/ miércoles 9 de agosto de 2023

Libros de texto “politizados”

Independientemente de los errores, inconsistencias, omisiones y desequilibrios ideológicos que pudieran contener los Libros de Texto Gratuitos, que serán la base para que operen los planes y programas de estudio durante el ciclo escolar 2023-2024, el asunto es que el tema ya se politizó, y las opiniones vertidas a favor y en contra de los objetivos pedagógicos, didácticos y académicos, quedan tergiversados, y se tuerce la prioridad de la educación, que es la niñez y la docencia como equipo.

Señalar las fallas y extravíos, e incluso el desplazamiento del conocimiento científico por el humano y social, en el contenido de los Libros de Texto, es fundamental para que el proceso de enseñanza aprendizaje cumpla con las obligaciones constitucionales.

Existe el precedente de anteriores ediciones, en que se criticó parte de los contenidos, lo que indudablemente sirvió para que los profesionales de la educación, que son los maestros y autoridades, mejoraran la enseñanza y la orientaran en sintonía con las circunstancias económicas, sociales e inclusive políticas, sin menoscabo de ideologías.

Si en esta ocasión, el descarrío del contenido es de grandes dimensiones, que pervierte y por ende desorienta la premisa educativa, que sean los especialistas, despojados de tintes partidistas, políticos y de poder, los que se “rasguen las vestiduras”, por así decirlo, y exijan la reparación de las irregularidades.

De lo contrario, y posiblemente eso sea lo que busquen los autores de los libros, las escuelas se convertirán en campo de disputas políticas, mientras que la educación, que es la afectada, seguirá deteriorándose en su calidad y, por ende, niños, adolescentes y jóvenes, tendrán una formación deficiente no apta para la competitividad que exige la globalización.

Es condenable que el dirigente nacional de un partido, convoque a quemar y destruir los LTG, con objetivos a todos vista, de capitalizar el escenario políticamente, olvidándose que los maestros y los niños, son los que, en la práctica, habrán de tener en la mejor opinión.

Y no se trata de avalar o solapar que hasta en la educación, se pretenda corromper el contenido de los Libros de Texto Gratuito, con fines de adoctrinamiento para mantener el poder, como se acusa, sino que el problema se enfoque en lograr una solución especializada, en caso de que tenga que suceder, y que no desoriente más a los escolares, y hasta a los mismos padres de familia.

Que las asignaturas desaparecen para integrarse a campos formativo, que el centro de aprendizaje ya no es el estudiante sino el grupo y que el de la enseñanza ya no es el aula sino la comunidad, deben ser analizados por los Profesionales de la Educación, para convertirlas en áreas de oportunidad, ya que según la Nueva Escuela Mexicana, los profesores tendrán hasta un 40 por ciento de posibilidad de cambiar el plan de estudios, de acuerdo al contexto de su comunidad.

Y debe quedar claro que los libros no son el centro de enseñanza-aprendizaje, existen programas de estudio de cada grado, en los que se indican los contenidos que deben abordarse; hay sugerencias de cómo trabajar, pero no son guías, el docente puede modificar las actividades o proponer otros proyectos en función de las características de sus estudiantes y de la comunidad.

Los libros estarán en las escuelas al inicio del ciclo escolar el próximo 28 de agosto; los docentes conocerán los planes y programas de estudio, desde una semana antes.

Independientemente de los errores, inconsistencias, omisiones y desequilibrios ideológicos que pudieran contener los Libros de Texto Gratuitos, que serán la base para que operen los planes y programas de estudio durante el ciclo escolar 2023-2024, el asunto es que el tema ya se politizó, y las opiniones vertidas a favor y en contra de los objetivos pedagógicos, didácticos y académicos, quedan tergiversados, y se tuerce la prioridad de la educación, que es la niñez y la docencia como equipo.

Señalar las fallas y extravíos, e incluso el desplazamiento del conocimiento científico por el humano y social, en el contenido de los Libros de Texto, es fundamental para que el proceso de enseñanza aprendizaje cumpla con las obligaciones constitucionales.

Existe el precedente de anteriores ediciones, en que se criticó parte de los contenidos, lo que indudablemente sirvió para que los profesionales de la educación, que son los maestros y autoridades, mejoraran la enseñanza y la orientaran en sintonía con las circunstancias económicas, sociales e inclusive políticas, sin menoscabo de ideologías.

Si en esta ocasión, el descarrío del contenido es de grandes dimensiones, que pervierte y por ende desorienta la premisa educativa, que sean los especialistas, despojados de tintes partidistas, políticos y de poder, los que se “rasguen las vestiduras”, por así decirlo, y exijan la reparación de las irregularidades.

De lo contrario, y posiblemente eso sea lo que busquen los autores de los libros, las escuelas se convertirán en campo de disputas políticas, mientras que la educación, que es la afectada, seguirá deteriorándose en su calidad y, por ende, niños, adolescentes y jóvenes, tendrán una formación deficiente no apta para la competitividad que exige la globalización.

Es condenable que el dirigente nacional de un partido, convoque a quemar y destruir los LTG, con objetivos a todos vista, de capitalizar el escenario políticamente, olvidándose que los maestros y los niños, son los que, en la práctica, habrán de tener en la mejor opinión.

Y no se trata de avalar o solapar que hasta en la educación, se pretenda corromper el contenido de los Libros de Texto Gratuito, con fines de adoctrinamiento para mantener el poder, como se acusa, sino que el problema se enfoque en lograr una solución especializada, en caso de que tenga que suceder, y que no desoriente más a los escolares, y hasta a los mismos padres de familia.

Que las asignaturas desaparecen para integrarse a campos formativo, que el centro de aprendizaje ya no es el estudiante sino el grupo y que el de la enseñanza ya no es el aula sino la comunidad, deben ser analizados por los Profesionales de la Educación, para convertirlas en áreas de oportunidad, ya que según la Nueva Escuela Mexicana, los profesores tendrán hasta un 40 por ciento de posibilidad de cambiar el plan de estudios, de acuerdo al contexto de su comunidad.

Y debe quedar claro que los libros no son el centro de enseñanza-aprendizaje, existen programas de estudio de cada grado, en los que se indican los contenidos que deben abordarse; hay sugerencias de cómo trabajar, pero no son guías, el docente puede modificar las actividades o proponer otros proyectos en función de las características de sus estudiantes y de la comunidad.

Los libros estarán en las escuelas al inicio del ciclo escolar el próximo 28 de agosto; los docentes conocerán los planes y programas de estudio, desde una semana antes.