/ lunes 18 de marzo de 2019

A los dirigentes poco importa el desorden y acecho de Morena

Los novelos y los rosendos revelan lo poco que tienen en la cabeza y lo mucho que se desprecian entre sí, y el presidente o delegado sacado de emergencia, tiene cara de que preferiría estar en cualquier parte menos allí.

En Durango no ha habido un debate amplio y profundo sobre la entrega de candidaturas a aspirantes externos. Mucho menos que incidiera en reparar seriamente en las consecuencias.

Sobre este particular no se ha promovido jamás una decisión informada y consensada. De ahí que haya prevalecido la prisa y el desorden. Ha prevalecido la premura. Ha prevalecido el deseo de tomar decisiones a puerta cerrada y de espaldas a los que han trabajado siempre a favor de la causa. Ha prevalecido el mecanismo desgastado de acudir a las decisiones nacionales cuando todo el engrudo se les hizo bolas.

La opacidad y la discrecionalidad detrás de la tentación de alimentar las aspiraciones de priistas. Alimentan la sospecha. Alimentan la percepción de complicidades costosas para el partido y quienes los respaldan. Alimentan la percepción de alianzas entre los que simulan defender a Morena y los mercenarios que pretenden atropellar los derechos de sus fundadores. Alimentan la visión de dirigentes baratos que venden las siglas del partido y la ambición de algunos exgobernadores dispuestos a comprarlas.

Frente a esa realidad es imposible ocultar la entrega del partido a las mafias que quieren apropiarse de él. A aquellos que ya lo mantienen en jaque y los dirigentes anuentes a empoderar a quienes no piensan en el partido, sino en cómo perpetuarse en el poder a través de él. Porque quién ignora que los priistas pretenden apoderarse de sus siglas y pagarle con mendrugos a sus dueños.

En esencia, las preguntas en torno a los chapulines tienen que ver en el tipo de Partido que Morena quiere ser. El tipo de movimiento al que aspira. ¿Partido de jugadores limpios o jugadores tramposos? ¿Partido que entiende las consecuencias sociales y criminales de los que lo acechan, o Partido que actúa como refugio de palomas negras para pintarlas de blanco? ¿Partido que carece de malas costumbres o Partido cazador de mafias para que se las enseñen?

Frente a dichas interrogantes hacen falta políticos dispuestos a contestarlas. Antes de seguir arruinando a Morena, Hace falta que alguien apueste en su favor. Pero lejos está la dirigencia de dicha premisa o prioridad, ya que las cúpulas se congregan para entablar un diálogo de sordos, cada vez más distantes de una pléyade de voluntarios y simpatizante a los que dicen representar. Los novelos y los rosendos revelan lo poco que tienen en la cabeza y lo mucho que se desprecian entre sí, y el presidente o delegado sacado de emergencia, tiene cara de que preferiría estar en cualquier parte menos allí.

Pareciera que el poder se encamina hacia los presuntos candidatos, unos ya debidamente acreditados y otros por acreditarse. Desafortunadamente allí prevalecen en su mayoría aprendices de políticos. Saben abuchear, pero apenas van a intentar montar una campaña para jugar, sin que descarten emular el estilo priista y ojalá sepan crear el propio. Saben aceptar la candidatura pero no saben cómo conformar y retener a los que no las obtuvieron.

En fin, del nuevo delegado de Morena se esperaba mucho y más bien entrega poco. Es responsable de la confusión de todo lo sucedido en la asignación de candidaturas, donde la ineficiencia engalanó su escasa capacidad. Habla de la encuesta de los aspirantes que quedaron pendientes y la que se refiere al municipio de Durango, sin duda que será su obra más cuestionada.

Como sabe que carga con el peso del desorden, intenta guardar silencio ante los medios.

Como cree que la comparación con Rosendo será inevitable, intenta desconocerlo y evitarlo en los pocos aciertos. De ahí la observación de que no ha sabido comportarse como un dirigente fuerte y decidido, más bien le ha apostado a perder el tiempo y a ventilar sus debilidades.

Y los demás no se quedan atrás, porque todos enfatizan su lealtad a Morena y nadie lo demuestra. Todos enfatizan en el futuro del Partido y nadie está dispuesto a comprometerse con él. Todos enfatizan el bien general, mientras se dedican a perseguir un bien particular y para muestra veamos algunos ejemplos:

El alcalde quería agandallarse el registro para ir cómodamente por la reelección. El Partido Verde está a la expectativa y quiere ver qué tan caro puede venderle su amor.

Gonzalo Yáñez quiere ganarle la partida y el partido a los que llegaron a la recta final.

Con dichas agendas será difícil concretar acuerdos, salvo que los finalistas se entreguen en charola de plata al controvertido “Rambo”.

No se descarta cualquier sorpresa, pese a que éstas en política no existen, ya que para Silvestre Flores y Otniel García, estar en la recta final, por supuesto que no fue tarea fácil.

Ahora que ya están ahí, sólo falta que la encuesta defina quién será el candidato que abandere la causa del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Dos perfiles sumamente diferentes, pese a que los dos pertenecen a Morena. Silvestre pionero de Morena y seguidor de AMLO, desde que éste iniciara su camino hacia Palacio.

En cambio Otniel, morenista de nuevo cuño, bajo la visión urgente de ser senador, invitado y sonsacado por Gonzalo.

Así fue, Gonzalo lo sedujo hacia el paraíso de la senaduría, y una vez mordido el anzuelo por el invitado, la senaduría se esfumó y apareció en los brazos del actual senador con licencia, allegada sin duda por los trastupijes mágicos que el “Rambo” sabe trabajar en estos menesteres, y que ahora volverá a hacer usos de ellos, si cualquiera de los finalistas accede a sus hábitos de seductor incorregible.

Otniel sabe a quién le debe el boleto de entrada a la jugada de Morena y esa misma estrategia puede ser la trampa que le pongan a Silvestre, para detenerlo en su derecho de admisión legítimo, en caso de ser el vencedor y ahí el dilema de echar por la borda sus méritos y esfuerzos de sembrar cuando la tierra era árida y ahora que está en bonanza cambiarla por migajas.

El maestro Silvestre supo navegar en aguas turbias de ese senegal que armaron los dirigentes de Morena, pero pese a eso, su perfil sigue arrasando en la opinión pública, dado que su humildad y honestidad contrastan con la arrogancia de su contrincante y esperemos que también su espíritu prístino choque con la tentación de las manzanas del pecado.

Los novelos y los rosendos revelan lo poco que tienen en la cabeza y lo mucho que se desprecian entre sí, y el presidente o delegado sacado de emergencia, tiene cara de que preferiría estar en cualquier parte menos allí.

En Durango no ha habido un debate amplio y profundo sobre la entrega de candidaturas a aspirantes externos. Mucho menos que incidiera en reparar seriamente en las consecuencias.

Sobre este particular no se ha promovido jamás una decisión informada y consensada. De ahí que haya prevalecido la prisa y el desorden. Ha prevalecido la premura. Ha prevalecido el deseo de tomar decisiones a puerta cerrada y de espaldas a los que han trabajado siempre a favor de la causa. Ha prevalecido el mecanismo desgastado de acudir a las decisiones nacionales cuando todo el engrudo se les hizo bolas.

La opacidad y la discrecionalidad detrás de la tentación de alimentar las aspiraciones de priistas. Alimentan la sospecha. Alimentan la percepción de complicidades costosas para el partido y quienes los respaldan. Alimentan la percepción de alianzas entre los que simulan defender a Morena y los mercenarios que pretenden atropellar los derechos de sus fundadores. Alimentan la visión de dirigentes baratos que venden las siglas del partido y la ambición de algunos exgobernadores dispuestos a comprarlas.

Frente a esa realidad es imposible ocultar la entrega del partido a las mafias que quieren apropiarse de él. A aquellos que ya lo mantienen en jaque y los dirigentes anuentes a empoderar a quienes no piensan en el partido, sino en cómo perpetuarse en el poder a través de él. Porque quién ignora que los priistas pretenden apoderarse de sus siglas y pagarle con mendrugos a sus dueños.

En esencia, las preguntas en torno a los chapulines tienen que ver en el tipo de Partido que Morena quiere ser. El tipo de movimiento al que aspira. ¿Partido de jugadores limpios o jugadores tramposos? ¿Partido que entiende las consecuencias sociales y criminales de los que lo acechan, o Partido que actúa como refugio de palomas negras para pintarlas de blanco? ¿Partido que carece de malas costumbres o Partido cazador de mafias para que se las enseñen?

Frente a dichas interrogantes hacen falta políticos dispuestos a contestarlas. Antes de seguir arruinando a Morena, Hace falta que alguien apueste en su favor. Pero lejos está la dirigencia de dicha premisa o prioridad, ya que las cúpulas se congregan para entablar un diálogo de sordos, cada vez más distantes de una pléyade de voluntarios y simpatizante a los que dicen representar. Los novelos y los rosendos revelan lo poco que tienen en la cabeza y lo mucho que se desprecian entre sí, y el presidente o delegado sacado de emergencia, tiene cara de que preferiría estar en cualquier parte menos allí.

Pareciera que el poder se encamina hacia los presuntos candidatos, unos ya debidamente acreditados y otros por acreditarse. Desafortunadamente allí prevalecen en su mayoría aprendices de políticos. Saben abuchear, pero apenas van a intentar montar una campaña para jugar, sin que descarten emular el estilo priista y ojalá sepan crear el propio. Saben aceptar la candidatura pero no saben cómo conformar y retener a los que no las obtuvieron.

En fin, del nuevo delegado de Morena se esperaba mucho y más bien entrega poco. Es responsable de la confusión de todo lo sucedido en la asignación de candidaturas, donde la ineficiencia engalanó su escasa capacidad. Habla de la encuesta de los aspirantes que quedaron pendientes y la que se refiere al municipio de Durango, sin duda que será su obra más cuestionada.

Como sabe que carga con el peso del desorden, intenta guardar silencio ante los medios.

Como cree que la comparación con Rosendo será inevitable, intenta desconocerlo y evitarlo en los pocos aciertos. De ahí la observación de que no ha sabido comportarse como un dirigente fuerte y decidido, más bien le ha apostado a perder el tiempo y a ventilar sus debilidades.

Y los demás no se quedan atrás, porque todos enfatizan su lealtad a Morena y nadie lo demuestra. Todos enfatizan en el futuro del Partido y nadie está dispuesto a comprometerse con él. Todos enfatizan el bien general, mientras se dedican a perseguir un bien particular y para muestra veamos algunos ejemplos:

El alcalde quería agandallarse el registro para ir cómodamente por la reelección. El Partido Verde está a la expectativa y quiere ver qué tan caro puede venderle su amor.

Gonzalo Yáñez quiere ganarle la partida y el partido a los que llegaron a la recta final.

Con dichas agendas será difícil concretar acuerdos, salvo que los finalistas se entreguen en charola de plata al controvertido “Rambo”.

No se descarta cualquier sorpresa, pese a que éstas en política no existen, ya que para Silvestre Flores y Otniel García, estar en la recta final, por supuesto que no fue tarea fácil.

Ahora que ya están ahí, sólo falta que la encuesta defina quién será el candidato que abandere la causa del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Dos perfiles sumamente diferentes, pese a que los dos pertenecen a Morena. Silvestre pionero de Morena y seguidor de AMLO, desde que éste iniciara su camino hacia Palacio.

En cambio Otniel, morenista de nuevo cuño, bajo la visión urgente de ser senador, invitado y sonsacado por Gonzalo.

Así fue, Gonzalo lo sedujo hacia el paraíso de la senaduría, y una vez mordido el anzuelo por el invitado, la senaduría se esfumó y apareció en los brazos del actual senador con licencia, allegada sin duda por los trastupijes mágicos que el “Rambo” sabe trabajar en estos menesteres, y que ahora volverá a hacer usos de ellos, si cualquiera de los finalistas accede a sus hábitos de seductor incorregible.

Otniel sabe a quién le debe el boleto de entrada a la jugada de Morena y esa misma estrategia puede ser la trampa que le pongan a Silvestre, para detenerlo en su derecho de admisión legítimo, en caso de ser el vencedor y ahí el dilema de echar por la borda sus méritos y esfuerzos de sembrar cuando la tierra era árida y ahora que está en bonanza cambiarla por migajas.

El maestro Silvestre supo navegar en aguas turbias de ese senegal que armaron los dirigentes de Morena, pero pese a eso, su perfil sigue arrasando en la opinión pública, dado que su humildad y honestidad contrastan con la arrogancia de su contrincante y esperemos que también su espíritu prístino choque con la tentación de las manzanas del pecado.