/ miércoles 6 de julio de 2022

“Con la vara que midas…”

El sistema político que prevalece en nuestro país, muestra casi siempre escenarios de revanchismo, principalmente como una reacción a lo que siempre se promete en campaña, y que es usado para iniciar los gobiernos con cierta credibilidad; el problema es cuando las cosas se invierten con el paso de los años. “Con la vara que midas, serás medido” es un dicho que por mucho es aplicable a los gobiernos de cualquier ente, máxime cuando se da la alternancia en el poder entre las fuerzas políticas; combatir la corrupción, desterrar acciones que provoquen el enriquecimiento ilícito de los funcionarios, son parte de la narrativa de quienes asumen el encargo ganado en las urnas.

En este sentido, y a pesar de la declaración en contra del Presidente López Obrador, en Campeche se ha ordenado el cateo de la casa del dirigente nacional del Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, una clara señal de la gobernadora Layda Sansores en contra de uno de sus principales opositores, argumentando ella y su fiscal, Renato Sales, que es en relación a los audios que la propia jefa del ejecutivo estuvo ventilando, o para “verificar los materiales” que se encuentren en dicha vivienda. Evidentemente podría haber situaciones qué señalarle al ex gobernador campechano, pero el asunto son las formas en que se hacen. De ahí el primer ejemplo en relación a que existen gobernantes que pareciera que estarán en el cargo muchos años, sin pensar que dentro de seis años el asunto será a la inversa.

De igual forma a nivel federal las circunstancias podrían llevarnos a escenarios que vivimos a finales del 2018, con el triunfo de López Obrador, cuando una de sus primaras acciones fue la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco, algo que le permitió iniciar su sexenio con el aval social respecto al combate a la corrupción. Hoy, a casi dos años de entregar la banda presidencial, podríamos tener escenarios adversos a su forma de gobernar, pues de entrada también tendrá obras que para el 2024 no estarán terminadas, como el caso de la refinería Olmeca, de donde apenas se inauguró una primera etapa; es decir, para comenzar a dar resultados se prevé que sea hasta el 2026, y quién dice que algún abanderado el próximo año, en campaña, no vaya a tomar como bandera la eliminación de esta obra, tan solo por el hecho de que la tendencia a nivel mundial es dejar de usar combustibles fósiles.

En el caso de Durango pasaría algo similar, pues hace seis años el actual gobernador enarboló la bandera de la corrupción, y del impulso a las finanzas sanas; hoy, a dos meses de entregar el gobierno a Esteban Villegas, su administración presenta señales graves de falta de liquidez en la asignación del recurso; el caso de los municipios es el más claro ejemplo de los pendientes que tendría que resolver en los próximos días, ya que las administraciones municipales enfrentarán la etapa de liquidaciones a los empleados que concluyen su etapa como servidores, y tendrán que realizarles el pago correspondiente, y evitar así los laudos que generan, en un futuro inmediato, un daño más grande al erario municipal. Todo esto deberá quedar sentado en la etapa de entrega-recepción con el nuevo gobierno, pues a pesar de que la transición pueda ser “tersa” entre ambas partes, las cuentas deben quedar perfectamente claras.

Pajareando.

En nada beneficia a nuestra democracia la caravana que ha iniciado Gonzalo Yáñez a la Ciudad de México; la diferencia en la votación elimina toda posibilidad de que el proceso del pasado 5 de junio haya tenido indicios de fraude; me parece que en estos momentos de polarización política y social, los actores políticos deberán ser la “punta de lanza” en cuanto a la gobernabilidad, pues los ciudadanos lo que menos buscamos es que haya encono entre los partidos. Se gana o se pierde, pero se debe anteponer el interés de Durango.

DATO

A nivel federal las circunstancias podrían llevarnos a escenarios que vivimos a finales del 2018, con el triunfo de López Obrador, cuando una de sus primaras acciones fue la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco, algo que le permitió iniciar su sexenio con el aval social respecto al combate a la corrupción.

El sistema político que prevalece en nuestro país, muestra casi siempre escenarios de revanchismo, principalmente como una reacción a lo que siempre se promete en campaña, y que es usado para iniciar los gobiernos con cierta credibilidad; el problema es cuando las cosas se invierten con el paso de los años. “Con la vara que midas, serás medido” es un dicho que por mucho es aplicable a los gobiernos de cualquier ente, máxime cuando se da la alternancia en el poder entre las fuerzas políticas; combatir la corrupción, desterrar acciones que provoquen el enriquecimiento ilícito de los funcionarios, son parte de la narrativa de quienes asumen el encargo ganado en las urnas.

En este sentido, y a pesar de la declaración en contra del Presidente López Obrador, en Campeche se ha ordenado el cateo de la casa del dirigente nacional del Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, una clara señal de la gobernadora Layda Sansores en contra de uno de sus principales opositores, argumentando ella y su fiscal, Renato Sales, que es en relación a los audios que la propia jefa del ejecutivo estuvo ventilando, o para “verificar los materiales” que se encuentren en dicha vivienda. Evidentemente podría haber situaciones qué señalarle al ex gobernador campechano, pero el asunto son las formas en que se hacen. De ahí el primer ejemplo en relación a que existen gobernantes que pareciera que estarán en el cargo muchos años, sin pensar que dentro de seis años el asunto será a la inversa.

De igual forma a nivel federal las circunstancias podrían llevarnos a escenarios que vivimos a finales del 2018, con el triunfo de López Obrador, cuando una de sus primaras acciones fue la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco, algo que le permitió iniciar su sexenio con el aval social respecto al combate a la corrupción. Hoy, a casi dos años de entregar la banda presidencial, podríamos tener escenarios adversos a su forma de gobernar, pues de entrada también tendrá obras que para el 2024 no estarán terminadas, como el caso de la refinería Olmeca, de donde apenas se inauguró una primera etapa; es decir, para comenzar a dar resultados se prevé que sea hasta el 2026, y quién dice que algún abanderado el próximo año, en campaña, no vaya a tomar como bandera la eliminación de esta obra, tan solo por el hecho de que la tendencia a nivel mundial es dejar de usar combustibles fósiles.

En el caso de Durango pasaría algo similar, pues hace seis años el actual gobernador enarboló la bandera de la corrupción, y del impulso a las finanzas sanas; hoy, a dos meses de entregar el gobierno a Esteban Villegas, su administración presenta señales graves de falta de liquidez en la asignación del recurso; el caso de los municipios es el más claro ejemplo de los pendientes que tendría que resolver en los próximos días, ya que las administraciones municipales enfrentarán la etapa de liquidaciones a los empleados que concluyen su etapa como servidores, y tendrán que realizarles el pago correspondiente, y evitar así los laudos que generan, en un futuro inmediato, un daño más grande al erario municipal. Todo esto deberá quedar sentado en la etapa de entrega-recepción con el nuevo gobierno, pues a pesar de que la transición pueda ser “tersa” entre ambas partes, las cuentas deben quedar perfectamente claras.

Pajareando.

En nada beneficia a nuestra democracia la caravana que ha iniciado Gonzalo Yáñez a la Ciudad de México; la diferencia en la votación elimina toda posibilidad de que el proceso del pasado 5 de junio haya tenido indicios de fraude; me parece que en estos momentos de polarización política y social, los actores políticos deberán ser la “punta de lanza” en cuanto a la gobernabilidad, pues los ciudadanos lo que menos buscamos es que haya encono entre los partidos. Se gana o se pierde, pero se debe anteponer el interés de Durango.

DATO

A nivel federal las circunstancias podrían llevarnos a escenarios que vivimos a finales del 2018, con el triunfo de López Obrador, cuando una de sus primaras acciones fue la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco, algo que le permitió iniciar su sexenio con el aval social respecto al combate a la corrupción.

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