/ martes 9 de febrero de 2021

Jóvenes volver a pensar

Ética y pandemia


Las situaciones de crisis exigen de los responsables de la salud pública un ejercicio de planificación previo usando diversos escenarios potenciales.

Este trabajo facilita la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre en el que los aspectos éticos deben ser una de las principales guías. Es en este aspecto, el de la ética, en el que quiero centrar este comentario. La experiencia de la crisis actual permite enumerar, de manera no exhaustiva, algunas situaciones/conflictos, en los que es necesaria una mirada desde la ética:

El conflicto entre los derechos individuales frente a la protección de la salud colectiva; el aislamiento domiciliario de casos y contactos, de colectivos cerrados (prisiones) o el cierre de las escuelas (derecho a la educación frente a protección de la salud de los niños y jóvenes) son posibles decisiones en las que se genera un desafío entre distintos niveles del derecho.

La necesidad de priorizar qué pacientes reciben tratamientos especializados limitados en su disponibilidad (por ejemplo camas y respiradores). Las vacunas tardan en producirse y los contratos para su adquisición se hacen cuando aún no hay suficiente conocimiento sobre la posible evolución de la pandemia y sobre la seguridad de las vacunas. La capacidad de producción de las vacunas normalmente será limitada y los países tendrán que hacer contratos para garantizarse un abastecimiento rápido.

El personal de salud también nos enfrentamos a dilemas éticos: El miedo al contagio propio o de familiares cercanos o la necesidad de cuidar a miembros enfermos de su familia les pondrá en el dilema de acudir a su puesto de trabajo o permanecer en casa.

Como todas las crisis, una situación de pandemia es una buena oportunidad para demostrar nuestros mejores principios: justicia, solidaridad, equidad, transparencia, y reciprocidad, y esto tendrá que verse reflejado explícitamente en las futuras versiones de los planes de respuesta a una pandemia.

Creemos que el mantenimiento y exigencia de un protocolo ético para la situación de pandemia es de obligado cumplimiento y como ciudadano, profesor y médico lo exigimos como ética y evidencia científica de obligado cumplimiento.

Una sanidad sin ética no es sanidad y se debe tener siempre en cuenta tanto los profesionales como los responsables políticos, sin excepción. Aquí la noble actividad de la política no debe de tener cabida.

Seguimos practicando el humanismo activo que nos mueve y seguiremos luchando para no dejar a nadie atrás. No hay mayor satisfacción que la satisfacción del deber cumplido sin esperar nada a cambio. Fluctuat nec mergitur. “Es sacudido por las olas, pero no se hunde”.

Ética y pandemia


Las situaciones de crisis exigen de los responsables de la salud pública un ejercicio de planificación previo usando diversos escenarios potenciales.

Este trabajo facilita la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre en el que los aspectos éticos deben ser una de las principales guías. Es en este aspecto, el de la ética, en el que quiero centrar este comentario. La experiencia de la crisis actual permite enumerar, de manera no exhaustiva, algunas situaciones/conflictos, en los que es necesaria una mirada desde la ética:

El conflicto entre los derechos individuales frente a la protección de la salud colectiva; el aislamiento domiciliario de casos y contactos, de colectivos cerrados (prisiones) o el cierre de las escuelas (derecho a la educación frente a protección de la salud de los niños y jóvenes) son posibles decisiones en las que se genera un desafío entre distintos niveles del derecho.

La necesidad de priorizar qué pacientes reciben tratamientos especializados limitados en su disponibilidad (por ejemplo camas y respiradores). Las vacunas tardan en producirse y los contratos para su adquisición se hacen cuando aún no hay suficiente conocimiento sobre la posible evolución de la pandemia y sobre la seguridad de las vacunas. La capacidad de producción de las vacunas normalmente será limitada y los países tendrán que hacer contratos para garantizarse un abastecimiento rápido.

El personal de salud también nos enfrentamos a dilemas éticos: El miedo al contagio propio o de familiares cercanos o la necesidad de cuidar a miembros enfermos de su familia les pondrá en el dilema de acudir a su puesto de trabajo o permanecer en casa.

Como todas las crisis, una situación de pandemia es una buena oportunidad para demostrar nuestros mejores principios: justicia, solidaridad, equidad, transparencia, y reciprocidad, y esto tendrá que verse reflejado explícitamente en las futuras versiones de los planes de respuesta a una pandemia.

Creemos que el mantenimiento y exigencia de un protocolo ético para la situación de pandemia es de obligado cumplimiento y como ciudadano, profesor y médico lo exigimos como ética y evidencia científica de obligado cumplimiento.

Una sanidad sin ética no es sanidad y se debe tener siempre en cuenta tanto los profesionales como los responsables políticos, sin excepción. Aquí la noble actividad de la política no debe de tener cabida.

Seguimos practicando el humanismo activo que nos mueve y seguiremos luchando para no dejar a nadie atrás. No hay mayor satisfacción que la satisfacción del deber cumplido sin esperar nada a cambio. Fluctuat nec mergitur. “Es sacudido por las olas, pero no se hunde”.