/ sábado 20 de febrero de 2021

La voluntad nacional

La voluntad nacional, lo que nos es común a todos, el rumbo que la Patria ha querido seguir desde siempre, tiene que ser rescatada y explicada.

Los mexicanos tenemos la necesidad de volverla a descubrir para encontrar en ella un principio de unión de nuestros futuros esfuerzos. La patria es la obra, y, como obra, ha venido inmovilizándose y envejeciendo. México es la misión. Ninguna nación ha sentido tanto como la nuestra, la llamada hacia una misión universal, predicada y extendida con la idea y defendida tanto con las armas y también con los votos.

México siempre ha sabido que tiene algo que hacer; ningún mexicano cree que México esté ahí por azar, casualidad o accidente. Al contrario: imagina que, puesto que México existe, existe para llevar a cabo algo. Percibe, en otras palabras, que México tiene una misión qué cumplir y, aún viendo a la nación empequeñecida, empobrecida e insultada, y con el alma de luto por ser víctima de una terrible pandemia, además de una terrorífica violencia, rara vez duda de lo mucho que nos queda por hacer y de la necesidad de llegar a hacerlo.

A pesar de que las autoridades gubernamentales tienen el don de dividirnos… pero cuando se pone en duda la existencia de México, cuando se la acusa de inútil invención, la única respuesta posible es descubrir cada uno cómo es de mexicano y cerrar filas con los otros mexicanos para defender lo que es patrimonio común y, también, garantía de nuestro único futuro posible.

Ya no se trata de ser mexicano por nacimiento, que es, en suma, algo accidental; se trata de serlo por convicción, por pura necesidad de sobrevivir en el mundo, y por voluntad. Cuando se es mexicano no se puede ser otra cosa, porque es imposible renegar de lo que somos sin dejar de ser hombres. Si al hecho de ser mexicano se le añade la voluntad de serlo -porque ahora la Patria necesita afirmarse sobre sí misma para tomar impulso- México saldrá con bien de todas las asechanzas de este presente encanallado y de cuantos reniegan de su mexicanidad y no son más que alucinados émulos del pasado.

La voluntad nacional, lo que nos es común a todos, el rumbo que la Patria ha querido seguir desde siempre, tiene que ser rescatada y explicada.

Los mexicanos tenemos la necesidad de volverla a descubrir para encontrar en ella un principio de unión de nuestros futuros esfuerzos. La patria es la obra, y, como obra, ha venido inmovilizándose y envejeciendo. México es la misión. Ninguna nación ha sentido tanto como la nuestra, la llamada hacia una misión universal, predicada y extendida con la idea y defendida tanto con las armas y también con los votos.

México siempre ha sabido que tiene algo que hacer; ningún mexicano cree que México esté ahí por azar, casualidad o accidente. Al contrario: imagina que, puesto que México existe, existe para llevar a cabo algo. Percibe, en otras palabras, que México tiene una misión qué cumplir y, aún viendo a la nación empequeñecida, empobrecida e insultada, y con el alma de luto por ser víctima de una terrible pandemia, además de una terrorífica violencia, rara vez duda de lo mucho que nos queda por hacer y de la necesidad de llegar a hacerlo.

A pesar de que las autoridades gubernamentales tienen el don de dividirnos… pero cuando se pone en duda la existencia de México, cuando se la acusa de inútil invención, la única respuesta posible es descubrir cada uno cómo es de mexicano y cerrar filas con los otros mexicanos para defender lo que es patrimonio común y, también, garantía de nuestro único futuro posible.

Ya no se trata de ser mexicano por nacimiento, que es, en suma, algo accidental; se trata de serlo por convicción, por pura necesidad de sobrevivir en el mundo, y por voluntad. Cuando se es mexicano no se puede ser otra cosa, porque es imposible renegar de lo que somos sin dejar de ser hombres. Si al hecho de ser mexicano se le añade la voluntad de serlo -porque ahora la Patria necesita afirmarse sobre sí misma para tomar impulso- México saldrá con bien de todas las asechanzas de este presente encanallado y de cuantos reniegan de su mexicanidad y no son más que alucinados émulos del pasado.