/ sábado 7 de marzo de 2020

La transición democrática en México: del 68 a la 4T, vista en primera persona: El Golden Boy en la Presidencia

(41 de 45)

A la memoria de Pedrito Rocha Sida; hombre generoso, creativo y excelente pianista

La expulsión, el día 11 de mayo del 2012, de Enrique Peña Nieto (EPN) de la Universidad Iberoamericana (UIA) y el surgimiento del Movimiento #YoSoy132 fue un verdadero parteaguas de la campaña electoral de ese año que nadie se esperaba.

Por eso, muy bien podríamos decir que hubo una campaña electoral antes y otra después de esta fecha. La primera de estas etapas estuvo hegemonizada fundamentalmente por la candidatura de EPN, mientras que la segunda fue la que se desarrolló a partir del 11 mayo hasta las elecciones del 1º. de julio en donde encontramos a un EPN abiertamente cuestionado y políticamente en descenso no obstante seguir como puntero en las preferencias electorales, al tiempo que también se observó a un Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en evidente ascenso quien ya no le disputaba el segundo lugar a la panista Josefina Vázquez Mota, sino el primero a EPN.

Las características en las que surgió y se desarrolló el Movimiento #YoSoy132 fueron inéditas en la historia del Movimiento Estudiantil mexicano. Se trató de una movilización que sin tener la necesidad de llevar a cabo las largas y acaloradas asambleas, ni de poner las tradicionales banderas rojinegras y de instalar los piquetes de guardia en las puertas de los planteles, más pronto de lo esperado y como reguero de pólvora, la protesta se generalizó y se extendió a decenas de instituciones de enseñanza media y superior, públicas y privadas, ubicadas tanto en la capital mexicana como en el interior de la República, teniendo como eje articulador por lo menos dos objetivos básicos: 1). El rechazo a la candidatura presidencial de EPN y, 2). La democratización de los medios de comunicación masiva y más particularmente de Televisa, principal promotora de la candidatura presidencial del mexiquense.

De esta manera, pues, en la Ciudad de México, los plebeyos o chairos de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, la Escuela Nacional de Antropología e Historia ENAH y muchas otras instituciones de educación superior de carácter público tomaron la calle y comenzaron a marchar conjuntamente con los antiguos pirrurris o fifís de la Universidad Iberoamericana, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la UNITEC, la Universidad Lasalle, etcétera. Esta tendencia también se observaría entre los estudiantes poblanos en donde los antiguos Carolinos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) marcharon junto a los Fúas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

El hecho de que ahora estudiantes política e ideológicamente tan disímbolos estuviesen estrechamente unificados se debió a la profunda animadversión a la candidatura de EPN. Sin embargo, esta animadversión no era ninguna casualidad, ni tampoco era gratuita, sino consecuencia del justificado temor de este activo sector de la población a que el viejo régimen priista, en esta elección representado por EPN, regresara de nueva cuenta a Palacio Nacional. Aunque no únicamente era esto, sino que también pesaba el recuerdo de la política autoritaria y represiva que el multicitado candidato había implementado durante seis años (2005-2011) cuando gobernó el Estado de México.

Por eso, a partir de ese “viernes negro” y de la posterior aparición y extensión del Movimiento #YoSoy132 se pudo detectar que el voto estudiantil del proceso electoral del 2012 no sería ni para EPN ni mucho menos para el llamado “Nuevo PRI” y del que tanto hacía énfasis el Golden Boy mexiquense, sino para AMLO, el candidato de las izquierdas, tal y como se pudo constatar a través de una serie de indicadores, como lo fueron entre otros los simulacros de votación que se llevaron a cabo entre los meses de mayo y junio en diferentes escuelas públicas y privadas en los cuales el perredista siempre aparecía como el favorito de los jóvenes. Así por ejemplo, el 18 de mayo, en un simulacro electoral que se realizó en las escuelas y facultades de la UNAM, AMLO, obtuvo el 85.99% de los votos, por apenas el 5.05% de EPN, el 4.52% de Josefina Vázquez Mota (JVM) y el 4.44% de Gabriel Quadri (GQ). Asimismo, el día 30 de mayo, pero ahora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México se efectuó otro simulacro de votación en el que AMLO registró el 91.2% de los votos, por 3.5% de EPN, 1.3 de JVM y 0.8% de GQ. Igualmente, se efectuaron simulacros en varias instituciones privadas, mismos que también fueron ganados por AMLO, aunque con un porcentaje menor que en las instituciones públicas.

Por otra parte, el día 21 de mayo, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, tuvo lugar el “Encuentro Nacional de Estudiantes con AMLO”, con la asistencia de miles de estudiantes de enseñanza media y superior de por lo menos 17 estados de la República que llenaron la histórica plaza.

Toda esta serie de hechos fueron modificando sustancialmente la correlación de fuerzas que meses antes había existido ampliamente favorable para EPN. Esta nueva realidad pudo verse cuando el día 12 de junio, en el diario Reforma se dio a conocer una encuesta electoral que había sido financiada por académicos de la UNAM, El Colegio de México y la UAM en la que por primera vez se habló de un empate técnico entre EPN y AMLO, ambos con más de 30 puntos pero con menos de 40, mientras que la candidata de la derecha se ubicaba por abajo de los 30 puntos.

Tanto el evidente ascenso electoral de AMLO como la serie de acciones de rechazo hacia EPN realizadas por el cada vez más activo Movimiento #YoSoy132, asustaron al candidato presidencial priista, obligándolo a buscar opciones para contrarrestar una eventual debacle electoral en las urnas. Tras este objetivo, encabezada por EPN, así como por Pedro Joaquín Coldwell, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, presidente y responsable de Organización del PRI Nacional y coordinador de la campaña, respectivamente, el día 13 de junio, en la casa del mandatario mexiquense Eruviel Ávila, tuvo lugar una reunión secreta a la que asistieron 16 de los 20 gobernadores con los que en ese entonces contaba este partido. El objetivo de dicha reunión fue fijarle a cada uno de los gobernadores presentes una cuota determinada de votos el día de la elección, así como la obligación de transferir parte de los recursos públicos de su respectiva entidad federativa para los gastos de la campaña electoral.

Algunos de los gobernadores presentes en la multicitada reunión fueron, entre otros: César Duarte, Rubén Moreira, Javier Duarte, Andrés Granier, Roberto Salgado, Rodrigo Medina, Fernando Toranzo, Miguel Alonso Reyes y Jorge Herrera Caldera, gobernador del estado de Durango, quien siempre se caracterizó por ser uno de los más connotados e incondicionales admiradores de Enrique Peña Nieto.

Al respecto de este célebre conclave mexiquense, en el libro: Cleptocracia. El nuevo modelo de la corrupción, de la autoría del politólogo Jenaro Villamil, escribe: “La mayoría de los presentes fueron los responsables de una práctica que llegó para quedarse: la triangulación de fondos públicos a través de una red de empresas ‘fantasmas’ o de prestanombres que luego se convertirían en una compleja red de financiamiento para la compra de voto, el pago de operadores y el robo. […]. La maquinación para llevar a Peña Nieto al poder y que el PRI recuperara la presidencia de la República fue múltiple y se caracterizó por la nueva práctica de peculado electoral, que detonó la actual crisis de exgobernadores prófugos y sentenciado; se transitó del ‘pase de charola’ a la triangulación multimillonaria de recursos obtenidos de las obras públicas concesionadas, del desvío de las arcas públicas, de la inversión multimillonaria y sin fiscalización a las televisoras (en especial Televisa) y, por supuesto, de las cuotas del narcotráfico.”

Casi tres semanas después del conclave de los gobernadores se llevaron a cabo las elecciones federales. El PRI, tal y como históricamente lo había practicado echó mano de todos los recursos habidos y por haber, así como de todo un ejército de operadores electorales refaccionados con mucho dinero para la compra de votos. Así, una de las formas de operación en esta ocasión más escandalosa fue el uso de las tarjetas Monex y Soriana. El PRI estaba decidido a ganar estas elecciones y volver a la Presidencia de la República a como diese lugar.

Los resultados finales de estas elecciones fueron para EPN del PRI: 18,727,398 votos (38.21%) más 207 diputaciones y 52 senadurías; AMLO del PRD: 15,535,117 (31.61%), más 100 diputaciones y 22 senadurías; JVM del PAN:12,473,106 (25.39%) más 114 diputaciones y 38 senadurías del PAN; GQ del PANAL: 1,129, 108 (2.29%) más 10 diputaciones y 1 senaduría; PVEM aliado al PRI: 34 diputaciones y 9 senadurías; PT que apoyó a AMLO: 19 diputaciones y 4 senadurías y Movimiento Ciudadano quien también se sumó a AMLO: 16 diputaciones y 2 senadurías.

Al fin y luego de siete años, desde septiembre del 2005 EPN el delfín de los atlacomulcos, Arturo Montiel y Carlos Salinas de Gortari, arribaba a la Presidencia de la República luego de unas elecciones que a decir de César Cansino en el libro México en ruinas: observaron un sinnúmero de irregularidades. “Los ilícitos e inequidades durante la contienda fueron tan burdos y grotescos que constituyen un agravio a todos los que vivimos en este país, incluidos los que votaron por Peña Nieto, desde la imposición mediática del candidato […] hasta el escabroso caso del Monexgate pasando por la manipulación de las encuestadoras, la compra indiscriminada de votos a favor de Peña Nieto, el exorbitante uso de recursos para la campaña del priista y cientos de irregularidades más.

Fueron tantas y tan evidentes las anomalías que por momentos parecía que estábamos instalados todavía en la era de las elecciones simuladas y ficticias que el PRI montó durante décadas. Más aún, las elecciones de 2012 hacen que las inconsistencias de las elecciones precedentes (2006) parezcan cosa de niños”.


*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com


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A la memoria de Pedrito Rocha Sida; hombre generoso, creativo y excelente pianista

La expulsión, el día 11 de mayo del 2012, de Enrique Peña Nieto (EPN) de la Universidad Iberoamericana (UIA) y el surgimiento del Movimiento #YoSoy132 fue un verdadero parteaguas de la campaña electoral de ese año que nadie se esperaba.

Por eso, muy bien podríamos decir que hubo una campaña electoral antes y otra después de esta fecha. La primera de estas etapas estuvo hegemonizada fundamentalmente por la candidatura de EPN, mientras que la segunda fue la que se desarrolló a partir del 11 mayo hasta las elecciones del 1º. de julio en donde encontramos a un EPN abiertamente cuestionado y políticamente en descenso no obstante seguir como puntero en las preferencias electorales, al tiempo que también se observó a un Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en evidente ascenso quien ya no le disputaba el segundo lugar a la panista Josefina Vázquez Mota, sino el primero a EPN.

Las características en las que surgió y se desarrolló el Movimiento #YoSoy132 fueron inéditas en la historia del Movimiento Estudiantil mexicano. Se trató de una movilización que sin tener la necesidad de llevar a cabo las largas y acaloradas asambleas, ni de poner las tradicionales banderas rojinegras y de instalar los piquetes de guardia en las puertas de los planteles, más pronto de lo esperado y como reguero de pólvora, la protesta se generalizó y se extendió a decenas de instituciones de enseñanza media y superior, públicas y privadas, ubicadas tanto en la capital mexicana como en el interior de la República, teniendo como eje articulador por lo menos dos objetivos básicos: 1). El rechazo a la candidatura presidencial de EPN y, 2). La democratización de los medios de comunicación masiva y más particularmente de Televisa, principal promotora de la candidatura presidencial del mexiquense.

De esta manera, pues, en la Ciudad de México, los plebeyos o chairos de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, la Escuela Nacional de Antropología e Historia ENAH y muchas otras instituciones de educación superior de carácter público tomaron la calle y comenzaron a marchar conjuntamente con los antiguos pirrurris o fifís de la Universidad Iberoamericana, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la UNITEC, la Universidad Lasalle, etcétera. Esta tendencia también se observaría entre los estudiantes poblanos en donde los antiguos Carolinos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) marcharon junto a los Fúas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

El hecho de que ahora estudiantes política e ideológicamente tan disímbolos estuviesen estrechamente unificados se debió a la profunda animadversión a la candidatura de EPN. Sin embargo, esta animadversión no era ninguna casualidad, ni tampoco era gratuita, sino consecuencia del justificado temor de este activo sector de la población a que el viejo régimen priista, en esta elección representado por EPN, regresara de nueva cuenta a Palacio Nacional. Aunque no únicamente era esto, sino que también pesaba el recuerdo de la política autoritaria y represiva que el multicitado candidato había implementado durante seis años (2005-2011) cuando gobernó el Estado de México.

Por eso, a partir de ese “viernes negro” y de la posterior aparición y extensión del Movimiento #YoSoy132 se pudo detectar que el voto estudiantil del proceso electoral del 2012 no sería ni para EPN ni mucho menos para el llamado “Nuevo PRI” y del que tanto hacía énfasis el Golden Boy mexiquense, sino para AMLO, el candidato de las izquierdas, tal y como se pudo constatar a través de una serie de indicadores, como lo fueron entre otros los simulacros de votación que se llevaron a cabo entre los meses de mayo y junio en diferentes escuelas públicas y privadas en los cuales el perredista siempre aparecía como el favorito de los jóvenes. Así por ejemplo, el 18 de mayo, en un simulacro electoral que se realizó en las escuelas y facultades de la UNAM, AMLO, obtuvo el 85.99% de los votos, por apenas el 5.05% de EPN, el 4.52% de Josefina Vázquez Mota (JVM) y el 4.44% de Gabriel Quadri (GQ). Asimismo, el día 30 de mayo, pero ahora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México se efectuó otro simulacro de votación en el que AMLO registró el 91.2% de los votos, por 3.5% de EPN, 1.3 de JVM y 0.8% de GQ. Igualmente, se efectuaron simulacros en varias instituciones privadas, mismos que también fueron ganados por AMLO, aunque con un porcentaje menor que en las instituciones públicas.

Por otra parte, el día 21 de mayo, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, tuvo lugar el “Encuentro Nacional de Estudiantes con AMLO”, con la asistencia de miles de estudiantes de enseñanza media y superior de por lo menos 17 estados de la República que llenaron la histórica plaza.

Toda esta serie de hechos fueron modificando sustancialmente la correlación de fuerzas que meses antes había existido ampliamente favorable para EPN. Esta nueva realidad pudo verse cuando el día 12 de junio, en el diario Reforma se dio a conocer una encuesta electoral que había sido financiada por académicos de la UNAM, El Colegio de México y la UAM en la que por primera vez se habló de un empate técnico entre EPN y AMLO, ambos con más de 30 puntos pero con menos de 40, mientras que la candidata de la derecha se ubicaba por abajo de los 30 puntos.

Tanto el evidente ascenso electoral de AMLO como la serie de acciones de rechazo hacia EPN realizadas por el cada vez más activo Movimiento #YoSoy132, asustaron al candidato presidencial priista, obligándolo a buscar opciones para contrarrestar una eventual debacle electoral en las urnas. Tras este objetivo, encabezada por EPN, así como por Pedro Joaquín Coldwell, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, presidente y responsable de Organización del PRI Nacional y coordinador de la campaña, respectivamente, el día 13 de junio, en la casa del mandatario mexiquense Eruviel Ávila, tuvo lugar una reunión secreta a la que asistieron 16 de los 20 gobernadores con los que en ese entonces contaba este partido. El objetivo de dicha reunión fue fijarle a cada uno de los gobernadores presentes una cuota determinada de votos el día de la elección, así como la obligación de transferir parte de los recursos públicos de su respectiva entidad federativa para los gastos de la campaña electoral.

Algunos de los gobernadores presentes en la multicitada reunión fueron, entre otros: César Duarte, Rubén Moreira, Javier Duarte, Andrés Granier, Roberto Salgado, Rodrigo Medina, Fernando Toranzo, Miguel Alonso Reyes y Jorge Herrera Caldera, gobernador del estado de Durango, quien siempre se caracterizó por ser uno de los más connotados e incondicionales admiradores de Enrique Peña Nieto.

Al respecto de este célebre conclave mexiquense, en el libro: Cleptocracia. El nuevo modelo de la corrupción, de la autoría del politólogo Jenaro Villamil, escribe: “La mayoría de los presentes fueron los responsables de una práctica que llegó para quedarse: la triangulación de fondos públicos a través de una red de empresas ‘fantasmas’ o de prestanombres que luego se convertirían en una compleja red de financiamiento para la compra de voto, el pago de operadores y el robo. […]. La maquinación para llevar a Peña Nieto al poder y que el PRI recuperara la presidencia de la República fue múltiple y se caracterizó por la nueva práctica de peculado electoral, que detonó la actual crisis de exgobernadores prófugos y sentenciado; se transitó del ‘pase de charola’ a la triangulación multimillonaria de recursos obtenidos de las obras públicas concesionadas, del desvío de las arcas públicas, de la inversión multimillonaria y sin fiscalización a las televisoras (en especial Televisa) y, por supuesto, de las cuotas del narcotráfico.”

Casi tres semanas después del conclave de los gobernadores se llevaron a cabo las elecciones federales. El PRI, tal y como históricamente lo había practicado echó mano de todos los recursos habidos y por haber, así como de todo un ejército de operadores electorales refaccionados con mucho dinero para la compra de votos. Así, una de las formas de operación en esta ocasión más escandalosa fue el uso de las tarjetas Monex y Soriana. El PRI estaba decidido a ganar estas elecciones y volver a la Presidencia de la República a como diese lugar.

Los resultados finales de estas elecciones fueron para EPN del PRI: 18,727,398 votos (38.21%) más 207 diputaciones y 52 senadurías; AMLO del PRD: 15,535,117 (31.61%), más 100 diputaciones y 22 senadurías; JVM del PAN:12,473,106 (25.39%) más 114 diputaciones y 38 senadurías del PAN; GQ del PANAL: 1,129, 108 (2.29%) más 10 diputaciones y 1 senaduría; PVEM aliado al PRI: 34 diputaciones y 9 senadurías; PT que apoyó a AMLO: 19 diputaciones y 4 senadurías y Movimiento Ciudadano quien también se sumó a AMLO: 16 diputaciones y 2 senadurías.

Al fin y luego de siete años, desde septiembre del 2005 EPN el delfín de los atlacomulcos, Arturo Montiel y Carlos Salinas de Gortari, arribaba a la Presidencia de la República luego de unas elecciones que a decir de César Cansino en el libro México en ruinas: observaron un sinnúmero de irregularidades. “Los ilícitos e inequidades durante la contienda fueron tan burdos y grotescos que constituyen un agravio a todos los que vivimos en este país, incluidos los que votaron por Peña Nieto, desde la imposición mediática del candidato […] hasta el escabroso caso del Monexgate pasando por la manipulación de las encuestadoras, la compra indiscriminada de votos a favor de Peña Nieto, el exorbitante uso de recursos para la campaña del priista y cientos de irregularidades más.

Fueron tantas y tan evidentes las anomalías que por momentos parecía que estábamos instalados todavía en la era de las elecciones simuladas y ficticias que el PRI montó durante décadas. Más aún, las elecciones de 2012 hacen que las inconsistencias de las elecciones precedentes (2006) parezcan cosa de niños”.


*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com


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