/ lunes 2 de enero de 2023

¡Felicidades a los editorialistas!

Este día que es el segundo del año 2023, me he propuesto felicitar profundamente a aquellos editorialistas o columnistas, que por varias décadas han hecho de estas páginas lectura obligada, en torno a los acontecimientos que han armado la historia crítica del Estado de Durango.

En el largo tiempo que he incursionado como aficionado en este andar de la escritura editorial, me ha tocado leer de todo, siguiendo y admirando a los que coinciden con mi modesta forma de pensar y poniendo aparte a los que no, pero sin dejar de reconocer su talento que sin duda otros aprecian, porque este espacio se sustenta precisamente en el acontecer democrático.

Y como el objetivo no es marcar las diferencias, sino felicitar a todos, empecemos pues, por aquellos que no sé si ya se fueron o aún están, pero que desafortunadamente ya no nos privilegian con sus invaluables regalos de lectura, que de acuerdo a sus muy peculiares estilos o diferentes formas de pensar, sin duda que nos ilustraban.

Como el maestro de maestros, René Barbier, el teólogo y controvertido Lino de la Rosa, el inigualable líder Jesús Villarreal, el culto y trotamundos Fernando Sonora, la exquisita poetisa Socorro Soto Alanís, el carismático maestro Lorenzo Ortega Flores, el prestigiado maestro Damián Rivas Ríos, el historiador Gilberto Jiménez Carrillo y por supuesto el inquieto Enrique Medina Vidaña. A todos ellos donde anden o estén, mi gratitud y reconocimiento.

Los que de forma especial dedico a Víctor Samuel Palencia Alonso, cuyo perfil periodístico es fiel a la estirpe de los suyos y que se torna histórico e invaluable desde aquel 7 de enero del 66, cuando aquí publicara su primer artículo. “Predicciones para el año de 1966” y de ahí hasta la fecha, su columna se ha atrincherado “En Cartera”, donde su estilo punzante jamás se ha doblado ni agotado, cuando se trata de señalar los abusos del poder y sus beneficiarios.

Su terca convicción y la agudeza de su pluma, revelan con valor los excesos que se propone denunciar y con exactitud los temas culturales que atañen a la pródiga tierra que le vio nacer. De ahí que su convicción se parta en dos acciones diferentes: la primera representa la fina tinta con que nos ilustra y la segunda la lija ruda con que afila el arpón con que denuncia.

En ese mismo tenor aludo al ícono del sarcasmo: Alvaro Sanjuán, a quien sin regateos ni prejuicios, felicito y reconozco ampliamente, por no pertenecer a aquellos que en su ego se arrogan la verdad, pero cuando se trata de aplicarla en el mismo rasero, magistralmente la ocultan o faltan a ella.

La ironía es parte de su estilo y al hacer uso de ella, pone de cabeza muy seguido a “las blancas palomitas vestidas de azul”, cuya doble moral dan para que nuestro columnista consuma y lleve para compartir a sus lectores.

Y ahí lo vemos y leemos regodeándose en la sátira, con la que ridiculiza y crítica con genial humor a los que disparatan y se exceden y ya encarrerado el gato, amalgama su jocosidad con los estribillos de algunas melodías, que engarza perfectamente con los abusos que osa señalar.

Y para seguir desmenuzando los arrestos de tan arrojado estilo, no podría dejar fuera a la joya de la corona: don Sergio Sánchez, de Columna Liberal, propulsor del esoterismo y enemigo acérrimo de los mochos y fanáticos, a quienes tilda de llevar la máscara de la bondad y la justicia, bajo la cual ocultan las peores bajezas. De ahí que a nuestro felicitado no le tiemble la mano nunca para poner el dedo en la llaga putrefacta de la hipocresía.

Don Sergio Sánchez, es el único que se mueve en los muladares de la corrupción y no les teme, porque está seguro que desde su análisis editorial, hay que atemperar las coces que desde ahí agreden al pueblo. Por eso se torna muy sentido cuando en sus artículos expone, que hay que ser acicate del cambio progresista y no pretexto para el conformismo conservador. Como auténtico liberal sostiene que hay que ser protagonista de la transformación y jamás cómplice de los que a ella se oponen.

Para concluir y dar pruebas a quienes dudan del poder de la columna editorial, para influir dramáticamente en acontecimientos políticos o culturales, bastaría invocar la ausencia quizá temporal, del tremendo y polémico Luis Angel Martínez Diez. Un literato que a lo largo de su vida, ha cundido en el alma de viejos y jóvenes, porque su estilo no adolece de prejuicios que le limiten a convivir con todos los estratos generacionales.

Por eso, ahora que inicia este año le envío mi felicitación de corazón, diciéndole que extraño sus aficiones y su rebeldía, que sin duda son indigeribles para aquellos que por envidia no lo toman en serio, pero que para sus frivolidades o desprecios, el Churumbel es lectura obligada, la que yo en lo personal valoro y aprecio, porque siempre está llena del gran sentimiento que le inspira Durango, a quien él considera su segunda madre y por ende su segunda patria.

Este día que es el segundo del año 2023, me he propuesto felicitar profundamente a aquellos editorialistas o columnistas, que por varias décadas han hecho de estas páginas lectura obligada, en torno a los acontecimientos que han armado la historia crítica del Estado de Durango.

En el largo tiempo que he incursionado como aficionado en este andar de la escritura editorial, me ha tocado leer de todo, siguiendo y admirando a los que coinciden con mi modesta forma de pensar y poniendo aparte a los que no, pero sin dejar de reconocer su talento que sin duda otros aprecian, porque este espacio se sustenta precisamente en el acontecer democrático.

Y como el objetivo no es marcar las diferencias, sino felicitar a todos, empecemos pues, por aquellos que no sé si ya se fueron o aún están, pero que desafortunadamente ya no nos privilegian con sus invaluables regalos de lectura, que de acuerdo a sus muy peculiares estilos o diferentes formas de pensar, sin duda que nos ilustraban.

Como el maestro de maestros, René Barbier, el teólogo y controvertido Lino de la Rosa, el inigualable líder Jesús Villarreal, el culto y trotamundos Fernando Sonora, la exquisita poetisa Socorro Soto Alanís, el carismático maestro Lorenzo Ortega Flores, el prestigiado maestro Damián Rivas Ríos, el historiador Gilberto Jiménez Carrillo y por supuesto el inquieto Enrique Medina Vidaña. A todos ellos donde anden o estén, mi gratitud y reconocimiento.

Los que de forma especial dedico a Víctor Samuel Palencia Alonso, cuyo perfil periodístico es fiel a la estirpe de los suyos y que se torna histórico e invaluable desde aquel 7 de enero del 66, cuando aquí publicara su primer artículo. “Predicciones para el año de 1966” y de ahí hasta la fecha, su columna se ha atrincherado “En Cartera”, donde su estilo punzante jamás se ha doblado ni agotado, cuando se trata de señalar los abusos del poder y sus beneficiarios.

Su terca convicción y la agudeza de su pluma, revelan con valor los excesos que se propone denunciar y con exactitud los temas culturales que atañen a la pródiga tierra que le vio nacer. De ahí que su convicción se parta en dos acciones diferentes: la primera representa la fina tinta con que nos ilustra y la segunda la lija ruda con que afila el arpón con que denuncia.

En ese mismo tenor aludo al ícono del sarcasmo: Alvaro Sanjuán, a quien sin regateos ni prejuicios, felicito y reconozco ampliamente, por no pertenecer a aquellos que en su ego se arrogan la verdad, pero cuando se trata de aplicarla en el mismo rasero, magistralmente la ocultan o faltan a ella.

La ironía es parte de su estilo y al hacer uso de ella, pone de cabeza muy seguido a “las blancas palomitas vestidas de azul”, cuya doble moral dan para que nuestro columnista consuma y lleve para compartir a sus lectores.

Y ahí lo vemos y leemos regodeándose en la sátira, con la que ridiculiza y crítica con genial humor a los que disparatan y se exceden y ya encarrerado el gato, amalgama su jocosidad con los estribillos de algunas melodías, que engarza perfectamente con los abusos que osa señalar.

Y para seguir desmenuzando los arrestos de tan arrojado estilo, no podría dejar fuera a la joya de la corona: don Sergio Sánchez, de Columna Liberal, propulsor del esoterismo y enemigo acérrimo de los mochos y fanáticos, a quienes tilda de llevar la máscara de la bondad y la justicia, bajo la cual ocultan las peores bajezas. De ahí que a nuestro felicitado no le tiemble la mano nunca para poner el dedo en la llaga putrefacta de la hipocresía.

Don Sergio Sánchez, es el único que se mueve en los muladares de la corrupción y no les teme, porque está seguro que desde su análisis editorial, hay que atemperar las coces que desde ahí agreden al pueblo. Por eso se torna muy sentido cuando en sus artículos expone, que hay que ser acicate del cambio progresista y no pretexto para el conformismo conservador. Como auténtico liberal sostiene que hay que ser protagonista de la transformación y jamás cómplice de los que a ella se oponen.

Para concluir y dar pruebas a quienes dudan del poder de la columna editorial, para influir dramáticamente en acontecimientos políticos o culturales, bastaría invocar la ausencia quizá temporal, del tremendo y polémico Luis Angel Martínez Diez. Un literato que a lo largo de su vida, ha cundido en el alma de viejos y jóvenes, porque su estilo no adolece de prejuicios que le limiten a convivir con todos los estratos generacionales.

Por eso, ahora que inicia este año le envío mi felicitación de corazón, diciéndole que extraño sus aficiones y su rebeldía, que sin duda son indigeribles para aquellos que por envidia no lo toman en serio, pero que para sus frivolidades o desprecios, el Churumbel es lectura obligada, la que yo en lo personal valoro y aprecio, porque siempre está llena del gran sentimiento que le inspira Durango, a quien él considera su segunda madre y por ende su segunda patria.