/ jueves 29 de septiembre de 2022

Orgulloso de vivir siempre pegado a la ubre gubernamental: Jaime “Calabazo” Herrera

Con una trayectoria de más de cuatro décadas en el servicio público, Jaime Herrera Valenzuela, asegura que no le ganó el apetito de volverse millonario en tres años

Con una trayectoria de más de cuatro décadas en el servicio público y 33 cargos diversos, desde diputado federal a delegado de Profeco, Jaime Herrera Valenzuela, mejor conocido como el “Calabazo”, oriundo del municipio de Canatlán, Durango, siempre ha estado pegado a la ubre gubernamental y de ello se siente sumamente orgulloso, porque vive en la honrosa medianía que le han brindado las instituciones a las que ha servido, y es que, no le ganó el apetito de volverse millonario en tres años.

Sucedió que desde su infancia, dos o tres años, su jefe, o sea su papá, le decía que tenía el pelo de calabaza, por su color amarillo. De ahí fueron luego sus hermanos, quienes le llamaron “Calabaza”.

Luego entró al internado 8 Juana Villalobos, donde al mote se observó muy femenino y le cambió una letra, en lugar de “Calabaza”, fue “Calabazo”. Ese es el origen de su sobrenombre.



La política su vida

Siempre ha vivido de la política, fue candidato desde síndico, regidor, alcalde, diputado federal, diputado local, senador. Solamente a gobernador no fue candidato.

Como en aquellas tiempos había un Jaime Herrera que era muy conocido, entonces motu proprio acentuó o le fio fuerza a su apodo, de tal manera que en sus campañas buscaba la votación para Jaime “Calabazo” Herrera, como una manera de hacer la distinción.

Hoy en día si le preguntan a la familia, a su esposa o a sus hijos, quién es el jefe de la familia, la respuesta es clara: “el Calabazo”.

Orgulloso de vivir siempre pegado a la ubre gubernamental: Jaime “Calabazo” Herrera / Foto: Victor Blanco | El Sol de Durango

Como alcalde, la gente que lo veía decía “ahí va Jaime “Calabazo” Herrera. En ceremonias oficiales, se anunciaba igualmente al “Calabazo” Herrera. A algunos les provocaba hilaridad.

Orgullosamente de Canatlán, al que él adjetiva como el pueblo más bello que hay en México, o, la antesala del cielo, al recapitular los puestos políticos que ha ocupado, un total de 33 en toda su vida, Herrera Valenzuela establece textual y categórico que siempre ha permanecido pegado a la ubre gubernamental y que se siente muy orgulloso, porque ha vivido -parafraseando al Benemérito de las Américas, Benito Juárez-, en la honrosa medianía.

Desde que fue presidente municipal sigue teniendo exactamente las mismas propiedades de entonces, en la década de los ochenta.


No le ganó la ambición de enriquecerse con miles de millones de pesos, y así al contrario, es un detractor de ver cómo la gente en tres o seis años se hacían millonarios, presidentes municipales, gobernadores, diputados, que en poco tiempo pasaban a una condición económica de privilegio.

El “Calabazo” dejó a un lado esa ruta de acopiar bienes económicos, porque asegura que de alcalde, pasó a diputado, a agente del ministerio público, a delegado de Profeco, “realmente no tenía necesidad y además nunca me ganó la codicia o el anhelo, la ambición, de hacerme rico”.



Vivo en la honrosa medianía que me han brindado las instituciones a las que he servido; tengo no más que mi casa en Canatlán, voy y vengo todos los días, llego acá, trabajo, todas las tardes me regresó. Tengo un ranchito que se compone de casi dos hectáreas, donde tengo unos manzanos, mi casa, dos vacas, gatos, perros y demás; “vivo normalmente, soy un hombre muy feliz, y sí soy el hombre más acaudalado, con cinco nietos ya, tengo una familia encantadora”.

Con una trayectoria de más de cuatro décadas en el servicio público y 33 cargos diversos, desde diputado federal a delegado de Profeco, Jaime Herrera Valenzuela, mejor conocido como el “Calabazo”, oriundo del municipio de Canatlán, Durango, siempre ha estado pegado a la ubre gubernamental y de ello se siente sumamente orgulloso, porque vive en la honrosa medianía que le han brindado las instituciones a las que ha servido, y es que, no le ganó el apetito de volverse millonario en tres años.

Sucedió que desde su infancia, dos o tres años, su jefe, o sea su papá, le decía que tenía el pelo de calabaza, por su color amarillo. De ahí fueron luego sus hermanos, quienes le llamaron “Calabaza”.

Luego entró al internado 8 Juana Villalobos, donde al mote se observó muy femenino y le cambió una letra, en lugar de “Calabaza”, fue “Calabazo”. Ese es el origen de su sobrenombre.



La política su vida

Siempre ha vivido de la política, fue candidato desde síndico, regidor, alcalde, diputado federal, diputado local, senador. Solamente a gobernador no fue candidato.

Como en aquellas tiempos había un Jaime Herrera que era muy conocido, entonces motu proprio acentuó o le fio fuerza a su apodo, de tal manera que en sus campañas buscaba la votación para Jaime “Calabazo” Herrera, como una manera de hacer la distinción.

Hoy en día si le preguntan a la familia, a su esposa o a sus hijos, quién es el jefe de la familia, la respuesta es clara: “el Calabazo”.

Orgulloso de vivir siempre pegado a la ubre gubernamental: Jaime “Calabazo” Herrera / Foto: Victor Blanco | El Sol de Durango

Como alcalde, la gente que lo veía decía “ahí va Jaime “Calabazo” Herrera. En ceremonias oficiales, se anunciaba igualmente al “Calabazo” Herrera. A algunos les provocaba hilaridad.

Orgullosamente de Canatlán, al que él adjetiva como el pueblo más bello que hay en México, o, la antesala del cielo, al recapitular los puestos políticos que ha ocupado, un total de 33 en toda su vida, Herrera Valenzuela establece textual y categórico que siempre ha permanecido pegado a la ubre gubernamental y que se siente muy orgulloso, porque ha vivido -parafraseando al Benemérito de las Américas, Benito Juárez-, en la honrosa medianía.

Desde que fue presidente municipal sigue teniendo exactamente las mismas propiedades de entonces, en la década de los ochenta.


No le ganó la ambición de enriquecerse con miles de millones de pesos, y así al contrario, es un detractor de ver cómo la gente en tres o seis años se hacían millonarios, presidentes municipales, gobernadores, diputados, que en poco tiempo pasaban a una condición económica de privilegio.

El “Calabazo” dejó a un lado esa ruta de acopiar bienes económicos, porque asegura que de alcalde, pasó a diputado, a agente del ministerio público, a delegado de Profeco, “realmente no tenía necesidad y además nunca me ganó la codicia o el anhelo, la ambición, de hacerme rico”.



Vivo en la honrosa medianía que me han brindado las instituciones a las que he servido; tengo no más que mi casa en Canatlán, voy y vengo todos los días, llego acá, trabajo, todas las tardes me regresó. Tengo un ranchito que se compone de casi dos hectáreas, donde tengo unos manzanos, mi casa, dos vacas, gatos, perros y demás; “vivo normalmente, soy un hombre muy feliz, y sí soy el hombre más acaudalado, con cinco nietos ya, tengo una familia encantadora”.

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