/ viernes 19 de octubre de 2018

Jóvenes volver a pensar

El efecto Dunning-Kruger en próxima administración

El efecto es un sesgo cognitivo, según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real.

Este sesgo se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Por el contrario, los individuos altamente cualificados tienden a subestimar su competencia relativa, asumiendo erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos también son fáciles para otros.

David Dunning y Justin Kruger de la Universidad de Cornell - (premio Ig Nobel en el año 2000 por su trabajo)- concluyeron que: “La sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás”.

Ellos investigaron cierto número de estudios previos que tendían a sugerir que, en diversas habilidades como la comprensión lectora, conducción de vehículos de motor y juegos como el ajedrez o el tenis, “La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento” (como dijo Charles Darwin). Su hipótesis es que, en una habilidad típica que los humanos poseen en mayor o menor grado: Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.

Y ellos los incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros. Otro sinónimo sería la correlación entre estupidez y vanidad. La mente humana aprehende la realidad a través de un proceso mental de conceptualización que clasifica los fenómenos observados por los sentidos en una serie de categorías.

A mayor desarrollo intelectual las categorías son más numerosas y poseen muchos más matices, pero, por contra, a un menor desarrollo este número es menor y además son más simplonas lo que da lugar a una interpretación de la realidad simple y bastante deformada.

Así pues, los más incompetentes, según la doctora Krugger, sufrían un doble agravio: “no sólo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello”. En todo caso, y como se ha apuntado frecuentemente, el efecto Dunning-Krugger. El susodicho efecto nos enseña que antes de valorar la opinión de alguien negativamente hay que considerar la posibilidad de que no se dé cuenta de que está errado porque psicológicamente no puede hacerlo.

Y eso nos lleva a otro problema: Los equivocados podemos ser nosotros y no ser conscientes de ello. Seguramente ya hayas oído hablar de los culpables de esta situación: los sesgos cognitivos. Estos errores en el pensamiento se producen por la propia forma en que nuestro cerebro procesa la información y son imposibles de erradicar.

Son atajos de nuestra mente para obtener una respuesta rápida. Y en un mundo de pensamiento rápido y multitarea, han dejado de ser un recurso para convertirse en un modelo constante de pensamiento superficial que lo invade todo.

En todo caso, cuando hay una divergencia sería que impide avanzar, siempre hay que tener en cuenta que se puede estar produciendo y actuar en consecuencia, se trata de comprender que probablemente es un tema de formación. Hay que formar al individuo tanto para que pueda entender el problema como para que se dé cuenta de verdad de que antes no lo entendía. En todo caso, saber que existe nos debe enseñar a ser humildes.

A saber, que en nuestro cerebro hay algo que nos lleva en ocasiones a ver con total nitidez que estamos en posesión de la razón en un tema y sin embargo tratarse de una ilusión. Y eso, cuando alguien dirige un equipo o una empresa o a una nación puede llevar a tomar decisiones muy perjudiciales.

¿Realmente estás más preparado que tu interlocutor en ese tema o lo que pasa es que tus conocimientos de la materia no son los suficientes para que puedas comprender que el otro tiene razón? Pregunta que le formulo al presidente electo y a su gabinete: ¿O están contagiados de este efecto?

Aurea mediocritas. “Dorada mediocridad”.

tomymx@me.com

El efecto Dunning-Kruger en próxima administración

El efecto es un sesgo cognitivo, según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real.

Este sesgo se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Por el contrario, los individuos altamente cualificados tienden a subestimar su competencia relativa, asumiendo erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos también son fáciles para otros.

David Dunning y Justin Kruger de la Universidad de Cornell - (premio Ig Nobel en el año 2000 por su trabajo)- concluyeron que: “La sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás”.

Ellos investigaron cierto número de estudios previos que tendían a sugerir que, en diversas habilidades como la comprensión lectora, conducción de vehículos de motor y juegos como el ajedrez o el tenis, “La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento” (como dijo Charles Darwin). Su hipótesis es que, en una habilidad típica que los humanos poseen en mayor o menor grado: Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.

Y ellos los incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros. Otro sinónimo sería la correlación entre estupidez y vanidad. La mente humana aprehende la realidad a través de un proceso mental de conceptualización que clasifica los fenómenos observados por los sentidos en una serie de categorías.

A mayor desarrollo intelectual las categorías son más numerosas y poseen muchos más matices, pero, por contra, a un menor desarrollo este número es menor y además son más simplonas lo que da lugar a una interpretación de la realidad simple y bastante deformada.

Así pues, los más incompetentes, según la doctora Krugger, sufrían un doble agravio: “no sólo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello”. En todo caso, y como se ha apuntado frecuentemente, el efecto Dunning-Krugger. El susodicho efecto nos enseña que antes de valorar la opinión de alguien negativamente hay que considerar la posibilidad de que no se dé cuenta de que está errado porque psicológicamente no puede hacerlo.

Y eso nos lleva a otro problema: Los equivocados podemos ser nosotros y no ser conscientes de ello. Seguramente ya hayas oído hablar de los culpables de esta situación: los sesgos cognitivos. Estos errores en el pensamiento se producen por la propia forma en que nuestro cerebro procesa la información y son imposibles de erradicar.

Son atajos de nuestra mente para obtener una respuesta rápida. Y en un mundo de pensamiento rápido y multitarea, han dejado de ser un recurso para convertirse en un modelo constante de pensamiento superficial que lo invade todo.

En todo caso, cuando hay una divergencia sería que impide avanzar, siempre hay que tener en cuenta que se puede estar produciendo y actuar en consecuencia, se trata de comprender que probablemente es un tema de formación. Hay que formar al individuo tanto para que pueda entender el problema como para que se dé cuenta de verdad de que antes no lo entendía. En todo caso, saber que existe nos debe enseñar a ser humildes.

A saber, que en nuestro cerebro hay algo que nos lleva en ocasiones a ver con total nitidez que estamos en posesión de la razón en un tema y sin embargo tratarse de una ilusión. Y eso, cuando alguien dirige un equipo o una empresa o a una nación puede llevar a tomar decisiones muy perjudiciales.

¿Realmente estás más preparado que tu interlocutor en ese tema o lo que pasa es que tus conocimientos de la materia no son los suficientes para que puedas comprender que el otro tiene razón? Pregunta que le formulo al presidente electo y a su gabinete: ¿O están contagiados de este efecto?

Aurea mediocritas. “Dorada mediocridad”.

tomymx@me.com