/ jueves 26 de noviembre de 2020

Descolonizar el mundo moderno

Entre 1945 y 1975, cuando se ganaron las luchas por la independencia en África y Asia, la membresía de las Naciones Unidas aumentó de 51 a 144 países. En ese período, la descolonización fue principalmente política y económica.

Sin embargo, a medida que más colonias obtuvieron su independencia, la descolonización cultural se volvió más significativa, ya que la dominación política y económica europea coincidió con el eurocentrismo y las tradiciones culturales y los sistemas de conocimiento indígenas fueron denigrados como retrógrados e incivilizados.

Originalmente, el término descolonización apareció tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) promovió los procesos de independencia de unas 80 naciones no autónomas, mayoritariamente presentes en Asia y África, que aún vivían bajo el dominio de colonizadores extranjeros, casi todos europeos, aunque no exclusivamente.

Ahora, se han suscitado movimientos en diversas partes del mundo, desde Sudáfrica hasta Gran Bretaña, estudiantes han marchado bajo su estandarte para desafiar los currículums eurocéntricos. Museos como el Museo de Historia Natural, en Nueva York, y el Museo Real de África Central, en Bruselas, se han visto obligados a confrontar su retrato de los pueblos colonizados africanos e indígenas.

En los últimos años, la descolonización ha ganado nueva importancia política dentro de las fronteras de las viejas potencias coloniales y los movimientos indígenas han reclamado el manto de la descolonización, en protestas.

Ahora, en parte gracias al aumento global en las movilizaciones de Black Lives Matter, los llamados a la descolonización se dejan oír en las antiguas metrópolis imperiales de Europa, por lo que en junio, manifestantes en Bristol, Inglaterra, derribaron la estatua de Edward Colston, director de la Royal African Company, que dominó la trata de esclavos africanos en los siglos XVII y XVIII.

El colonialismo, insisten los manifestantes, no sólo dio forma al sur global, sino que hizo Europa y el mundo moderno; las ganancias del comercio de esclavos impulsaron el surgimiento de ciudades portuarias como Bristol, Liverpool y Londres, mientras que la economía atlántica que creó la esclavitud ayudó a impulsar la Revolución Industrial.

Reconocer que la historia colonial da forma a las desigualdades y jerarquías actuales que estructuran el mundo prepara el escenario para el próximo: reparaciones y restitución, por lo que al derribar o desfigurar estas estatuas, los manifestantes abren la narrativa nacional y fuerzan una confrontación con la historia del imperio.

Se han presentado movimientos en Sudáfrica, Bélgica, o América Latina, pero se requiere del reconocimiento de lo que se hizo y lo que se construyó con la colonización.

Las reparaciones no son un solo acto, la Comunidad del Caribe ya ha exigido reparaciones de Gran Bretaña, Francia, España y los Países Bajos por la esclavitud y el genocidio indígena, sin embargo, no deberían centrarse sólo en las antiguas colonias y sus relaciones con los Estados europeos, ya que el colonialismo sigue vivo dentro de las fronteras de Europa, y la propia Europa debe ser descolonizada, donde los europeos negros sufren discriminación en el empleo y la educación, y son objeto de violencia racista a manos de la policía y sus conciudadanos.

Para la Unión Europea “las vidas de los negros importan”, pero sus políticas privan a los negros de la igualdad de derechos, los encarcelan en campamentos y los ahogan en el Mediterráneo.

La reparación y la restitución se les debe tanto a los europeos negros como a los antiguos Estados coloniales, lo que significaría tratar a los europeos negros, y a todos los migrantes del mundo colonizado, como participantes equitativos en la sociedad europea y ser la base para construir una Europa inclusiva e igualitaria.

Esta lucha por la igualdad racial es una lucha por una condición verdaderamente poscolonial, y su creación queda implícita en cada estatua destronada, por lo que si el colonialismo hizo el mundo moderno, la descolonización no puede completarse hasta que todo el mundo sea rehecho, sin embargo, no es una tarea fácil y no sucederá de la noche a la mañana.

Entre 1945 y 1975, cuando se ganaron las luchas por la independencia en África y Asia, la membresía de las Naciones Unidas aumentó de 51 a 144 países. En ese período, la descolonización fue principalmente política y económica.

Sin embargo, a medida que más colonias obtuvieron su independencia, la descolonización cultural se volvió más significativa, ya que la dominación política y económica europea coincidió con el eurocentrismo y las tradiciones culturales y los sistemas de conocimiento indígenas fueron denigrados como retrógrados e incivilizados.

Originalmente, el término descolonización apareció tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) promovió los procesos de independencia de unas 80 naciones no autónomas, mayoritariamente presentes en Asia y África, que aún vivían bajo el dominio de colonizadores extranjeros, casi todos europeos, aunque no exclusivamente.

Ahora, se han suscitado movimientos en diversas partes del mundo, desde Sudáfrica hasta Gran Bretaña, estudiantes han marchado bajo su estandarte para desafiar los currículums eurocéntricos. Museos como el Museo de Historia Natural, en Nueva York, y el Museo Real de África Central, en Bruselas, se han visto obligados a confrontar su retrato de los pueblos colonizados africanos e indígenas.

En los últimos años, la descolonización ha ganado nueva importancia política dentro de las fronteras de las viejas potencias coloniales y los movimientos indígenas han reclamado el manto de la descolonización, en protestas.

Ahora, en parte gracias al aumento global en las movilizaciones de Black Lives Matter, los llamados a la descolonización se dejan oír en las antiguas metrópolis imperiales de Europa, por lo que en junio, manifestantes en Bristol, Inglaterra, derribaron la estatua de Edward Colston, director de la Royal African Company, que dominó la trata de esclavos africanos en los siglos XVII y XVIII.

El colonialismo, insisten los manifestantes, no sólo dio forma al sur global, sino que hizo Europa y el mundo moderno; las ganancias del comercio de esclavos impulsaron el surgimiento de ciudades portuarias como Bristol, Liverpool y Londres, mientras que la economía atlántica que creó la esclavitud ayudó a impulsar la Revolución Industrial.

Reconocer que la historia colonial da forma a las desigualdades y jerarquías actuales que estructuran el mundo prepara el escenario para el próximo: reparaciones y restitución, por lo que al derribar o desfigurar estas estatuas, los manifestantes abren la narrativa nacional y fuerzan una confrontación con la historia del imperio.

Se han presentado movimientos en Sudáfrica, Bélgica, o América Latina, pero se requiere del reconocimiento de lo que se hizo y lo que se construyó con la colonización.

Las reparaciones no son un solo acto, la Comunidad del Caribe ya ha exigido reparaciones de Gran Bretaña, Francia, España y los Países Bajos por la esclavitud y el genocidio indígena, sin embargo, no deberían centrarse sólo en las antiguas colonias y sus relaciones con los Estados europeos, ya que el colonialismo sigue vivo dentro de las fronteras de Europa, y la propia Europa debe ser descolonizada, donde los europeos negros sufren discriminación en el empleo y la educación, y son objeto de violencia racista a manos de la policía y sus conciudadanos.

Para la Unión Europea “las vidas de los negros importan”, pero sus políticas privan a los negros de la igualdad de derechos, los encarcelan en campamentos y los ahogan en el Mediterráneo.

La reparación y la restitución se les debe tanto a los europeos negros como a los antiguos Estados coloniales, lo que significaría tratar a los europeos negros, y a todos los migrantes del mundo colonizado, como participantes equitativos en la sociedad europea y ser la base para construir una Europa inclusiva e igualitaria.

Esta lucha por la igualdad racial es una lucha por una condición verdaderamente poscolonial, y su creación queda implícita en cada estatua destronada, por lo que si el colonialismo hizo el mundo moderno, la descolonización no puede completarse hasta que todo el mundo sea rehecho, sin embargo, no es una tarea fácil y no sucederá de la noche a la mañana.