/ viernes 11 de marzo de 2022

Jóvenes Volver a Pensar

Sí, efectivamente, nuestra Universidad es sesenta y seis años más joven, ya que su real historia comienza en el año de 1596, cuando los padres Francisco Gutiérrez, superior, Gerónimo Ramírez, Juan Agustín de Espinoza, Pedro de la Serna y los hermanos Juan de la Carrera y Vicente Beltrán pasaron a ocupar el predio que hoy comprende el edificio central de la UJED, el templo de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, el edificio contiguo.

La construcción del Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús en Durango—que hoy se encuentra en pie y hace las veces de rectoría de la Universidad Juárez del Estado de Durango data de la segunda mitad del siglo XVIII; más exactamente, el proceso de su edificación comprende los años de 1748 a 1777.

Su importancia es singular, ya que fue la institución educativa virreinal más desarrollada en todo el norte de la Nueva España y en ella se formó el clero secular y la intelectualidad de la provincia neovizcaína.

Sin embargo, la fundación no fue posible sino hasta avanzado el siglo XVII, debido tanto al lento y endeble crecimiento demográfico y urbanístico de la Villa de Guadiana, como al hecho de que la mayoría de los jesuitas que operaban en la provincia de Nueva Vizcaya se dedicaban, a pesar de su alta preparación académica, a la evangelización de las poblaciones nativas, lo cual no quiere decir que hayan descuidado la enseñanza formal en la Villa de Guadiana, sólo que ésta estuvo limitada básicamente a la impartición de primeras letras, en tanto que la cátedra de gramática se interrumpió varias veces.

En 1616, año en que los indios de la nación tepehuana se levantaron en armas contra los españoles con el fin de expulsarlos, dando muerte a ocho padres de la Compañía. El templo vino a ser el sepulcro de los mártires, y en 1634, éste serviría para alojar a la catedral -destruida por un incendio- hasta 1640, año en que estaba reconstruida casi en su totalidad.

El año de dotación del Colegio de Guadiana tuvo efecto en 1634, si por esto entendemos, de acuerdo con los jesuitas, La dotación de recursos suficientes para el sustento de maestros que pudiesen hacerse cargo de la impartición de cursos de gramática, teología y, tan pronto como fuese posible, filosofía.

Después de la expulsión de los jesuitas, en 1767, el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús y sus bienes pasaron a ser administrados por la Junta de Temporalidades, pero en el caso particular de Durango, el gobernador de la provincia, José Carlos de Agüero, dispuso que pasara a poder del Cabildo eclesiástico, y por ende al Seminario Conciliar.

Fue el obispo Antonio Macaruyá y Minguilla de Aquilanín quien le dio el último impulso. Cuando llegó a Durango a principios de 1772, el obispo se encontró con la obra interrumpida, y tal vez por pertenecer a la Mitra puso especial interés en continuar el trabajo hasta su conclusión.

El Colegio se terminó de reedificar en 1777, y la iglesia, que había sido derribada poco antes de la expulsión jesuita; resurgió en 1783 como la viceparroquia de EI Sagrario. Luego en la época post-Independencia pasa a llamarse Colegio civil de Durango, en el período de Post -Reforma como Instituto Juárez, y a partir del 1957, Universidad Juárez del Estado de Durango, en mi familia, Alma Mater de mis hijos, padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo y mi “Chozno”, son 426 años, de nuestra casa de ciencia duranguense…. Virtuti et Merito.


tomymx@hotmail.com


Sí, efectivamente, nuestra Universidad es sesenta y seis años más joven, ya que su real historia comienza en el año de 1596, cuando los padres Francisco Gutiérrez, superior, Gerónimo Ramírez, Juan Agustín de Espinoza, Pedro de la Serna y los hermanos Juan de la Carrera y Vicente Beltrán pasaron a ocupar el predio que hoy comprende el edificio central de la UJED, el templo de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, el edificio contiguo.

La construcción del Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús en Durango—que hoy se encuentra en pie y hace las veces de rectoría de la Universidad Juárez del Estado de Durango data de la segunda mitad del siglo XVIII; más exactamente, el proceso de su edificación comprende los años de 1748 a 1777.

Su importancia es singular, ya que fue la institución educativa virreinal más desarrollada en todo el norte de la Nueva España y en ella se formó el clero secular y la intelectualidad de la provincia neovizcaína.

Sin embargo, la fundación no fue posible sino hasta avanzado el siglo XVII, debido tanto al lento y endeble crecimiento demográfico y urbanístico de la Villa de Guadiana, como al hecho de que la mayoría de los jesuitas que operaban en la provincia de Nueva Vizcaya se dedicaban, a pesar de su alta preparación académica, a la evangelización de las poblaciones nativas, lo cual no quiere decir que hayan descuidado la enseñanza formal en la Villa de Guadiana, sólo que ésta estuvo limitada básicamente a la impartición de primeras letras, en tanto que la cátedra de gramática se interrumpió varias veces.

En 1616, año en que los indios de la nación tepehuana se levantaron en armas contra los españoles con el fin de expulsarlos, dando muerte a ocho padres de la Compañía. El templo vino a ser el sepulcro de los mártires, y en 1634, éste serviría para alojar a la catedral -destruida por un incendio- hasta 1640, año en que estaba reconstruida casi en su totalidad.

El año de dotación del Colegio de Guadiana tuvo efecto en 1634, si por esto entendemos, de acuerdo con los jesuitas, La dotación de recursos suficientes para el sustento de maestros que pudiesen hacerse cargo de la impartición de cursos de gramática, teología y, tan pronto como fuese posible, filosofía.

Después de la expulsión de los jesuitas, en 1767, el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús y sus bienes pasaron a ser administrados por la Junta de Temporalidades, pero en el caso particular de Durango, el gobernador de la provincia, José Carlos de Agüero, dispuso que pasara a poder del Cabildo eclesiástico, y por ende al Seminario Conciliar.

Fue el obispo Antonio Macaruyá y Minguilla de Aquilanín quien le dio el último impulso. Cuando llegó a Durango a principios de 1772, el obispo se encontró con la obra interrumpida, y tal vez por pertenecer a la Mitra puso especial interés en continuar el trabajo hasta su conclusión.

El Colegio se terminó de reedificar en 1777, y la iglesia, que había sido derribada poco antes de la expulsión jesuita; resurgió en 1783 como la viceparroquia de EI Sagrario. Luego en la época post-Independencia pasa a llamarse Colegio civil de Durango, en el período de Post -Reforma como Instituto Juárez, y a partir del 1957, Universidad Juárez del Estado de Durango, en mi familia, Alma Mater de mis hijos, padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo y mi “Chozno”, son 426 años, de nuestra casa de ciencia duranguense…. Virtuti et Merito.


tomymx@hotmail.com