/ miércoles 6 de octubre de 2021

Jóvenes volver a pensar

Dos siglos, México


Se ha perdido en gran parte la noción de lo que es México y, sin contar la educación deficiente, esto se debe a que hablamos muy poco de él y, en consecuencia, tampoco pensamos en lo que es.

Hay que partir de una evidencia sin discusión: México existe. Se le puede añadir algo más: México existe «todavía». Y este todavía se nos presenta como esclarecedor: A pesar del trabajo internacionalista de todos los partidos; a pesar de una sociedad más corrupta todavía, rumbo al caciquismo absoluto; a pesar de la influenciabilidad del defensor del pueblo, a pesar de una intelectualidad que confiesa que no existe México y, caso de que existiera, no sabría para qué puede servir; a pesar de la prensa, de la televisión, de las redes sociales y de la escuela, el concepto de México existe «todavía». Algo debe querer decir.

México aún no es un recuerdo, más bien se trata de una realidad herida o, quizá, de una razón en trance de enloquecer, pero ahí está, más allá de toda discusión. Cierto que hay mexicanos a los que no nos gusta México y mexicanos a los que agradaría que México dejara de ser para convertirse en una segunda Cuba o en una próxima Venezuela en los próximos años. También existen los que opinan que México es ahora lo que siempre debió de ser, pero estos son los comprometidos con el sistema político y, por lo tanto, incapaces las más veces de comprender lo que México significa.

En otra esquina del mapa nos encontramos con los mexicanos que dicen ser otra cosa más pequeña: Cualquier cosa menos mexicanos. Suelen tener una concepción materialista del hombre y geográfica de la nación: La tierra convertida en razón de comunidad y considerada como patrimonio cultural: sería una manifestación de locura si no lo fuera de falta de formación. Pero amándola, odiándola, combatiéndola o defendiéndola, México sigue en la raíz de casi todos.

Tiene una vida metafísica y esa vida, tan difícil de definir, es la clave que nos explica por qué no somos como los gringos o como los españoles: Porque somos mexicanos y compartimos, más aún que la tierra, una historia común, unas costumbres comunes, una fe y muchos problemas. Hemos de hablar, pues, de México una y otra vez, puesto que es lo que más compartimos con nuestros semejantes.

Hemos de averiguar en qué consiste México: La parte que cambia con el tiempo y la que permanece; los aspectos que cada generación añade al patrimonio común y los que cada generación hace desaparecer. Cuando alcancemos un conocimiento válido de México, comprenderemos la mitad, al menos, de nosotros mismos: esa mitad colectiva, adquirida por contagio y formación, pero no por nacimiento, que nos permitirá, también, entender mejor la realidad en que nos movemos y, por fin, modificarla hacia lo mejor y terminar con dos siglos de miedo a México. ese miedo que tantos desaciertos históricos y actuales explicaría. Ubinam gentium sumus?. ¿En qué país estamos?

Dos siglos, México


Se ha perdido en gran parte la noción de lo que es México y, sin contar la educación deficiente, esto se debe a que hablamos muy poco de él y, en consecuencia, tampoco pensamos en lo que es.

Hay que partir de una evidencia sin discusión: México existe. Se le puede añadir algo más: México existe «todavía». Y este todavía se nos presenta como esclarecedor: A pesar del trabajo internacionalista de todos los partidos; a pesar de una sociedad más corrupta todavía, rumbo al caciquismo absoluto; a pesar de la influenciabilidad del defensor del pueblo, a pesar de una intelectualidad que confiesa que no existe México y, caso de que existiera, no sabría para qué puede servir; a pesar de la prensa, de la televisión, de las redes sociales y de la escuela, el concepto de México existe «todavía». Algo debe querer decir.

México aún no es un recuerdo, más bien se trata de una realidad herida o, quizá, de una razón en trance de enloquecer, pero ahí está, más allá de toda discusión. Cierto que hay mexicanos a los que no nos gusta México y mexicanos a los que agradaría que México dejara de ser para convertirse en una segunda Cuba o en una próxima Venezuela en los próximos años. También existen los que opinan que México es ahora lo que siempre debió de ser, pero estos son los comprometidos con el sistema político y, por lo tanto, incapaces las más veces de comprender lo que México significa.

En otra esquina del mapa nos encontramos con los mexicanos que dicen ser otra cosa más pequeña: Cualquier cosa menos mexicanos. Suelen tener una concepción materialista del hombre y geográfica de la nación: La tierra convertida en razón de comunidad y considerada como patrimonio cultural: sería una manifestación de locura si no lo fuera de falta de formación. Pero amándola, odiándola, combatiéndola o defendiéndola, México sigue en la raíz de casi todos.

Tiene una vida metafísica y esa vida, tan difícil de definir, es la clave que nos explica por qué no somos como los gringos o como los españoles: Porque somos mexicanos y compartimos, más aún que la tierra, una historia común, unas costumbres comunes, una fe y muchos problemas. Hemos de hablar, pues, de México una y otra vez, puesto que es lo que más compartimos con nuestros semejantes.

Hemos de averiguar en qué consiste México: La parte que cambia con el tiempo y la que permanece; los aspectos que cada generación añade al patrimonio común y los que cada generación hace desaparecer. Cuando alcancemos un conocimiento válido de México, comprenderemos la mitad, al menos, de nosotros mismos: esa mitad colectiva, adquirida por contagio y formación, pero no por nacimiento, que nos permitirá, también, entender mejor la realidad en que nos movemos y, por fin, modificarla hacia lo mejor y terminar con dos siglos de miedo a México. ese miedo que tantos desaciertos históricos y actuales explicaría. Ubinam gentium sumus?. ¿En qué país estamos?