/ jueves 2 de mayo de 2024

El día que abusaron sexualmente de mí

Ese día me levanté muy temprano como todas las mañanas, me dirigí rumbo a mi trabajo, era docente de una escuela secundaria de un municipio aledaño a la ciudad. El ambiente escolar al interior de la institución era muy tranquilo.

Llevaba seis meses como maestra de apoyo nivel secundaria, y durante todo ese tiempo había hecho muy pocos amigos, sólo tenía uno que otro compañero de trabajo, entre ellos, Esteban, que era un hombre de aproximadamente unos 45 años de edad, su apariencia era desaliñada, parecía molesto todo el tiempo, muy pocas veces me saludaba, era muy extraño en su personalidad.

En una ocasión llegó al salón de clases donde yo prestaba mis servicios, me dijo que si le permitía unos minutos, a lo que me sorprendió porque siempre se alejaba del resto de los compañeros, por lo tanto, era algo extraño que se acercara a mí. Me preguntó que si tenía algo que hacer después de clases, me dijo que cerca de la escuela vendían comida casera muy rica y que él me invitaba, a lo que le dije que en ese momento no podía porque tenía que ir a regularizar a cuatro niños a la Casa de Cultura que después podría ser, de pronto vi que su cara era de molestia, y sin decir nada se me se dio la media vuelta y se retiró.

Yo seguí con mis clases de manera normal. Ya por la tarde me dirigí a la Casa de Cultura como todos los días para regularizar a todos los niños que iban atrasados en las materias, pasaron casi tres horas, ya eran casi las siete de la tarde, y al salir del instituto me topé con la sorpresa de que Esteban estaba parado en la puerta de entrada, se acercó a mí de una forma muy familiar, me dijo que decidió venir a buscarme para invitarme a cenar, yo me sentía muy cansada pero no quise ser grosera a lo que accedí acompañarlo, total el lugar quedaba a tan solo unas cuadras, al llegar al lugar y tomar asiento su plática se tornó algo incómoda, me decía que si me gustaba jugar Xbox, a lo que yo respondí que no, y después preguntó que si al término de cenar aceptaría ir a un lugar más tranquilo, como a un hotel donde no hubiera ruido y pudiéramos platicar, a lo que le dije que no nuevamente, que ya era un poco tarde y que debía ir a casa porque mañana tenía que estar temprano en la escuela para la reunión general y que él debería hacer lo mismo; él siguió insistiendo que debíamos ir por una copa, que la noche era larga y que aún tenemos muchas cosas que platicar, le contesté que no me había gustado su invitación al hotel, que ya era suficiente, que yo no era esa clase de mujer que se iba con cualquiera a pasar la noche, sin decir nada más se ofreció a llevarme a casa, pero yo de inmediato le dije que NO, que mi carro lo había estacionado muy cerca a la Casa de Cultura.

Volvió a insistir y empecé molestarme, a lo que contestó que no me entendía, me fui por mi carro corriendo del lugar. A la mañana siguiente al entrar al salón de clases antes de qué los niños llegaran a la escuela, me percaté que encima del escritorio había una caja de chocolates con una nota en donde decía “Perdóname por lo de ayer, no vuelve a pasar, espero podamos tomarnos una copa muy pronto”.

Estando en la reunión general se sentó junto a mí, y me dijo que si había visto la sorpresa que me tenía en el escritorio, le contesté que era mejor poner distancia, que no me anduviera regalando nada. Yo me sentía con un mal sabor de boca del día anterior, pero no quise ser nuevamente grosera. Él me dijo que saliendo de clases me esperaba en el estacionamiento para irnos a comer y le dije que no, que no podía, que tenía un compromiso. Me preguntó en un tono sarcástico que ¿Con quién estaba saliendo? Que si era casada, que porqué le mentí, empezó reclamarme como si tuviéramos una relación.

Le dije que basta, que no tenía porque dar explicación alguna de mi vida personal y que no volvería salir con él ni por un café, que dejara de invitarme y de llevarme detalles al salón. En ese momento, se levantó y se cambió de lugar, me miraba con mucho coraje, no dejaba de observarme de arriba abajo. Empecé a sentirme acosada, y muchos de mis compañeros se dieron cuenta de lo sucedido.

Al término de mi jornada laboral, me dirigí a mi vehículo y él estaba parado junto a la puerta, le dije que si no había entendido lo que le dije hace unos momentos, que me estaba haciendo sentir atemorizada. Así pasaron los días, me observaba desde lejos y no perdía oportunidad de decirme que era una persona despreciable por haberle rechazado, pasó un mes exactamente, se acercaba la fecha de mi cumpleaños y decidí hacer una comida en casa.

Yo vivía sola con mi perrito, era mi única compañía, el tiempo libre lo utilizaba en diseñar lo que sería la invitación virtual para la fiesta que organizaba y de forma muy reservada para que Esteban no se enterara que enviaría invitaciones digitales. Nunca comenté la incomodidad que él me hacía sentir a mis compañeros de trabajo. Así pasaron los días, todo transcurrió muy en paz, se llegó el día, preparé todo, deseaba pasar un muy bello día con mis compañeros de trabajo con los que más tenia cercanía y que me hacían sentir segura y tranquila. Ya eran como las ocho de la noche, Estábamos pasando una bonita velada.

Llegó la hora que me cantaron las “Mañanitas” a lo que me dirigí a la cocina por el pastel, a mi regreso me llevé una fatal sorpresa, estaba ESTEBAN de pie junto a todos mis compañeros de trabajo, y con una sonrisa sarcástica mirándome fijamente a los ojos, a lo que yo me quedé plasmada y confundida ya que yo no lo invité, me sentí tan intranquila, pero no iba a dejar que arruinar mi velada.

De pronto si dirigió a mi cocina y regresó con dos copas de vino y una me la entregó, me dijo que mi regalo era ese vino exquisito que me había servido para brindar por un año de vida, levantó la copa e incitó a que todos brindáramos por esa noche.

Pasaron aproximadamente 30 minutos del brindis, me empezó a doler la cabeza y subí a mi recamara por un par de pastillas, supuse que era por cansancio, y al bajar ya quedaban aproximadamente tres de mis compañeros y Esteban, me dijeron que se retiraban porque ya era un poco tarde y me veían algo agotada, les agradecí el haber ido, solo me quedé con Esteban en casa, le dije que se retirara que nadie lo había invitado, me dijo que me sentara un poco que me veía extraña, empecé a sentir mucho mareo, como si me hubiera tomado la botella de vino completa, le dije que no entendía que me sucedía, que tenía mucho vértigo, la cabeza me daba vueltas, ya no comprendía nada, trataba de levantarme pero no podía sostenerme por sí sola, veía a Esteban cerca de mi pero no podía moverme, era como estar consciente pero a la vez imposibilitada de valerme por mi misma, de pronto sentí como sus manos me alzaban, yo trataba de gritarle que se fuera, que me dejara en paz, pero fue inevitable, no podía emitir sonido alguno, era como si mi cuerpo, mis labios, mi voz se hubiese adormecido pero mi cerebro estaba consciente de lo que pasaba.

Sentí como me tomaba en sus brazos y me cargaba hasta llegar a mi habitación, me aventó en la cama, bajó mis pantalones con mucha fuerza y desgarró mi ropa interior, quitó mi abrigo y se postró sobre mí, empezó a violarme, sentía que me desgarraba por dentro, mis gritos solo se escuchaban en mi cabeza, mis lágrimas rodaban de dolor por mis mejillas, sentí un golpe en la cara gritándome “deja de llorar” “si bien que lo deseabas”.

En ese momento me volteó y me puso boca abajo y volvió a forzarme, lo hizo hasta que se cansó, sentía que algo escurría por mi entre pierna pero no sabía que era, ya que no podía moverme, al momento en que se levantó de la cama solo tomó mi ropa y me la aventó en la cara, me gritó que aquí quien decía cuando nos dejaríamos de ver era él no yo, y se fue muy apresurado, pude sentir el portazo de mi puerta principal.

Transcurrieron aproximadamente 20 minutos y empecé a sentir hormigueo en mis manos, ya tenía un poco de sensibilidad, lo mismo pasó con todo mi cuerpo, poco a poco empecé a moverme, y a poder tocar mis piernas, y al momento de agacharme, me asusté al ver como estaba en medio de un charco de sangre, me había desgarrado completamente, le llamé como pude a la ambulancia, sentía que me moría del dolor y del coraje.

Al llegar al hospital me pasaron de emergencia a la sala de cirugía ya que tenía un desgarre muy profundo y no podía dejar de sangrar, gracias a Dios los doctores pudieron parar la hemorragia interna. Al término de intervención y ya habiendo transcurrido toda la noche, estaban en mi cuarto de hospital unos oficiales que querían tomar mi declaración de los hechos, les dije que había sido víctima de violación por parte de mi compañero de trabajo de nombre Esteban.

Platiqué todo lo sucedido, y denuncié el hecho. Inmediatamente fueron a buscarlo, y lo llevaron detenido, en su declaración dijo que todo había sido consentido, que había bebido de más en mi fiesta, pero nada de lo que argumentó procedió debido a que en la copa que me dio a beber, de acuerdo a los análisis que me realizaron los médicos, Esteban disolvió una pastilla que me drogó y no permitió moverme, ni defenderme debido a la reacción.

Le dieron 9 años de prisión. Desde ese momento mi vida se tornó oscura, sin sentido, hubo muchos momentos en los que deseaba morirme, recordaba la forma en que me agredió, el dolor que sentía, las noches que pasaba sin poder dormir, llegué a creer que nadie podría quererme ni valorarme por lo que había sucedido, me culpaba todo el tiempo preguntándome tantas cosas, principalmente si lo hubiera hablado desde que empezó a acosarme.

Hoy en día con ayuda psicológica y psiquiátrica he tratado de encontrarle sentido a mi existir, a no culparme más, me cambié de escuela, traté de darle un giro diferente a mi vida, y he aprendido a vivir con ello.

Si tu pasaste, o estás pasando por esta misma situación, NO TE CULPES, NO TE HAGAS MAS DAÑO, mejor busca ayuda de expertos que sabrán darte auxilio, acompañamiento durante este largo proceso de sanación, no estamos solos.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88. Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

Ese día me levanté muy temprano como todas las mañanas, me dirigí rumbo a mi trabajo, era docente de una escuela secundaria de un municipio aledaño a la ciudad. El ambiente escolar al interior de la institución era muy tranquilo.

Llevaba seis meses como maestra de apoyo nivel secundaria, y durante todo ese tiempo había hecho muy pocos amigos, sólo tenía uno que otro compañero de trabajo, entre ellos, Esteban, que era un hombre de aproximadamente unos 45 años de edad, su apariencia era desaliñada, parecía molesto todo el tiempo, muy pocas veces me saludaba, era muy extraño en su personalidad.

En una ocasión llegó al salón de clases donde yo prestaba mis servicios, me dijo que si le permitía unos minutos, a lo que me sorprendió porque siempre se alejaba del resto de los compañeros, por lo tanto, era algo extraño que se acercara a mí. Me preguntó que si tenía algo que hacer después de clases, me dijo que cerca de la escuela vendían comida casera muy rica y que él me invitaba, a lo que le dije que en ese momento no podía porque tenía que ir a regularizar a cuatro niños a la Casa de Cultura que después podría ser, de pronto vi que su cara era de molestia, y sin decir nada se me se dio la media vuelta y se retiró.

Yo seguí con mis clases de manera normal. Ya por la tarde me dirigí a la Casa de Cultura como todos los días para regularizar a todos los niños que iban atrasados en las materias, pasaron casi tres horas, ya eran casi las siete de la tarde, y al salir del instituto me topé con la sorpresa de que Esteban estaba parado en la puerta de entrada, se acercó a mí de una forma muy familiar, me dijo que decidió venir a buscarme para invitarme a cenar, yo me sentía muy cansada pero no quise ser grosera a lo que accedí acompañarlo, total el lugar quedaba a tan solo unas cuadras, al llegar al lugar y tomar asiento su plática se tornó algo incómoda, me decía que si me gustaba jugar Xbox, a lo que yo respondí que no, y después preguntó que si al término de cenar aceptaría ir a un lugar más tranquilo, como a un hotel donde no hubiera ruido y pudiéramos platicar, a lo que le dije que no nuevamente, que ya era un poco tarde y que debía ir a casa porque mañana tenía que estar temprano en la escuela para la reunión general y que él debería hacer lo mismo; él siguió insistiendo que debíamos ir por una copa, que la noche era larga y que aún tenemos muchas cosas que platicar, le contesté que no me había gustado su invitación al hotel, que ya era suficiente, que yo no era esa clase de mujer que se iba con cualquiera a pasar la noche, sin decir nada más se ofreció a llevarme a casa, pero yo de inmediato le dije que NO, que mi carro lo había estacionado muy cerca a la Casa de Cultura.

Volvió a insistir y empecé molestarme, a lo que contestó que no me entendía, me fui por mi carro corriendo del lugar. A la mañana siguiente al entrar al salón de clases antes de qué los niños llegaran a la escuela, me percaté que encima del escritorio había una caja de chocolates con una nota en donde decía “Perdóname por lo de ayer, no vuelve a pasar, espero podamos tomarnos una copa muy pronto”.

Estando en la reunión general se sentó junto a mí, y me dijo que si había visto la sorpresa que me tenía en el escritorio, le contesté que era mejor poner distancia, que no me anduviera regalando nada. Yo me sentía con un mal sabor de boca del día anterior, pero no quise ser nuevamente grosera. Él me dijo que saliendo de clases me esperaba en el estacionamiento para irnos a comer y le dije que no, que no podía, que tenía un compromiso. Me preguntó en un tono sarcástico que ¿Con quién estaba saliendo? Que si era casada, que porqué le mentí, empezó reclamarme como si tuviéramos una relación.

Le dije que basta, que no tenía porque dar explicación alguna de mi vida personal y que no volvería salir con él ni por un café, que dejara de invitarme y de llevarme detalles al salón. En ese momento, se levantó y se cambió de lugar, me miraba con mucho coraje, no dejaba de observarme de arriba abajo. Empecé a sentirme acosada, y muchos de mis compañeros se dieron cuenta de lo sucedido.

Al término de mi jornada laboral, me dirigí a mi vehículo y él estaba parado junto a la puerta, le dije que si no había entendido lo que le dije hace unos momentos, que me estaba haciendo sentir atemorizada. Así pasaron los días, me observaba desde lejos y no perdía oportunidad de decirme que era una persona despreciable por haberle rechazado, pasó un mes exactamente, se acercaba la fecha de mi cumpleaños y decidí hacer una comida en casa.

Yo vivía sola con mi perrito, era mi única compañía, el tiempo libre lo utilizaba en diseñar lo que sería la invitación virtual para la fiesta que organizaba y de forma muy reservada para que Esteban no se enterara que enviaría invitaciones digitales. Nunca comenté la incomodidad que él me hacía sentir a mis compañeros de trabajo. Así pasaron los días, todo transcurrió muy en paz, se llegó el día, preparé todo, deseaba pasar un muy bello día con mis compañeros de trabajo con los que más tenia cercanía y que me hacían sentir segura y tranquila. Ya eran como las ocho de la noche, Estábamos pasando una bonita velada.

Llegó la hora que me cantaron las “Mañanitas” a lo que me dirigí a la cocina por el pastel, a mi regreso me llevé una fatal sorpresa, estaba ESTEBAN de pie junto a todos mis compañeros de trabajo, y con una sonrisa sarcástica mirándome fijamente a los ojos, a lo que yo me quedé plasmada y confundida ya que yo no lo invité, me sentí tan intranquila, pero no iba a dejar que arruinar mi velada.

De pronto si dirigió a mi cocina y regresó con dos copas de vino y una me la entregó, me dijo que mi regalo era ese vino exquisito que me había servido para brindar por un año de vida, levantó la copa e incitó a que todos brindáramos por esa noche.

Pasaron aproximadamente 30 minutos del brindis, me empezó a doler la cabeza y subí a mi recamara por un par de pastillas, supuse que era por cansancio, y al bajar ya quedaban aproximadamente tres de mis compañeros y Esteban, me dijeron que se retiraban porque ya era un poco tarde y me veían algo agotada, les agradecí el haber ido, solo me quedé con Esteban en casa, le dije que se retirara que nadie lo había invitado, me dijo que me sentara un poco que me veía extraña, empecé a sentir mucho mareo, como si me hubiera tomado la botella de vino completa, le dije que no entendía que me sucedía, que tenía mucho vértigo, la cabeza me daba vueltas, ya no comprendía nada, trataba de levantarme pero no podía sostenerme por sí sola, veía a Esteban cerca de mi pero no podía moverme, era como estar consciente pero a la vez imposibilitada de valerme por mi misma, de pronto sentí como sus manos me alzaban, yo trataba de gritarle que se fuera, que me dejara en paz, pero fue inevitable, no podía emitir sonido alguno, era como si mi cuerpo, mis labios, mi voz se hubiese adormecido pero mi cerebro estaba consciente de lo que pasaba.

Sentí como me tomaba en sus brazos y me cargaba hasta llegar a mi habitación, me aventó en la cama, bajó mis pantalones con mucha fuerza y desgarró mi ropa interior, quitó mi abrigo y se postró sobre mí, empezó a violarme, sentía que me desgarraba por dentro, mis gritos solo se escuchaban en mi cabeza, mis lágrimas rodaban de dolor por mis mejillas, sentí un golpe en la cara gritándome “deja de llorar” “si bien que lo deseabas”.

En ese momento me volteó y me puso boca abajo y volvió a forzarme, lo hizo hasta que se cansó, sentía que algo escurría por mi entre pierna pero no sabía que era, ya que no podía moverme, al momento en que se levantó de la cama solo tomó mi ropa y me la aventó en la cara, me gritó que aquí quien decía cuando nos dejaríamos de ver era él no yo, y se fue muy apresurado, pude sentir el portazo de mi puerta principal.

Transcurrieron aproximadamente 20 minutos y empecé a sentir hormigueo en mis manos, ya tenía un poco de sensibilidad, lo mismo pasó con todo mi cuerpo, poco a poco empecé a moverme, y a poder tocar mis piernas, y al momento de agacharme, me asusté al ver como estaba en medio de un charco de sangre, me había desgarrado completamente, le llamé como pude a la ambulancia, sentía que me moría del dolor y del coraje.

Al llegar al hospital me pasaron de emergencia a la sala de cirugía ya que tenía un desgarre muy profundo y no podía dejar de sangrar, gracias a Dios los doctores pudieron parar la hemorragia interna. Al término de intervención y ya habiendo transcurrido toda la noche, estaban en mi cuarto de hospital unos oficiales que querían tomar mi declaración de los hechos, les dije que había sido víctima de violación por parte de mi compañero de trabajo de nombre Esteban.

Platiqué todo lo sucedido, y denuncié el hecho. Inmediatamente fueron a buscarlo, y lo llevaron detenido, en su declaración dijo que todo había sido consentido, que había bebido de más en mi fiesta, pero nada de lo que argumentó procedió debido a que en la copa que me dio a beber, de acuerdo a los análisis que me realizaron los médicos, Esteban disolvió una pastilla que me drogó y no permitió moverme, ni defenderme debido a la reacción.

Le dieron 9 años de prisión. Desde ese momento mi vida se tornó oscura, sin sentido, hubo muchos momentos en los que deseaba morirme, recordaba la forma en que me agredió, el dolor que sentía, las noches que pasaba sin poder dormir, llegué a creer que nadie podría quererme ni valorarme por lo que había sucedido, me culpaba todo el tiempo preguntándome tantas cosas, principalmente si lo hubiera hablado desde que empezó a acosarme.

Hoy en día con ayuda psicológica y psiquiátrica he tratado de encontrarle sentido a mi existir, a no culparme más, me cambié de escuela, traté de darle un giro diferente a mi vida, y he aprendido a vivir con ello.

Si tu pasaste, o estás pasando por esta misma situación, NO TE CULPES, NO TE HAGAS MAS DAÑO, mejor busca ayuda de expertos que sabrán darte auxilio, acompañamiento durante este largo proceso de sanación, no estamos solos.

Si requieres atención en Psicología o Tanatología, no dudes en comunicarte a los teléfonos 618-5-24-62-33 y 618-2-38-08-88. Fundación Beleshka Por Una Nueva Vida tiene las puertas abiertas para brindarte ayuda ante cualquier situación en salud mental, emocional y psicológica que presentes.

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