/ viernes 22 de marzo de 2019

La intolerancia de los tolerantes

En estos tiempos de la mal llamada 4T, la tolerancia parece ser uno de los valores más cotizados en el mercado de la posmodernidad. En una época donde el relativismo ético se impone con una fuerza tan brutal como embrutecedora, la tolerancia -gran paradoja- parece ser el bien absoluto que debe buscarse y defenderse a toda costa.

Siempre y cuando el sujeto de la tolerancia, sea “políticamente correcto”, “Y haya votado por mí…”. En la teoría, todo se puede tolerar; en la práctica, no se tolera que se pongan límites a la ‘libertad’. Todo se puede tolerar, siempre y cuando no se critique el mal uso -el abuso- de la democracia. No se tolera el orden, ni la autoridad, ni la jerarquía, ni nada que ponga obstáculos a la ‘libertad’.

Todos gritan a coro que el valor absoluto a defender, es la "libertad"; y olvidan que ésta, para ser verdadera, debe estar cimentada en la Verdad, y ordenada al Bien. No se tolera que se diga que las mayorías se pueden equivocar. La democracia -que tiene grandes virtudes, por cierto-, como todo nuestro sistema político, tiene también sus defectos y puede por ello, ser mal utilizada.

Hoy la mayoría dice que hay que esperar el resultado oficial del INE, al cambiar las circunstancias, la mayoría dice que hay que esperara al TRIFE. ¿Cuál de las dos mayorías tiene razón? Claro, que cuando los problemas se reducen a aumentar y bajar votos, o asuntos por el estilo, las distintas opciones son perfectamente opinables.

Pero cuando se habla de INE, TRIFE, legalidad, transparencia y ciudadanización. Pero esto, no se puede siquiera mencionar sin ser tildado de fascista, porque es… sencillamente intolerable. No se tolera que alguien exprese un pensamiento opuesto a lo "políticamente correcto": a quien lo haga, se le trata de intolerante, mapache, delincuente electoral, ultra-derecha, conservador, oscurantista, fundamentalista, retrógrado, cavernícola “fi-fi” y otros motes que sólo tienen por objeto denigrar a la persona.

Cuando se carece de argumentos para atacar las ideas, se ataca a las personas que las expresan… No se tolera que quien piense distinto, lo diga públicamente. Sólo los tolerantes pueden expresar sus pensamientos en los medios, que siempre están a su disposición -aún aquellos que se consideran "buenos". Critican violentamente a quienes no se guardan sus discrepancias para su fuero interno, para el ámbito privado de la conciencia.

No sea que influyan negativamente en el "nuevo orden mundial", sobre la "aldea bolivariana" que están intentando construir, sobre el gelatinoso cimiento de la tolerancia. Es la hora de redoblar los esfuerzos cívicos, es hora de resistir con fortaleza y paciencia, en la erradicación de la mayor hipocresía del excandidato ganador, hoy presidente, ante el cual palidece el mal ejemplo farisaico; buscando por todos los medios, ganar, a la terquedad, y llamar intolerantes a los tolerantes…

Cum lupus addiscit psalmos desiderat agnos: “Cuando el lobo aprende salmos, echa de menos a los corderos”.

tomymx@me.com

En estos tiempos de la mal llamada 4T, la tolerancia parece ser uno de los valores más cotizados en el mercado de la posmodernidad. En una época donde el relativismo ético se impone con una fuerza tan brutal como embrutecedora, la tolerancia -gran paradoja- parece ser el bien absoluto que debe buscarse y defenderse a toda costa.

Siempre y cuando el sujeto de la tolerancia, sea “políticamente correcto”, “Y haya votado por mí…”. En la teoría, todo se puede tolerar; en la práctica, no se tolera que se pongan límites a la ‘libertad’. Todo se puede tolerar, siempre y cuando no se critique el mal uso -el abuso- de la democracia. No se tolera el orden, ni la autoridad, ni la jerarquía, ni nada que ponga obstáculos a la ‘libertad’.

Todos gritan a coro que el valor absoluto a defender, es la "libertad"; y olvidan que ésta, para ser verdadera, debe estar cimentada en la Verdad, y ordenada al Bien. No se tolera que se diga que las mayorías se pueden equivocar. La democracia -que tiene grandes virtudes, por cierto-, como todo nuestro sistema político, tiene también sus defectos y puede por ello, ser mal utilizada.

Hoy la mayoría dice que hay que esperar el resultado oficial del INE, al cambiar las circunstancias, la mayoría dice que hay que esperara al TRIFE. ¿Cuál de las dos mayorías tiene razón? Claro, que cuando los problemas se reducen a aumentar y bajar votos, o asuntos por el estilo, las distintas opciones son perfectamente opinables.

Pero cuando se habla de INE, TRIFE, legalidad, transparencia y ciudadanización. Pero esto, no se puede siquiera mencionar sin ser tildado de fascista, porque es… sencillamente intolerable. No se tolera que alguien exprese un pensamiento opuesto a lo "políticamente correcto": a quien lo haga, se le trata de intolerante, mapache, delincuente electoral, ultra-derecha, conservador, oscurantista, fundamentalista, retrógrado, cavernícola “fi-fi” y otros motes que sólo tienen por objeto denigrar a la persona.

Cuando se carece de argumentos para atacar las ideas, se ataca a las personas que las expresan… No se tolera que quien piense distinto, lo diga públicamente. Sólo los tolerantes pueden expresar sus pensamientos en los medios, que siempre están a su disposición -aún aquellos que se consideran "buenos". Critican violentamente a quienes no se guardan sus discrepancias para su fuero interno, para el ámbito privado de la conciencia.

No sea que influyan negativamente en el "nuevo orden mundial", sobre la "aldea bolivariana" que están intentando construir, sobre el gelatinoso cimiento de la tolerancia. Es la hora de redoblar los esfuerzos cívicos, es hora de resistir con fortaleza y paciencia, en la erradicación de la mayor hipocresía del excandidato ganador, hoy presidente, ante el cual palidece el mal ejemplo farisaico; buscando por todos los medios, ganar, a la terquedad, y llamar intolerantes a los tolerantes…

Cum lupus addiscit psalmos desiderat agnos: “Cuando el lobo aprende salmos, echa de menos a los corderos”.

tomymx@me.com