/ domingo 7 de julio de 2019

El movimiento de la PF y del que Calderón se deslindó

Referente al movimiento de la Policía Federal y que en base a eso, convocara a un paro nacional para fortalecerse y así presionar al gobierno de López Obrador y obtener de éste una serie de beneficios, bajo el pretexto de las injusticias de que los han hecho víctimas.

Concediéndoles el beneficio de la duda y que su paro nacional llegara a tener éxito, a la sociedad en general nos tendría sin cuidado, porque el apoyo y simpatía que pudiera despertar de nuestra parte, sería imposible dada la animadversión social que a pulso se han ganado.

De mi parte ni bien ni mal, sólo deseo que ojalá su paro se prolongue, para que en carne viva sientan el temor de la represión, y abonen algo de los atropellos, abusos y otras lindezas de que hacen víctimas a los ciudadanos cada vez que tienen la desgracia de encontrarse con ellos.

En estas circunstancias tan delicadas, sobra decir de la mala fe de la oposición que esta vez encabeza el prianista Felipe Calderón Hinojosa, que sólo por darle contra al presidente se ha convertido a ultranza, aunque lo niegue en defensor de oficio de estos pésimos servidores públicos, a quienes moralmente ahora trata de reivindicar, como una prueba de agradecimiento a la protección y sostenimiento que le brindaron durante su mandato espurio.

Quién no recuerda a Felipe Calderón, portando el traje militar y gobernando con los cascos y toletes a su lado, dando sentido a la dictadura que representaba; mientras AMLO gobierna al lado del pueblo como lo mandata la auténtica democracia. De ahí la revancha inocultable de este filibustero y traidor, que entre líneas declare que estos servidores públicos deben quedar exentos de los exámenes de confianza, que implican detectar el uso indebido de los estupefacientes, donde seguramente la excepción hace la regla.

Es increíble escuchar las opiniones de este opositor de mala leche, donde su protagonismo está encaminado a llevar agua a su molino y soliviantar así, a la rebelión de estos policías, que gozan de una pésima fama ante la opinión pública y pese a eso, Calderón de ladito se atreve a meter las manos al fuego, a tal grado que el formato de la simulación individual despistada lo aclamara mediáticamente como su líder.

No es casualidad que uno de los líderes del movimiento, ansiosa y gritonamente, solicitara con urgencia la presencia de Felipe Calderón, para otorgarle el liderazgo de la Policía Federal. Hecho que la mayoría desaprobó, quizás en el ánimo de valores entendidos, sólo para ningunear a la figura presidencial y amarrar navajas entre el expresidente y el presidente en turno, quien afortunadamente ha visto el problema como resistencia natural al cambio que verdaderamente se está dando.

Si lo hicieron para picar políticamente a AMLO, pagarán por partida doble semejante desatino, ya que por un lado enfriaron la consideración que pudiera el presidente de la República haberles guardado y por el otro la separación de Felipe Calderón, por el linchamiento mediático que lo arropó en las redes sociales, por la jactancia e indiscreción que hicieron de su persona al presumirlo tan burdamente como su gallo para que los defendiera.

Al salir y exhibirse en los medios de comunicación, Calderón aprovechó para deslindarse y reprochar al presidente que dejara de descalificar con calificativos a quienes no pensaban como él, y “le pidió respetuosamente que dejara de dividir a México”.

Hasta ahí correctísima la petición, pero al negar su autoría de dicho movimiento de los policías, mañosamente se colocó abiertamente de lado de ellos y aprovechó para victimizarlos y ponderar su causa, afirmando automáticamente la interlocución y orquestación que hasta ese momento había negado.

Calderón sabe que es muy peligroso confrontar y dividir desde posicionamientos políticos a fuerzas que por su naturaleza portan armas, ya que los cuerpos policiacos han sido el sostén y brazo represor de las autoridades que durante toda la época prianista hundieron al país. Su historia se remite a las páginas negras que registran actos delictivos salvajes, violaciones a los derechos humanos y una muy conocida complicidad con el crimen organizado.

Sin duda como lo escribe Julio Hernández López, en su columna El Astillero: ”Calderón trata de acaudillar lo peor de ese espectro policial, con la expectativa de sumar fuerzas y circunstancias que ayuden a su causa política grupal y familiar y al proyecto multifactorial más amplio, que busca disponer o cuando menos limitar fuertemente al actual presidente de la República”.

Con dichas evidencias nos queda claro que Felipe Calderón, es quien está detrás de esta insubordinación, o como dijera AMLO, es la mano negra que mese la cuna de tanto privilegio, pero que no les son suficientes, por eso reclaman su bono de productividad, que apegados a la realidad, sin duda que ya para ellos produjeron demasiado y para la ciudadanía su beneficio es el terror.

De ahí que añoren al PRIAN, cuando lanzan su rechazo a “los maltratos en la Guardia Nacional”, porque los gobiernos de estas abominables siglas los dejaban actuar con todita impunidad y para botón de muestra narraré algo que quisiera fuera cuento pero fue realidad:

Hace algunos años me tocó ver en la Ciudad de México, precisamente cuando desde el interior de un vehículo, un tipo sin darse cuenta arrojó un escupitajo en el momento que pasaba por ahí un policía federal y a éste le cayó en la bota, lo que encolerizó al policía y pese a las disculpas sacó de los pelos al escupidor y lo hizo que con la lengua le quitara la saliva del calzado.

Me quedé pasmado y ahora me pasma la incongruencia de su proceder altanero y prepotente, transformado en un largo inventario de quejas de mal trato, que trastoca su integridad física al ser capacitados para que resguarden el orden. De ahí que en su pliego petitorio exijan trato de reyes, porque realmente así viven, con lo que les deja el negocio y la impunidad que les dispensan sus jefes, de gozar siempre de un estado de intocabilidad, pese a las denuncias constantes de la ciudadanía.

Referente al movimiento de la Policía Federal y que en base a eso, convocara a un paro nacional para fortalecerse y así presionar al gobierno de López Obrador y obtener de éste una serie de beneficios, bajo el pretexto de las injusticias de que los han hecho víctimas.

Concediéndoles el beneficio de la duda y que su paro nacional llegara a tener éxito, a la sociedad en general nos tendría sin cuidado, porque el apoyo y simpatía que pudiera despertar de nuestra parte, sería imposible dada la animadversión social que a pulso se han ganado.

De mi parte ni bien ni mal, sólo deseo que ojalá su paro se prolongue, para que en carne viva sientan el temor de la represión, y abonen algo de los atropellos, abusos y otras lindezas de que hacen víctimas a los ciudadanos cada vez que tienen la desgracia de encontrarse con ellos.

En estas circunstancias tan delicadas, sobra decir de la mala fe de la oposición que esta vez encabeza el prianista Felipe Calderón Hinojosa, que sólo por darle contra al presidente se ha convertido a ultranza, aunque lo niegue en defensor de oficio de estos pésimos servidores públicos, a quienes moralmente ahora trata de reivindicar, como una prueba de agradecimiento a la protección y sostenimiento que le brindaron durante su mandato espurio.

Quién no recuerda a Felipe Calderón, portando el traje militar y gobernando con los cascos y toletes a su lado, dando sentido a la dictadura que representaba; mientras AMLO gobierna al lado del pueblo como lo mandata la auténtica democracia. De ahí la revancha inocultable de este filibustero y traidor, que entre líneas declare que estos servidores públicos deben quedar exentos de los exámenes de confianza, que implican detectar el uso indebido de los estupefacientes, donde seguramente la excepción hace la regla.

Es increíble escuchar las opiniones de este opositor de mala leche, donde su protagonismo está encaminado a llevar agua a su molino y soliviantar así, a la rebelión de estos policías, que gozan de una pésima fama ante la opinión pública y pese a eso, Calderón de ladito se atreve a meter las manos al fuego, a tal grado que el formato de la simulación individual despistada lo aclamara mediáticamente como su líder.

No es casualidad que uno de los líderes del movimiento, ansiosa y gritonamente, solicitara con urgencia la presencia de Felipe Calderón, para otorgarle el liderazgo de la Policía Federal. Hecho que la mayoría desaprobó, quizás en el ánimo de valores entendidos, sólo para ningunear a la figura presidencial y amarrar navajas entre el expresidente y el presidente en turno, quien afortunadamente ha visto el problema como resistencia natural al cambio que verdaderamente se está dando.

Si lo hicieron para picar políticamente a AMLO, pagarán por partida doble semejante desatino, ya que por un lado enfriaron la consideración que pudiera el presidente de la República haberles guardado y por el otro la separación de Felipe Calderón, por el linchamiento mediático que lo arropó en las redes sociales, por la jactancia e indiscreción que hicieron de su persona al presumirlo tan burdamente como su gallo para que los defendiera.

Al salir y exhibirse en los medios de comunicación, Calderón aprovechó para deslindarse y reprochar al presidente que dejara de descalificar con calificativos a quienes no pensaban como él, y “le pidió respetuosamente que dejara de dividir a México”.

Hasta ahí correctísima la petición, pero al negar su autoría de dicho movimiento de los policías, mañosamente se colocó abiertamente de lado de ellos y aprovechó para victimizarlos y ponderar su causa, afirmando automáticamente la interlocución y orquestación que hasta ese momento había negado.

Calderón sabe que es muy peligroso confrontar y dividir desde posicionamientos políticos a fuerzas que por su naturaleza portan armas, ya que los cuerpos policiacos han sido el sostén y brazo represor de las autoridades que durante toda la época prianista hundieron al país. Su historia se remite a las páginas negras que registran actos delictivos salvajes, violaciones a los derechos humanos y una muy conocida complicidad con el crimen organizado.

Sin duda como lo escribe Julio Hernández López, en su columna El Astillero: ”Calderón trata de acaudillar lo peor de ese espectro policial, con la expectativa de sumar fuerzas y circunstancias que ayuden a su causa política grupal y familiar y al proyecto multifactorial más amplio, que busca disponer o cuando menos limitar fuertemente al actual presidente de la República”.

Con dichas evidencias nos queda claro que Felipe Calderón, es quien está detrás de esta insubordinación, o como dijera AMLO, es la mano negra que mese la cuna de tanto privilegio, pero que no les son suficientes, por eso reclaman su bono de productividad, que apegados a la realidad, sin duda que ya para ellos produjeron demasiado y para la ciudadanía su beneficio es el terror.

De ahí que añoren al PRIAN, cuando lanzan su rechazo a “los maltratos en la Guardia Nacional”, porque los gobiernos de estas abominables siglas los dejaban actuar con todita impunidad y para botón de muestra narraré algo que quisiera fuera cuento pero fue realidad:

Hace algunos años me tocó ver en la Ciudad de México, precisamente cuando desde el interior de un vehículo, un tipo sin darse cuenta arrojó un escupitajo en el momento que pasaba por ahí un policía federal y a éste le cayó en la bota, lo que encolerizó al policía y pese a las disculpas sacó de los pelos al escupidor y lo hizo que con la lengua le quitara la saliva del calzado.

Me quedé pasmado y ahora me pasma la incongruencia de su proceder altanero y prepotente, transformado en un largo inventario de quejas de mal trato, que trastoca su integridad física al ser capacitados para que resguarden el orden. De ahí que en su pliego petitorio exijan trato de reyes, porque realmente así viven, con lo que les deja el negocio y la impunidad que les dispensan sus jefes, de gozar siempre de un estado de intocabilidad, pese a las denuncias constantes de la ciudadanía.