/ domingo 16 de febrero de 2020

La transición democrática en México: del 68 a la 4T, vista en primera persona: Peña Nieto y la Presidencia comprada

A la memoria del gran orador e historiador duranguense Enrique Arrieta Silva


En el lento proceso de transición democrática que el país ha experimentado de 1968 a la fecha se ha vivido de todo: represiones, elecciones con carro completo por parte del antiguo régimen, ascenso y descenso de la derecha, por lo menos tres fraudes electorales, compra de votos y de los cargos públicos, tal y como fue el caso de la elección presidencial de Enrique Peña Nieto (EPN) en el año 2012.

Al respecto de EPN hay que decir que nació en el mes de julio de 1966 en el municipio de Atlacomulco, Estado de México y por eso mismo forma parte del otrora poderoso referente político conocido como el Grupo Atlacomulco, fundado desde principios de los años cuarenta por el entonces gobernador del estado, Isidro Fabela, un influyente personaje de la vida política y académica que comenzó su actividad pública con Venustiano Carranza y que murió en el año de 1964 cuando gobernaba su paisano Adolfo López Mateos.

EPN realizó sus estudios profesionales en la Universidad Panamericana, una de las instituciones educativas del Opus Dei en donde se tituló como licenciado derecho con la tesis: “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, la cual según una investigación realizada durante el año de 2016 por la periodista Carmen Aristegui, fue plagiada por el político mexiquense. Después de la licenciatura EPN cursó una maestría en el Tecnológico de Monterrey.

Aprovechando la relación que la familia de Peña Nieto había tenido con la clase política mexiquense y más específicamente con cuatro exgobernadores de su familia (Isidro Favela, Alfredo del Mazo Vélez, Salvador Sánchez Colín y Alfredo del Mazo González), así como con Arturo Montiel, gobernador en funciones, su tío, padrino político y protector, desde los albores de los años noventa EPN inició la que sería una meteórica carrera política ocupando una serie de cargos políticos y administrativos en su entidad, tales como subcoordinador financiero de la campaña de Arturo Montiel, secretario particular de uno de los funcionarios mexiquenses, subsecretario de Gobierno, secretario de Administración, diputado local y gobernador del estado.

Por otra parte, además de su pertenencia al Grupo Atlacomulco, durante el gobierno de Arturo Montiel EPN también formó parte de un grupo de colaboradores promovido directamente por el propio gobernador y a quienes la prensa local bautizó como los Golden Boys. Se trató de un selecto núcleo de jóvenes políticos formados en instituciones de educación superior privada, siempre muy preocupados por su apariencia física y a quien el politólogo y periodista Jenaro Villamil los definió como ambiciosos, frívolos, conservadores, elitistas, excluyentes, políticamente muy inexpertos, pragmáticos con sus principios, de formación tecnocrática, especializados en cuestiones financieras y manejos gerenciales o administrativos, con una acentuada inclinación al dispendio en gastos mediáticos y más específicamente con Televisa. Igualmente, este núcleo de jóvenes contaba con escaso o nulo carisma social y, por lo mismo, no tenían ninguna sensibilidad política para enfrentar los problemas sociales tan comunes en esa entidad federativa. Por eso, aunque se autodenominaban priistas, eran ajenos a la tradición corporativa del viejo régimen priista y partidarios de impulsar lo que ellos denominaban el nuevo PRI. Se referían a un PRI ya muy alejado de los principios políticos e ideológicos del nacionalismo revolucionario el que para ellos ya era obsoleto.

Por lo consiguiente, el nuevo priismo debería de estar estrechamente ligado al modelo neoliberal al estilo del que, en su momento había sido implementado en el país por Carlos Salinas de Gortari, cuando primeramente fue secretario de Programación y Presupuesto y posteriormente Presidente de la República y por quien el multicitado referente sentía una profunda admiración, no obstante ya haber transcurrido varios años de que éste había concluido su mandato presidencial.

Finalmente y pese a no contar absolutamente con ningún mérito de carácter político, académico o intelectual y sólo por el simple hecho de ser del Grupo Atlacomulco, un servidor incondicional de su gobierno, en el año 2005 Arturo Montiel impuso a EPN como el candidato prácticamente único del PRI a la gubernatura del Estado de México, misma que ganó luego de haber realizado una aparatosa y millonaria campaña electoral apoyada por toda la maquinaria burocrática de la entidad, así como por el priismo que pronto lo posicionó como entonces este partido sabía y aún podía hacerlo.

Con la determinación de Arturo Montiel Rojas de impulsar e imponer a su sobrino como gobernador de la entidad federativa más poblada del país, buscaba lograr por lo menos tres objetivos inmediatos: a) Dejar en el poder a un sucesor de su estricta confianza para que en un futuro no muy lejano le pudiese cubrir las espaldas ante una eventual acusación de malos manejos de los recursos públicos de la entidad como en efecto sucedió, b) que el Estado de México siguiera bajo el control político del poderoso Grupo Atlacomulco, y, c) disputar al interior del PRI la candidatura a la Presidencia de la República durante el 2006 puesto que el Grupo Atlacomulco consideraba que ya había llegado el momento en que uno de sus integrantes accediera a ese cargo, aprovechando la fuerza política que históricamente ha tenido el Estado de México por ser el ámbito en donde habita alrededor del 20% del electorado nacional.

El 16 de septiembre de 2005 EPN tomó posesión formal de su cargo como gobernador del Estado de México. Al mes siguiente el PRI nacional inició su contienda interna para decidir el nombre de su candidato presidencial durante el proceso sucesorio del 2006 y en la que contendieron Arturo Montiel y Roberto Madrazo. Al respecto es importante destacar que no obstante que Arturo Montiel aparecía como el aspirante políticamente mejor posesionado y con muchas posibilidades de ganar no solamente la contienda interna sino la Presidencia de la República, luego de que en los medios de comunicación trascendió que el mexiquense era poseedor de un conjunto de millonarias propiedades en diferentes partes del Estado de México y en el extranjero, lo convirtió en un candidato muy vulnerable. Ante tal situación, los atlacomulcos por recomendación de Carlos Salinas, se determinó que lo mejor era retirar la candidatura de Montiel Rojas.

De nueva cuenta, pues, el Grupo Atlacomulco no lograba su añejo sueño de llevar a la primera magistratura del país a uno de los suyos y por lo mismo decidieron esperar un nuevo momento para cobrar lo que ya era considerado como una histórica deuda que se le debía desde por lo menos finales de los años ochenta, cuando su delfín, Alfredo del Mazo González, no había sido el candidato presidencial destapado por Miguel de la Madrid, como tampoco lo fue, seis años después, Carlos Hank González, aquel poderoso y cínico político que había utilizado los cargos públicos federales y estatales para enriquecerse, al grado de acuñar una histórica frase que seguramente los Golden Boys aprendieron muy bien, en el sentido de que: “un político pobre es un pobre político”.

Fueron precisamente estas y otras razones por las cuales a partir de este momento el nombre de Enrique Peña Nieto comenzó a popularizarse dentro del priismo mexiquense como el prospecto más idóneo para cobrar la histórica deuda que se les debía a los mexiquenses y más particularmente al Grupo Atlacomulco.

Va a ser también en este contexto en el que Carlos Salinas de Gortari, (pensando tal vez en establecer una especie de Maximato al estilo del que Plutarco Elías Calles había llevado a cabo entre los años de 1928 y 1935), se convirtió de hecho y de derecho en el principal promotor de la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto para el 2012, relacionándolo con los diferentes contactos en donde éste mantenía alguna influencia, tal y como fue el caso de los medios electrónicos (Televisa y TV Azteca) y en muchos otros ámbitos reales y formales del poder en México. En este caso, con toda seguridad Salinas de Gortari iba a lograr su ambicioso objetivo puesto que de sobra era sabido que EPN era uno de los productos más vulnerables y maleables de cuantos candidatos presidenciables había tenido el célebre Grupo de los atlacomulcos.

Con el apoyo de Arturo Montiel y sobre todo de Carlos Salinas de Gortari, según lo escrito por Jenaro Villamil en su libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto, desde el mes de octubre del 2005 el nuevo gobernador mexiquense y la empresa Televisa negociaron una ambiciosa estrategia con el fin de proyectarlo como el futuro candidato presidencial del partido oficial para el año 2012.

De esta manera, entre el 2005 y el 2009 el gobierno del Estado de México le pagó a las televisoras y más particularmente a Televisa, alrededor de 3,500 millones de pesos a cambio de una permanente cobertura televisiva en favor de la figura de Peña Nieto. Además de esto y tras la muerte de la esposa Peña, todo parece indicar que Televisa se apresuró a buscarle una nueva pareja de una persona con la suficiente popularidad. En esta dirección, qué mejor que una persona de la farándula como la señora Angélica Rivera, mejor conocida como La Gaviota, con quien EPN incluso estuvo casado entre 2009 y 2019. Luego del divorcio, todo hace indicar que tanto la pareja como el matrimonio y el tiempo en que éste duraría, también haya formado parte del contrato entre las partes. Lo que implica pues que la operación fraguada entre Peña, Salinas y Televisa salió más que perfecta. EPN llegó a la Presidencia. Aunque fue una Presidencia comprada y muy cara para el país.

*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

A la memoria del gran orador e historiador duranguense Enrique Arrieta Silva


En el lento proceso de transición democrática que el país ha experimentado de 1968 a la fecha se ha vivido de todo: represiones, elecciones con carro completo por parte del antiguo régimen, ascenso y descenso de la derecha, por lo menos tres fraudes electorales, compra de votos y de los cargos públicos, tal y como fue el caso de la elección presidencial de Enrique Peña Nieto (EPN) en el año 2012.

Al respecto de EPN hay que decir que nació en el mes de julio de 1966 en el municipio de Atlacomulco, Estado de México y por eso mismo forma parte del otrora poderoso referente político conocido como el Grupo Atlacomulco, fundado desde principios de los años cuarenta por el entonces gobernador del estado, Isidro Fabela, un influyente personaje de la vida política y académica que comenzó su actividad pública con Venustiano Carranza y que murió en el año de 1964 cuando gobernaba su paisano Adolfo López Mateos.

EPN realizó sus estudios profesionales en la Universidad Panamericana, una de las instituciones educativas del Opus Dei en donde se tituló como licenciado derecho con la tesis: “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, la cual según una investigación realizada durante el año de 2016 por la periodista Carmen Aristegui, fue plagiada por el político mexiquense. Después de la licenciatura EPN cursó una maestría en el Tecnológico de Monterrey.

Aprovechando la relación que la familia de Peña Nieto había tenido con la clase política mexiquense y más específicamente con cuatro exgobernadores de su familia (Isidro Favela, Alfredo del Mazo Vélez, Salvador Sánchez Colín y Alfredo del Mazo González), así como con Arturo Montiel, gobernador en funciones, su tío, padrino político y protector, desde los albores de los años noventa EPN inició la que sería una meteórica carrera política ocupando una serie de cargos políticos y administrativos en su entidad, tales como subcoordinador financiero de la campaña de Arturo Montiel, secretario particular de uno de los funcionarios mexiquenses, subsecretario de Gobierno, secretario de Administración, diputado local y gobernador del estado.

Por otra parte, además de su pertenencia al Grupo Atlacomulco, durante el gobierno de Arturo Montiel EPN también formó parte de un grupo de colaboradores promovido directamente por el propio gobernador y a quienes la prensa local bautizó como los Golden Boys. Se trató de un selecto núcleo de jóvenes políticos formados en instituciones de educación superior privada, siempre muy preocupados por su apariencia física y a quien el politólogo y periodista Jenaro Villamil los definió como ambiciosos, frívolos, conservadores, elitistas, excluyentes, políticamente muy inexpertos, pragmáticos con sus principios, de formación tecnocrática, especializados en cuestiones financieras y manejos gerenciales o administrativos, con una acentuada inclinación al dispendio en gastos mediáticos y más específicamente con Televisa. Igualmente, este núcleo de jóvenes contaba con escaso o nulo carisma social y, por lo mismo, no tenían ninguna sensibilidad política para enfrentar los problemas sociales tan comunes en esa entidad federativa. Por eso, aunque se autodenominaban priistas, eran ajenos a la tradición corporativa del viejo régimen priista y partidarios de impulsar lo que ellos denominaban el nuevo PRI. Se referían a un PRI ya muy alejado de los principios políticos e ideológicos del nacionalismo revolucionario el que para ellos ya era obsoleto.

Por lo consiguiente, el nuevo priismo debería de estar estrechamente ligado al modelo neoliberal al estilo del que, en su momento había sido implementado en el país por Carlos Salinas de Gortari, cuando primeramente fue secretario de Programación y Presupuesto y posteriormente Presidente de la República y por quien el multicitado referente sentía una profunda admiración, no obstante ya haber transcurrido varios años de que éste había concluido su mandato presidencial.

Finalmente y pese a no contar absolutamente con ningún mérito de carácter político, académico o intelectual y sólo por el simple hecho de ser del Grupo Atlacomulco, un servidor incondicional de su gobierno, en el año 2005 Arturo Montiel impuso a EPN como el candidato prácticamente único del PRI a la gubernatura del Estado de México, misma que ganó luego de haber realizado una aparatosa y millonaria campaña electoral apoyada por toda la maquinaria burocrática de la entidad, así como por el priismo que pronto lo posicionó como entonces este partido sabía y aún podía hacerlo.

Con la determinación de Arturo Montiel Rojas de impulsar e imponer a su sobrino como gobernador de la entidad federativa más poblada del país, buscaba lograr por lo menos tres objetivos inmediatos: a) Dejar en el poder a un sucesor de su estricta confianza para que en un futuro no muy lejano le pudiese cubrir las espaldas ante una eventual acusación de malos manejos de los recursos públicos de la entidad como en efecto sucedió, b) que el Estado de México siguiera bajo el control político del poderoso Grupo Atlacomulco, y, c) disputar al interior del PRI la candidatura a la Presidencia de la República durante el 2006 puesto que el Grupo Atlacomulco consideraba que ya había llegado el momento en que uno de sus integrantes accediera a ese cargo, aprovechando la fuerza política que históricamente ha tenido el Estado de México por ser el ámbito en donde habita alrededor del 20% del electorado nacional.

El 16 de septiembre de 2005 EPN tomó posesión formal de su cargo como gobernador del Estado de México. Al mes siguiente el PRI nacional inició su contienda interna para decidir el nombre de su candidato presidencial durante el proceso sucesorio del 2006 y en la que contendieron Arturo Montiel y Roberto Madrazo. Al respecto es importante destacar que no obstante que Arturo Montiel aparecía como el aspirante políticamente mejor posesionado y con muchas posibilidades de ganar no solamente la contienda interna sino la Presidencia de la República, luego de que en los medios de comunicación trascendió que el mexiquense era poseedor de un conjunto de millonarias propiedades en diferentes partes del Estado de México y en el extranjero, lo convirtió en un candidato muy vulnerable. Ante tal situación, los atlacomulcos por recomendación de Carlos Salinas, se determinó que lo mejor era retirar la candidatura de Montiel Rojas.

De nueva cuenta, pues, el Grupo Atlacomulco no lograba su añejo sueño de llevar a la primera magistratura del país a uno de los suyos y por lo mismo decidieron esperar un nuevo momento para cobrar lo que ya era considerado como una histórica deuda que se le debía desde por lo menos finales de los años ochenta, cuando su delfín, Alfredo del Mazo González, no había sido el candidato presidencial destapado por Miguel de la Madrid, como tampoco lo fue, seis años después, Carlos Hank González, aquel poderoso y cínico político que había utilizado los cargos públicos federales y estatales para enriquecerse, al grado de acuñar una histórica frase que seguramente los Golden Boys aprendieron muy bien, en el sentido de que: “un político pobre es un pobre político”.

Fueron precisamente estas y otras razones por las cuales a partir de este momento el nombre de Enrique Peña Nieto comenzó a popularizarse dentro del priismo mexiquense como el prospecto más idóneo para cobrar la histórica deuda que se les debía a los mexiquenses y más particularmente al Grupo Atlacomulco.

Va a ser también en este contexto en el que Carlos Salinas de Gortari, (pensando tal vez en establecer una especie de Maximato al estilo del que Plutarco Elías Calles había llevado a cabo entre los años de 1928 y 1935), se convirtió de hecho y de derecho en el principal promotor de la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto para el 2012, relacionándolo con los diferentes contactos en donde éste mantenía alguna influencia, tal y como fue el caso de los medios electrónicos (Televisa y TV Azteca) y en muchos otros ámbitos reales y formales del poder en México. En este caso, con toda seguridad Salinas de Gortari iba a lograr su ambicioso objetivo puesto que de sobra era sabido que EPN era uno de los productos más vulnerables y maleables de cuantos candidatos presidenciables había tenido el célebre Grupo de los atlacomulcos.

Con el apoyo de Arturo Montiel y sobre todo de Carlos Salinas de Gortari, según lo escrito por Jenaro Villamil en su libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto, desde el mes de octubre del 2005 el nuevo gobernador mexiquense y la empresa Televisa negociaron una ambiciosa estrategia con el fin de proyectarlo como el futuro candidato presidencial del partido oficial para el año 2012.

De esta manera, entre el 2005 y el 2009 el gobierno del Estado de México le pagó a las televisoras y más particularmente a Televisa, alrededor de 3,500 millones de pesos a cambio de una permanente cobertura televisiva en favor de la figura de Peña Nieto. Además de esto y tras la muerte de la esposa Peña, todo parece indicar que Televisa se apresuró a buscarle una nueva pareja de una persona con la suficiente popularidad. En esta dirección, qué mejor que una persona de la farándula como la señora Angélica Rivera, mejor conocida como La Gaviota, con quien EPN incluso estuvo casado entre 2009 y 2019. Luego del divorcio, todo hace indicar que tanto la pareja como el matrimonio y el tiempo en que éste duraría, también haya formado parte del contrato entre las partes. Lo que implica pues que la operación fraguada entre Peña, Salinas y Televisa salió más que perfecta. EPN llegó a la Presidencia. Aunque fue una Presidencia comprada y muy cara para el país.

*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

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