacífica para el bien común y sin confrontaciones; Pero sobre todo en igualdad, sin imposición de unos sobre otros, sin descalificaciones por pensar distinto”.

El Instituto Nacional Electoral, INE, tiene la gran responsabilidad de resolver las demandas de los actores de las elecciones y de una gran parte de la sociedad.

Deseo fervientemente que así sea, porque todos los ciudadanos que vivimos en países democráticos, cualquiera que sea el estadio en que éste se encuentre, queremos vivir con un gobierno justo, queremos vivir en armonía, sobre todo cohabitando con nuestras similitudes y diferencias, dirimiéndolas sin violencia y con razones.

No veo la razón por la que el INE no pueda escuchar, considerar atender y resolver los problemas postelectorales. Seguro estoy que las resolverá, y si así sucede, la sociedad civil asumirá con responsabilidad los resultados. ¡Hasta la próxima!