/ jueves 4 de abril de 2024

La conspiración de la fortuna

Santos Rodríguez es un político y empresario mexicano durante la parte central del siglo XX, un buscavidas dentro del sistema político mexicano dominado por el PRI y a lo largo de los sucesos que se presentan en su vida, se da cuenta de la corrupción, las camarillas y las intrigas de palacio que están a la orden del día, y es ese mundo de equilibrios de poder, traiciones y lealtades, que Santos intenta abrirse paso con desigual fortuna.

El ascenso y la caída de este político sirve para retratar a la clase dirigente mexicana y las trastiendas del poder, de la mano de Héctor Aguilar Camín, que con el libro “La conspiración de la fortuna”, nos da su visión de la condición humana a través de pequeñas historias.

La vida de Santos Rodríguez es narrada por un periodista amigo del protagonista que se acerca al personaje con una interesante mezcla de amistad fraternal, admiración y rencor secreto.

La sagacidad política del personaje no es suficiente para escalar y pronto verá que la única vía para lograrlo será a través de sus hijos. Con sus aspiraciones truncadas, la historia personal del protagonista también acogerá a su familia.

Santos Rodríguez seguirá siendo referencia del relato, aunque sus hijos cobraran importancia, especialmente el prometedor Sebastián.

En esta novela, Santos Rodríguez es un hombre que sabe aprovechar el poder: tiene dinero, propiedades, incontables mujeres de ocasión y dos permanentes, donde los hijos de la esposa se dividen entre la lealtad a alguno de los padres y el despego de ambos; el hijo de la amante de planta vive en Mendoza, en la sierra, en un ambiente de inevitable relación con el narcotráfico.

El autor no dice lo que esta bien y lo que no, no son héroes sino personajes los que desfilan en sus páginas, y lo que más destaca es que el protagonista no sube a la élite del poder por su visión de estadista ni por sus programas sociales, ya que sube porque es agradable, tiene la astucia de aliarse con quien le conviene.

La historia es entretenida debido a que esta escrita como si fuera a ser vista por televisión, permite observar la saga familiar de Santos Rodríguez, con amante e hijo fuera del matrimonio, en un ambiente en el que no falta los corruptos, ni los narcos, ni el sempiterno partido, ni las esposas guapas que toleran al macho infiel.

Como se puede apreciar, no deja de ser un melodrama escrito.

Tras todo ello se encuentra la tortuosa política mexicana surgida de la presidencia militar y transmitida a los civiles, con un PRI que no se cita, mantiene la fórmula del presidente “tapado”. Puesto que la acción transcurre a través de un cuarto de siglo, permite que el destino de Santos se repita en su hijo, llamado también a la cosa pública para vengar la injusticia que se cometió con su padre, pero las fórmulas de gobiernos son otras, pero el mecanismo, entre la violencia y corrupción, se mantiene.

Así Camín mezcla la ficción y la realidad en una obra cuyos nombres y sucesos es muy posible que tengan su reflejo en la vida política y social de México, muestra las bondades del neoliberalismo económico frente al sistema de intervencionismo estatal que ha existido en México.

En la historia de hechos mas la cadena de circunstancias de esas vidas, que los subió y los bajó y los condenó al olvido, lo que convierte a un libro en una ventana a la política en México que no mira desde la perspectiva de un partido, sino a través de la vida de mexicanos de carne y hueso, bosques y sierras y ciudades, de hechos como los que leemos en el periódico de hoy.

Santos Rodríguez es un político y empresario mexicano durante la parte central del siglo XX, un buscavidas dentro del sistema político mexicano dominado por el PRI y a lo largo de los sucesos que se presentan en su vida, se da cuenta de la corrupción, las camarillas y las intrigas de palacio que están a la orden del día, y es ese mundo de equilibrios de poder, traiciones y lealtades, que Santos intenta abrirse paso con desigual fortuna.

El ascenso y la caída de este político sirve para retratar a la clase dirigente mexicana y las trastiendas del poder, de la mano de Héctor Aguilar Camín, que con el libro “La conspiración de la fortuna”, nos da su visión de la condición humana a través de pequeñas historias.

La vida de Santos Rodríguez es narrada por un periodista amigo del protagonista que se acerca al personaje con una interesante mezcla de amistad fraternal, admiración y rencor secreto.

La sagacidad política del personaje no es suficiente para escalar y pronto verá que la única vía para lograrlo será a través de sus hijos. Con sus aspiraciones truncadas, la historia personal del protagonista también acogerá a su familia.

Santos Rodríguez seguirá siendo referencia del relato, aunque sus hijos cobraran importancia, especialmente el prometedor Sebastián.

En esta novela, Santos Rodríguez es un hombre que sabe aprovechar el poder: tiene dinero, propiedades, incontables mujeres de ocasión y dos permanentes, donde los hijos de la esposa se dividen entre la lealtad a alguno de los padres y el despego de ambos; el hijo de la amante de planta vive en Mendoza, en la sierra, en un ambiente de inevitable relación con el narcotráfico.

El autor no dice lo que esta bien y lo que no, no son héroes sino personajes los que desfilan en sus páginas, y lo que más destaca es que el protagonista no sube a la élite del poder por su visión de estadista ni por sus programas sociales, ya que sube porque es agradable, tiene la astucia de aliarse con quien le conviene.

La historia es entretenida debido a que esta escrita como si fuera a ser vista por televisión, permite observar la saga familiar de Santos Rodríguez, con amante e hijo fuera del matrimonio, en un ambiente en el que no falta los corruptos, ni los narcos, ni el sempiterno partido, ni las esposas guapas que toleran al macho infiel.

Como se puede apreciar, no deja de ser un melodrama escrito.

Tras todo ello se encuentra la tortuosa política mexicana surgida de la presidencia militar y transmitida a los civiles, con un PRI que no se cita, mantiene la fórmula del presidente “tapado”. Puesto que la acción transcurre a través de un cuarto de siglo, permite que el destino de Santos se repita en su hijo, llamado también a la cosa pública para vengar la injusticia que se cometió con su padre, pero las fórmulas de gobiernos son otras, pero el mecanismo, entre la violencia y corrupción, se mantiene.

Así Camín mezcla la ficción y la realidad en una obra cuyos nombres y sucesos es muy posible que tengan su reflejo en la vida política y social de México, muestra las bondades del neoliberalismo económico frente al sistema de intervencionismo estatal que ha existido en México.

En la historia de hechos mas la cadena de circunstancias de esas vidas, que los subió y los bajó y los condenó al olvido, lo que convierte a un libro en una ventana a la política en México que no mira desde la perspectiva de un partido, sino a través de la vida de mexicanos de carne y hueso, bosques y sierras y ciudades, de hechos como los que leemos en el periódico de hoy.