La Peluquería Guadiana cumplió 34 años de brindar servicio a la sociedad de Durango, eso lo recuerda bien su propietario “Juanito”, quien atiende personalmente con profesionalismo y educación, a todo aquel que entra a su negocio. Juanito de oficio peluquero, se formó en la práctica, como muchos de sus contemporáneos, con observación y habilidad que tuvo que desarrollar y perfeccionar cada día, porque como bien lo dice, “antes no había escuelas que enseñarán a cortar el cabello, uno solo, entraba y viendo, empezaba a agarrar las tijeras”.
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Juanito tiene dos cualidades indispensables que debe tener cualquier peluquero, primero la destreza con el peine y las tijeras, pero también mucha discreción sobre lo que escucha de sus clientes, y de los nombres de ellos, toda esa información que sigue guardándose hasta la fecha. En nuestra plática prefiere omitir nombres de quienes eran sus clientes asiduos, pero mencionó que se encontraban ex gobernadores, o gente importante. Asegura que ha olvidado también lo que se platicaban entre sus clientes, o lo que alguien se abría a contarle mientras le cortaba el cabello.
-A veces estaban platicando, entre dos personas, de temas muy fuertes, mientras yo estaba cortando el pelo, y me decían ¿usted qué opina Juanito? y yo contestaba –pero ¿de qué están hablando? no escuché. Me hacía el sordo por respeto, y porque siempre me manejado así, cauteloso, mis clientes saben que aquí se queda todo, “porque además uno nunca sabe quién pone dedo”. A mí me preguntan algo, y pues no, nunca nunca voy a decir, para nada, estaría violando la confianza. “Muchos clientes se hicieron amigos, precisamente porque confiaban en mí, hasta la fecha”.
Lo que sí recuerda bien, y le emociona platicar, es que al año siguiente de que él llegó a instalarse en la esquina de Coronado e Independencia en la zona centro de Durango capital, fue la visita del Papa Juan Pablo II a Durango, “yo creo que tú no te acuerdas cuando vino aquí a Durango, yo creo que todavía ni nacías creo, pero yo tenía un año aquí, el Papa vino en mayo y yo cumplía mi primer año”. Considera que esa visita es un evento histórico y muy relevante para el estado, independientemente si se es católico o no, “no sé por qué no se le da la importancia a la visita del Papa, cuando vino a Durango”, se debe recordar el aniversario en grande, mucha gente supo en el mundo que existía esta ciudad, solo por esa visita, mucha gente asistió, se vivió un momento de emoción y esperanza, algo así ya no ha ocurrido, ahora “casi ni en las iglesias lo mencionan a veces, pero no debería de pasar desapercibido, no es tan común que venga el Papa, pues ni al país, menos a la ciudad”, creo hasta se batió record de calor, ese día.
Reconoce que una de las ventajas de su oficio en ese entonces, es que conoció a mucha gente de ciertos niveles y de todo, entonces uno de ellos, “de gran peso”, y que lo estimaba, le preguntó si quería ir a la Catedral, entonces le dio dos boletos, uno para su esposa y otro para él. Esa visita a Catedral, era parte de la gira del Papa en Durango, donde visitó también el Cereso, El Teatro Ricardo Castro, El Arzobispado y la explanada de Jardines, donde celebró una misa y ahora se conoce como el Jardín de la Cruz del Papa.
Juanito recuerda que pocas personas de todas las que querían ir, pudieron ingresar, porque se tenía que dar una autorización desde México, proporcionaban todos sus datos y nombre, “sino no entrabas”, dabas tu nombre en la puerta, eso se hizo con tiempo y si no aparecías en la lista, no te dejaban pasar. “Mi esposa y yo estuvimos así cerca, nada más casi para saludarlo de mano”, a una corta distancia del Papa Juan Pablo II, nada más nos dividía una rejita, pero se sintió una sensación indescriptible o energía diferente alrededor, “lo que no puedo asegurar, es que sí eso que se sintió fue general, para todos los que estábamos ahí, pero mi esposa y yo sí lo sentimos, y varias personas que estaban ahí”, todavía después nos preguntamos que fue eso, en ese momento uno no sabía que fue, en las pláticas después aún lo recordamos, había algo, se sentía paz.
Sobre el oficio, empezó desde chico “porque era una manera de ayudarse, a comprar una gorda” además no había muchas opciones, pero le gusta, “date una idea si me gusta o no, si solo aquí tengo 34 años”, y en la plática, gracias a que un cliente lo mencionó mientras Juanito le cortaba el pelo, que también trabajó un tiempo en otra peluquería histórica, la Peluquería México, y previo a rentar el local en el centro, atendía en el Barrio de Tierra Blanca.
Gracias a su trabajo, en su peluquería, Juanito recuerda que muchos años “vivió tranquilamente”, porque sacaba para los gastos bien, pero ahora cada año es más difícil, sobre todo desde la pandemia, porque el negocio no se ha recuperado. Los clientes que tenía, con los años, poco a poco fueron disminuyendo, “todo fue cambiando, ahora muchos prefieren ir a las estéticas por su corte moderno”, pero en mi peluquería saben que desde siempre fue el corte tradicional, “lo que se usa bien, un corte de hombre”, eso es lo que se ofrece aquí, no los que usan ahora de pelón pelón, o modernos, yo claro que los puedo hacer, pero no, para mi tiene que estar bien arreglado.
“Hay señores que todavía sí me traen a sus hijos, y yo les digo, aquí el corte de pelo, es de hombre, para papá y para el hijo”, aunque si, ya es menos que me traen a los niños, pero antes aprovechaban a los que no se querían cortar el pelo, para que yo les dijera que su corte iba a ser normal, como lo tenían que llevar a la escuela, porque si no, no los admitían, pero ya casi no se usa. Pero reconoce que siempre la mayoría de sus clientes, han sido adultos, algunos acompañados por sus esposas.
En cuanto a barbería, “ya es raro que haga un trabajo, un tiempo todavía venían a arreglarse la barba, antes y más, pero ya se ha retirado más eso”. También mucha gente creía que hasta se tocaban instrumentos adentro de las barberías, o que había mucha gente haciendo fila, pero no es cierto, bueno al menos aquí no, pero si siempre llega gente de todo, “mucha gente de mucho dinero que es sencilla, viene y me saca conversación, pero también hay gente bien amolados, que se creen mucho, eso no me gusta”. En cuanto a su oficio, desconoce si alguno de los peluqueros de su época, “todavía están, porque antes todos se conocían bien”, pero tiene mucho tiempo que se perdieron la pista.
Algunas personas, vecinos de la zona, cuando pasan lo saludan, “Juanito”, “Juanito, ¿cómo está?”, y dijo que son conocidos desde hace años, que a muchos incluso los conoció desde “chamacos”. En cuanto a los cambios dentro de su mobiliario, han sido pocos, conserva lo indispensable para su trabajo, atomizadores, peines, tijeras, espejos y un calendario que no puede faltar, afuera en la fachada, hay postes característicos de color azul, rojo y blanco.
Aunque al inicio de la entrevista, estaba un poco incrédulo y con gesto de desconfianza me preguntó ¿A poco me va a preguntar toda mi historia, mi vida, ni yo me acuerdo? ¿A poco a la gente le va interesar?, y aunque me recomendó ir a una empresa más grande a hacer la entrevista, a una con varios trabajadores, que dependa mucha gente, la realidad es que fueron varias cosas las que me contó, a pesar de que siempre insistía, “no es mucho lo que yo pueda decir”.