/ domingo 10 de marzo de 2019

Fracturas en partidos debilitan expectativas de triunfo

La constante que persigue a los partidos políticos que “prueban el poder”, es la fragmentación de la militancia, provocada sobre todo por aquellos que han incursionado en puestos que implican salarios “decorosos” y que no quieren perder tales prerrogativas, y que al amparo de intereses particulares y de grupo, utilizan todo tipo de triquiñuelas para beneficiarse, siendo el bien de las instituciones lo último por lo que “trabajan”.

Partidos como el PRI y el PAN, han escenificado sin rubor alguno, verdaderas reyertas entre sus miembros por conseguir espacios en las élites del servicio público, con la bandera del poder que les daba estar en la estructura de la Presidencia de la República, o en los Gobiernos de los Estados y Municipios.

Y los partidos en su papel de “oposición objetiva”, siempre reprobaron estos escenarios de arrogancia y soberbia política, ya que desplazaban a personas y proyectos con “verdadera esencia social”. Y cada vez más agrandaban la distancia con el pueblo.

Era visto como normal este tipo de zarandeadas entre militantes de un mismo partido, todo en aras de permanecer en la llamada “ubre presupuestal”, tan vilipendiada por los supuestos opositores, pero que ahora se manifiesta solamente por envidia de no ostentar tales privilegios. “Y eso es parte de la condición humana”, dice la frialdad de los análisis por parte de “quienes saben de esto”.

Y si antes el Revolucionario Institucional fue un modelo criticado, ahora lo son Acción Nacional y el Movimiento de Regeneración Nacional, en cuyo seno se llevan a cabo batallas campales abiertas y soterradas, con el objetivo de escalar o permanecer en los cargos públicos que implicar poder político y económicos en lo individual.

En el PT, su propietario amenazó con ser el candidato (con el fin de evitar la llegada de Enríquez a Morena), cuando la licencia en el Senado fue extemporánea, situación que lo inhabilita para abanderar primero la causa petista, y después una posible alianza con Morena y Pvem, en candidatura común.

Lo raro es que en esta ocasión los priistas, a diferencia de sus adversarios, han llevado a cabo la selección de su candidato a la Presidencia Municipal de Durango, en aparente calma. Según dicen los tricolores de abolengo, es porque de antemano saben que no tienen posibilidades y no vislumbran que el abanderado llegue al triunfo.

Son panistas y morenistas los que escenifican batallas campales para designar a sus respectivos candidatos a la Presidencia Municipal de Durango capital. Aunque según dicen sus integrantes, en las mismas condiciones se desarrollan los procesos en los 38 municipios restantes de la entidad. La característica es que son partidos encumbrados en los poderes estatal y federal.

En el PAN la cargada es a favor de Jorge Salum del Palacio, incluso al sacrificar a un cuadro ganador como es Antonio Ochoa, un panista de Vicente Guerrero que en los últimos años “echo raíces” entre los blanquiazules duranguenses.

La “piedrita en el zapato” de los “panistas de prosapia” es Claudia Hernández, a quien consideran enviada del alcalde Enríquez, pero que por sí sola representa a una corriente fuerte de miembros de antaño de AN. A toda costa se pretende impedir la llegada de Claudia.

En Morena se “atascaron” con la incursión de Enríquez, que al final fue el único de los aspirantes a la candidatura que mostró dignidad y manifestó respeto por la decisión.

Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de continuar en la contienda al amparo de las siglas de otro partido, con lo cual le mete ruido a la competencia, dada su innata movilidad y ascendencia sobre los duranguenses. Anuncia que sondeará a la ciudadanía sobre la decisión a tomar en los próximos días.

El error del Comité Ejecutivo Nacional de Morena fue designar a Armando Navarro delegado en funciones de presidente estatal, y ponerlo por sobre Rosendo Salgado, quien demostró capacidad para operar el proceso que ahora se ha salido de control y tiene que pasar a la cancha del Comité Ejecutivo Nacional.

Armando Navarro, valorado únicamente por ser un morenista agresivo, ha demostrado incapacidad para dirigir los destinos de Morena en Durango, a la par que desconoce el panorama social, político y económico por haberse desenvuelto solamente en el territorio de la Comarca Lagunera.

Al menos entre los internos de Morena, lo califican de incapaz para dirigir al Movimiento, pero sobre todo que asuma posturas soberbias de no hablar con quienes saben el panorama de la capital duranguense, y crea que la Comarca Lagunera “Es Durango”,

Morena lleva la delantera en la intención de postular candidatura común en alianza con partidos como el PT y PVEM, y tal vez el PES. El 21 de marzo termina el plazo para el registro ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana.

Lo cierto es que en Morena no está nada definido, en función de que a nivel nacional es evidente la intención de ir en alianza con otros partidos, y que en Durango solamente queda la figura de candidatura común. Los finalistas sometidos a encuestas son Otniel García y Silvestre Flores. Uno de ellos encabezará al Movimiento de Regeneración Nacional y sus aliados, aunque falta que se resuelvan las impugnaciones que se presentaron por varios de los descartados en la etapa inicial.

La constante que persigue a los partidos políticos que “prueban el poder”, es la fragmentación de la militancia, provocada sobre todo por aquellos que han incursionado en puestos que implican salarios “decorosos” y que no quieren perder tales prerrogativas, y que al amparo de intereses particulares y de grupo, utilizan todo tipo de triquiñuelas para beneficiarse, siendo el bien de las instituciones lo último por lo que “trabajan”.

Partidos como el PRI y el PAN, han escenificado sin rubor alguno, verdaderas reyertas entre sus miembros por conseguir espacios en las élites del servicio público, con la bandera del poder que les daba estar en la estructura de la Presidencia de la República, o en los Gobiernos de los Estados y Municipios.

Y los partidos en su papel de “oposición objetiva”, siempre reprobaron estos escenarios de arrogancia y soberbia política, ya que desplazaban a personas y proyectos con “verdadera esencia social”. Y cada vez más agrandaban la distancia con el pueblo.

Era visto como normal este tipo de zarandeadas entre militantes de un mismo partido, todo en aras de permanecer en la llamada “ubre presupuestal”, tan vilipendiada por los supuestos opositores, pero que ahora se manifiesta solamente por envidia de no ostentar tales privilegios. “Y eso es parte de la condición humana”, dice la frialdad de los análisis por parte de “quienes saben de esto”.

Y si antes el Revolucionario Institucional fue un modelo criticado, ahora lo son Acción Nacional y el Movimiento de Regeneración Nacional, en cuyo seno se llevan a cabo batallas campales abiertas y soterradas, con el objetivo de escalar o permanecer en los cargos públicos que implicar poder político y económicos en lo individual.

En el PT, su propietario amenazó con ser el candidato (con el fin de evitar la llegada de Enríquez a Morena), cuando la licencia en el Senado fue extemporánea, situación que lo inhabilita para abanderar primero la causa petista, y después una posible alianza con Morena y Pvem, en candidatura común.

Lo raro es que en esta ocasión los priistas, a diferencia de sus adversarios, han llevado a cabo la selección de su candidato a la Presidencia Municipal de Durango, en aparente calma. Según dicen los tricolores de abolengo, es porque de antemano saben que no tienen posibilidades y no vislumbran que el abanderado llegue al triunfo.

Son panistas y morenistas los que escenifican batallas campales para designar a sus respectivos candidatos a la Presidencia Municipal de Durango capital. Aunque según dicen sus integrantes, en las mismas condiciones se desarrollan los procesos en los 38 municipios restantes de la entidad. La característica es que son partidos encumbrados en los poderes estatal y federal.

En el PAN la cargada es a favor de Jorge Salum del Palacio, incluso al sacrificar a un cuadro ganador como es Antonio Ochoa, un panista de Vicente Guerrero que en los últimos años “echo raíces” entre los blanquiazules duranguenses.

La “piedrita en el zapato” de los “panistas de prosapia” es Claudia Hernández, a quien consideran enviada del alcalde Enríquez, pero que por sí sola representa a una corriente fuerte de miembros de antaño de AN. A toda costa se pretende impedir la llegada de Claudia.

En Morena se “atascaron” con la incursión de Enríquez, que al final fue el único de los aspirantes a la candidatura que mostró dignidad y manifestó respeto por la decisión.

Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de continuar en la contienda al amparo de las siglas de otro partido, con lo cual le mete ruido a la competencia, dada su innata movilidad y ascendencia sobre los duranguenses. Anuncia que sondeará a la ciudadanía sobre la decisión a tomar en los próximos días.

El error del Comité Ejecutivo Nacional de Morena fue designar a Armando Navarro delegado en funciones de presidente estatal, y ponerlo por sobre Rosendo Salgado, quien demostró capacidad para operar el proceso que ahora se ha salido de control y tiene que pasar a la cancha del Comité Ejecutivo Nacional.

Armando Navarro, valorado únicamente por ser un morenista agresivo, ha demostrado incapacidad para dirigir los destinos de Morena en Durango, a la par que desconoce el panorama social, político y económico por haberse desenvuelto solamente en el territorio de la Comarca Lagunera.

Al menos entre los internos de Morena, lo califican de incapaz para dirigir al Movimiento, pero sobre todo que asuma posturas soberbias de no hablar con quienes saben el panorama de la capital duranguense, y crea que la Comarca Lagunera “Es Durango”,

Morena lleva la delantera en la intención de postular candidatura común en alianza con partidos como el PT y PVEM, y tal vez el PES. El 21 de marzo termina el plazo para el registro ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana.

Lo cierto es que en Morena no está nada definido, en función de que a nivel nacional es evidente la intención de ir en alianza con otros partidos, y que en Durango solamente queda la figura de candidatura común. Los finalistas sometidos a encuestas son Otniel García y Silvestre Flores. Uno de ellos encabezará al Movimiento de Regeneración Nacional y sus aliados, aunque falta que se resuelvan las impugnaciones que se presentaron por varios de los descartados en la etapa inicial.