/ sábado 22 de febrero de 2020

La transición democrática en México: del 68 a la 4T, vista en primera persona: El laboratorio electoral del peñismo

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Tal y como ya se dijo en la entrega anterior, la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto (EPN) comenzó a trabajarse desde finales del verano del 2005, casi inmediatamente después de su toma de posesión como gobernador del Estado de México, apoyado por su tío, padrino político y protector Arturo Montiel Rojas, así como por Carlos Salinas de Gortari y Televisa, con quien ya había firmado un millonario contrato para que ésta lo promoviera como el futuro candidato del PRI.

Aunque en ese entonces, el ahora polémico y cuestionado expresidente de la República, -(a decir de Francisco Cruz Jiménez y de Marco A. Durán, autores del libro: Los depredadores. La historia oscura del presidencialismo mexicano)- aún no contaba con ningún atributo político, intelectual o académico que pudiese ofrecérselo a los futuros electores, más que con “su atractivo físico, su pelo engomado y bien peinado, una disimulada risa y falsa seguridad, reforzada con apariciones en escenarios controlados, Enrique ‘el más guapo de los políticos’ del país [de entonces], aquel mexiquense “bombón” al que todas las mujeres lo querían en su colchón o el ‘Enrique, mangazo, contigo me embarazo’ que parecían propuestas de gobierno, como si la guapura fuera un sinónimo de capacidad, inteligencia, cultura y honestidad.

Por eso, como aspirante presidencial, además de seguir reivindicando su supuesta “guapura” también necesitaba de otras acciones tendientes a demostrar ante la opinión pública local y nacional, que sí sabía y podía ejercer el poder, para que en el 2012, pudiese convertirse en el candidato oficial priista a la Presidencia de la República. Con esa finalidad, EPN hizo lo que la mayor parte de los gobernantes federales, estatales y municipales hacen siempre para legitimarse: construyen obras de relumbrón o de infraestructura (carreteras, edificios, viviendas, hospitales, alguna escuela, etcétera) en las que comúnmente se invierten y justifican una parte del presupuesto. ¡Haz obras que algo sobra!

Sin embargo, una de las acciones sin duda alguna de mayor trascendencia en el ejercicio del poder de EPN fue la que tuvo lugar durante la noche del 3 y madrugada del 4 de mayo del 2006, cuando permitió u ordenó que alrededor de 3,500 policías federales, estatales y municipales, fuertemente armados, ocuparan el poblado de San Salvador Atenco, a fin de detener a los ejidatarios de ese lugar que se aglutinaban en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, quienes ya tenían varios meses manifestándose en diferentes partes y de distintas maneras, para protestar en contra de una resolución del gobierno federal, que a su vez había sido apoyada por el gobierno del Estado de México y con la que unilateralmente se les arrebataba una parte muy considerable de sus tierras en las que ellos y sus antepasados habían nacido y vivido toda su vida, para destinarlas a la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

El saldo de la operación policiaca fue la de dos personas muertas: un adolecente de 15 y un joven de 20 años; este último, estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM e hijo de un profesor del CCH Vallejo de la misma casa de estudios, que junto con otros estudiantes había ocurrido a ese pueblo a solidarizarse con el movimiento. Igualmente, durante esa madrugada se aprehendieron a 212 personas, quienes fueron brutalmente golpeadas y torturadas. Entre éstas, había 27 mujeres con las cuales los policías aún se ensañaron más: torturándolas, violándoles y realizándoles otro tipo de ataques de carácter sexual.

Al respecto de esta violenta acción, el joven e imberbe gobernante mexiquense, demasiado lejos de condenar o deslindarse del hecho, terminó justificándolo tras afirmar que en el poblado de San Salvador Atenco “se había aplicado la ley”. Aunque eso sí, nunca aclaró a qué tipo de ley se refería. Tal vez a la ley de la selva.

En este sentido, EPN tuvo exactamente la misma actitud que años antes había tenido Gustavo Díaz Ordaz cuando en una histórica conferencia de prensa que se realizó en el mes de abril de 1977, afirmó que en la represión al Movimiento Estudiantil de 1968 y más particularmente en la sufrida la tarde-noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, se había aplicado la ley, ya que solamente de esa forma se había logrado salvar al país de que cayera en las garras del comunismo.

Pero mientras que, tanto los campesinos atenquenses como las diferentes organizaciones nacionales e internacionales sociales y de derechos humanos, condenaban el uso de la fuerza pública para enfrentar a un legítimo movimiento social, los sectores más conservadores del Estado de México y de todo el país, aplaudieron a diestra y siniestra la utilización del garrote por parte de Peña Nieto.

Asimismo, en esta tendencia justificadora, se dio el caso incluso de que la empresa Televisa —ya para entonces muy comprometida y encarrilada promoviendo la candidatura presidencial de Peña— presentó y difundió ampliamente un conjunto de imágenes en las que los campesinos agredidos, aparecían como los victimarios de los “indefensos” y “nobles” policías. Con esta maniobra, Televisa inventaba una especie de Móndrigo del siglo XXI para difamar y culpar a los campesinos de ser los verdaderos agresores, como aquel otro Móndrigo que en 1968 y a través de un libro que se elaboró en los sótanos de la Secretaría de Gobernación para difamar a los estudiantes, después de la masacre de Tlatelolco.

Por otra parte, hay que manifestar que no obstante la importancia de la obra pública, las acciones de posicionamiento de EPN aún eran insuficientes, por eso mismo los atlacomulcos que ya tenían cerca de 70 años esperando la Presidencia de la República, se propusieron demostrar, local y nacionalmente, que en esta ocasión serían capaces de ganar dicho cargo y de esta manera volver a meter al PRI a Los Pinos y a Palacio Nacional. Con este objetivo y sin reparar en gastos, se propusieron ganar las elecciones locales y federales del verano del 2009, mismo que finalmente lograron. Esta fue la verdadera plataforma de lanzamiento de EPN para la sucesión presidencial del 2012 y el Estado de México una especie de laboratorio electoral del peñismo en el que hubo dinero, mucho dinero para ganar la contienda.

En efecto, durante los comicios del 5 de julio del 2009, el priismo mexiquense prácticamente hizo trizas y acabó con el tripartidismo que existía en la entidad, propinando un fuerte golpe tanto al PRD como al PAN. De esta forma, el PRI pasó de 54 a 97 el número de municipios que gobernaría entre el 2009 y el 2012, de un total de 125 con que cuenta esa entidad federativa; mientras que el PRD, de 29 alcaldías que había ganado en el 2006, en el 2009 sólo logró mantener un poco más de la tercera parte, esto es, 10 municipios. Así, entre los municipios que entonces perdió estuvieron Ecatepec y Nezahualcóyotl, este último, su histórico bastión en el Estado de México. Por su parte, el PAN, de 24 municipios que había gobernado entre el 2006 y el 2009, únicamente se mantuvo en 13 de ellos. Fue de esta manera, como el PAN perdió los municipios que conformaban el llamado Corredor Azul, dentro del cual se encontraban, entre otros, Atizapán de Zaragoza, Naucalpan y Tlalnepantla.

En síntesis, del 25% de la población mexiquense que el PRI había gobernado entre el 2006 y el 2009, después de esta elección ascendió al 90%, mientras que el PAN y el PRD que gobernaban el 28.73% y el 23% de la población estatal, respectivamente, entre el 2009 y el 2012 cada uno de ellos gobernará menos del 5%.

Fue también en esta ocasión en la que se renovó el congreso local integrado por 75 diputados: 45 de mayoría relativa y 30 plurinominales. Así, de 21 escaños que el PRI tenía desde el 2006, aumentó a 59; mientras que el PAN de 19 curules con que contaba antes bajó hasta 11 y, por último, el PRD, que antes había tenido 20 y descendió a 18 su número de diputados locales. Por lo consiguiente, a partir de este momento, el PRI y sus aliados podían impulsar e imponer los cambios legislativos que quisieran.

Por su parte, en lo referente a los 40 distritos federales que corresponden al Estado de México, los candidatos de Enrique Peña Nieto y el grupo de los atlacomulcos ganaron 37 diputaciones de mayoría. De tal forma que en el seno de la Cámara de Diputados federal, la bancada priista mexiquense se convirtió en la más numerosa y mejor consolidada.

Será a partir de este contundente y rotundo triunfo, cuando EPN y el Grupo Atlacomulco fueron considerados por el priismo nacional como los salvadores del partido que en el 2012 les ayudarían a volver a ganar. Aunque también es muy probable que en esos momentos, nadie se imaginó que a partir del 2018, ese partido se iba a encontrar sumergido en una profunda crisis de la que ya se ve casi imposible que pueda salir, mientras que el hoy cuestionado expresidente, y uno de los principales responsables de la esa situación de su partido, ya divorciado de la señora de la farándula que lo acompañó durante todo su mandato presidencial, muy quitado de la pena y disfrazado en veces de hippie, se divierte bebiendo y bailando en lujosos y caros restaurantes y antros neoyorquinos y europeos, acompañado de una modelo. En fin, una historia para Ripley, para reír y quizás hasta llorar.


*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

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Tal y como ya se dijo en la entrega anterior, la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto (EPN) comenzó a trabajarse desde finales del verano del 2005, casi inmediatamente después de su toma de posesión como gobernador del Estado de México, apoyado por su tío, padrino político y protector Arturo Montiel Rojas, así como por Carlos Salinas de Gortari y Televisa, con quien ya había firmado un millonario contrato para que ésta lo promoviera como el futuro candidato del PRI.

Aunque en ese entonces, el ahora polémico y cuestionado expresidente de la República, -(a decir de Francisco Cruz Jiménez y de Marco A. Durán, autores del libro: Los depredadores. La historia oscura del presidencialismo mexicano)- aún no contaba con ningún atributo político, intelectual o académico que pudiese ofrecérselo a los futuros electores, más que con “su atractivo físico, su pelo engomado y bien peinado, una disimulada risa y falsa seguridad, reforzada con apariciones en escenarios controlados, Enrique ‘el más guapo de los políticos’ del país [de entonces], aquel mexiquense “bombón” al que todas las mujeres lo querían en su colchón o el ‘Enrique, mangazo, contigo me embarazo’ que parecían propuestas de gobierno, como si la guapura fuera un sinónimo de capacidad, inteligencia, cultura y honestidad.

Por eso, como aspirante presidencial, además de seguir reivindicando su supuesta “guapura” también necesitaba de otras acciones tendientes a demostrar ante la opinión pública local y nacional, que sí sabía y podía ejercer el poder, para que en el 2012, pudiese convertirse en el candidato oficial priista a la Presidencia de la República. Con esa finalidad, EPN hizo lo que la mayor parte de los gobernantes federales, estatales y municipales hacen siempre para legitimarse: construyen obras de relumbrón o de infraestructura (carreteras, edificios, viviendas, hospitales, alguna escuela, etcétera) en las que comúnmente se invierten y justifican una parte del presupuesto. ¡Haz obras que algo sobra!

Sin embargo, una de las acciones sin duda alguna de mayor trascendencia en el ejercicio del poder de EPN fue la que tuvo lugar durante la noche del 3 y madrugada del 4 de mayo del 2006, cuando permitió u ordenó que alrededor de 3,500 policías federales, estatales y municipales, fuertemente armados, ocuparan el poblado de San Salvador Atenco, a fin de detener a los ejidatarios de ese lugar que se aglutinaban en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, quienes ya tenían varios meses manifestándose en diferentes partes y de distintas maneras, para protestar en contra de una resolución del gobierno federal, que a su vez había sido apoyada por el gobierno del Estado de México y con la que unilateralmente se les arrebataba una parte muy considerable de sus tierras en las que ellos y sus antepasados habían nacido y vivido toda su vida, para destinarlas a la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

El saldo de la operación policiaca fue la de dos personas muertas: un adolecente de 15 y un joven de 20 años; este último, estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM e hijo de un profesor del CCH Vallejo de la misma casa de estudios, que junto con otros estudiantes había ocurrido a ese pueblo a solidarizarse con el movimiento. Igualmente, durante esa madrugada se aprehendieron a 212 personas, quienes fueron brutalmente golpeadas y torturadas. Entre éstas, había 27 mujeres con las cuales los policías aún se ensañaron más: torturándolas, violándoles y realizándoles otro tipo de ataques de carácter sexual.

Al respecto de esta violenta acción, el joven e imberbe gobernante mexiquense, demasiado lejos de condenar o deslindarse del hecho, terminó justificándolo tras afirmar que en el poblado de San Salvador Atenco “se había aplicado la ley”. Aunque eso sí, nunca aclaró a qué tipo de ley se refería. Tal vez a la ley de la selva.

En este sentido, EPN tuvo exactamente la misma actitud que años antes había tenido Gustavo Díaz Ordaz cuando en una histórica conferencia de prensa que se realizó en el mes de abril de 1977, afirmó que en la represión al Movimiento Estudiantil de 1968 y más particularmente en la sufrida la tarde-noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, se había aplicado la ley, ya que solamente de esa forma se había logrado salvar al país de que cayera en las garras del comunismo.

Pero mientras que, tanto los campesinos atenquenses como las diferentes organizaciones nacionales e internacionales sociales y de derechos humanos, condenaban el uso de la fuerza pública para enfrentar a un legítimo movimiento social, los sectores más conservadores del Estado de México y de todo el país, aplaudieron a diestra y siniestra la utilización del garrote por parte de Peña Nieto.

Asimismo, en esta tendencia justificadora, se dio el caso incluso de que la empresa Televisa —ya para entonces muy comprometida y encarrilada promoviendo la candidatura presidencial de Peña— presentó y difundió ampliamente un conjunto de imágenes en las que los campesinos agredidos, aparecían como los victimarios de los “indefensos” y “nobles” policías. Con esta maniobra, Televisa inventaba una especie de Móndrigo del siglo XXI para difamar y culpar a los campesinos de ser los verdaderos agresores, como aquel otro Móndrigo que en 1968 y a través de un libro que se elaboró en los sótanos de la Secretaría de Gobernación para difamar a los estudiantes, después de la masacre de Tlatelolco.

Por otra parte, hay que manifestar que no obstante la importancia de la obra pública, las acciones de posicionamiento de EPN aún eran insuficientes, por eso mismo los atlacomulcos que ya tenían cerca de 70 años esperando la Presidencia de la República, se propusieron demostrar, local y nacionalmente, que en esta ocasión serían capaces de ganar dicho cargo y de esta manera volver a meter al PRI a Los Pinos y a Palacio Nacional. Con este objetivo y sin reparar en gastos, se propusieron ganar las elecciones locales y federales del verano del 2009, mismo que finalmente lograron. Esta fue la verdadera plataforma de lanzamiento de EPN para la sucesión presidencial del 2012 y el Estado de México una especie de laboratorio electoral del peñismo en el que hubo dinero, mucho dinero para ganar la contienda.

En efecto, durante los comicios del 5 de julio del 2009, el priismo mexiquense prácticamente hizo trizas y acabó con el tripartidismo que existía en la entidad, propinando un fuerte golpe tanto al PRD como al PAN. De esta forma, el PRI pasó de 54 a 97 el número de municipios que gobernaría entre el 2009 y el 2012, de un total de 125 con que cuenta esa entidad federativa; mientras que el PRD, de 29 alcaldías que había ganado en el 2006, en el 2009 sólo logró mantener un poco más de la tercera parte, esto es, 10 municipios. Así, entre los municipios que entonces perdió estuvieron Ecatepec y Nezahualcóyotl, este último, su histórico bastión en el Estado de México. Por su parte, el PAN, de 24 municipios que había gobernado entre el 2006 y el 2009, únicamente se mantuvo en 13 de ellos. Fue de esta manera, como el PAN perdió los municipios que conformaban el llamado Corredor Azul, dentro del cual se encontraban, entre otros, Atizapán de Zaragoza, Naucalpan y Tlalnepantla.

En síntesis, del 25% de la población mexiquense que el PRI había gobernado entre el 2006 y el 2009, después de esta elección ascendió al 90%, mientras que el PAN y el PRD que gobernaban el 28.73% y el 23% de la población estatal, respectivamente, entre el 2009 y el 2012 cada uno de ellos gobernará menos del 5%.

Fue también en esta ocasión en la que se renovó el congreso local integrado por 75 diputados: 45 de mayoría relativa y 30 plurinominales. Así, de 21 escaños que el PRI tenía desde el 2006, aumentó a 59; mientras que el PAN de 19 curules con que contaba antes bajó hasta 11 y, por último, el PRD, que antes había tenido 20 y descendió a 18 su número de diputados locales. Por lo consiguiente, a partir de este momento, el PRI y sus aliados podían impulsar e imponer los cambios legislativos que quisieran.

Por su parte, en lo referente a los 40 distritos federales que corresponden al Estado de México, los candidatos de Enrique Peña Nieto y el grupo de los atlacomulcos ganaron 37 diputaciones de mayoría. De tal forma que en el seno de la Cámara de Diputados federal, la bancada priista mexiquense se convirtió en la más numerosa y mejor consolidada.

Será a partir de este contundente y rotundo triunfo, cuando EPN y el Grupo Atlacomulco fueron considerados por el priismo nacional como los salvadores del partido que en el 2012 les ayudarían a volver a ganar. Aunque también es muy probable que en esos momentos, nadie se imaginó que a partir del 2018, ese partido se iba a encontrar sumergido en una profunda crisis de la que ya se ve casi imposible que pueda salir, mientras que el hoy cuestionado expresidente, y uno de los principales responsables de la esa situación de su partido, ya divorciado de la señora de la farándula que lo acompañó durante todo su mandato presidencial, muy quitado de la pena y disfrazado en veces de hippie, se divierte bebiendo y bailando en lujosos y caros restaurantes y antros neoyorquinos y europeos, acompañado de una modelo. En fin, una historia para Ripley, para reír y quizás hasta llorar.


*Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

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