/ domingo 26 de mayo de 2024

La dicha de trabajar por la paz

Al término de la segunda guerra mundial, en el año 1945 se formó la Organización de las Naciones Unidas /ONU) bajo el lema: “Para que las próximas generaciones sean libres del azote de la guerra”. Desde entonces, no ha habido un solo día de paz en la tierra, ¡ni uno solo!

Hay una gran diferencia entre una tregua y la paz. Una tregua significa sencillamente que los contrincantes no disparan durante un tiempo. Si evitamos el conflicto a costa de sacrificar la verdad estaremos comprometiendo nuestros principios y no tendremos paz ni mucho menos. Obtendremos una sencilla “tregua”, un alto al fuego, una “guerra fría”. El tiempo necesario para volver a cargar.

Para que en lugar de tregua haya paz, se necesita la justicia. La paz no se busca nunca a expensas de la justicia. Usted no ha conseguido la paz entre dos personas a menos que hayan visto el pecado, el error y el mal de su amargura y odio, y se hayan propuesto llevarlos ante una autoridad competente y arreglar las cosas.

No se puede divorciar el concepto de la paz de la justicia, así lo dice el salmista: Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, para que habite la gloria en nuestra tierra. La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos. (Salmos 85:9-11 RV60).

¿Quieres experimentar la dicha de trabajar por la Paz? Ser un pacificador no significa evitar el problema; es meterse justo en el centro de él e intentar buscar una solución justa. La paz se produce cuando se conoce la verdad, el tema ha quedado resuelto y las partes se abrazan la una a la otra. La paz no es sencillamente detener la guerra; la paz es crear la justicia que hace que los enemigos se reúnan en amor.

El famoso saludo judío “Shalom” significa mucho más que ausencia de conflicto; es un genuino deseo de paz: “espero que tengas toda la justicia y bondad que Dios puede dar”. En el sermón del monte nuestro Señor Jesucristo dice de sus discípulos que son “dichosos”, porque “trabajan por la paz”. (Mateo 5:9) Dios no promete que habrá paz en el mundo, pero sí que podemos experimentar la dicha de trabajar por ella.


leonardolombar@gmail.com


Al término de la segunda guerra mundial, en el año 1945 se formó la Organización de las Naciones Unidas /ONU) bajo el lema: “Para que las próximas generaciones sean libres del azote de la guerra”. Desde entonces, no ha habido un solo día de paz en la tierra, ¡ni uno solo!

Hay una gran diferencia entre una tregua y la paz. Una tregua significa sencillamente que los contrincantes no disparan durante un tiempo. Si evitamos el conflicto a costa de sacrificar la verdad estaremos comprometiendo nuestros principios y no tendremos paz ni mucho menos. Obtendremos una sencilla “tregua”, un alto al fuego, una “guerra fría”. El tiempo necesario para volver a cargar.

Para que en lugar de tregua haya paz, se necesita la justicia. La paz no se busca nunca a expensas de la justicia. Usted no ha conseguido la paz entre dos personas a menos que hayan visto el pecado, el error y el mal de su amargura y odio, y se hayan propuesto llevarlos ante una autoridad competente y arreglar las cosas.

No se puede divorciar el concepto de la paz de la justicia, así lo dice el salmista: Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, para que habite la gloria en nuestra tierra. La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos. (Salmos 85:9-11 RV60).

¿Quieres experimentar la dicha de trabajar por la Paz? Ser un pacificador no significa evitar el problema; es meterse justo en el centro de él e intentar buscar una solución justa. La paz se produce cuando se conoce la verdad, el tema ha quedado resuelto y las partes se abrazan la una a la otra. La paz no es sencillamente detener la guerra; la paz es crear la justicia que hace que los enemigos se reúnan en amor.

El famoso saludo judío “Shalom” significa mucho más que ausencia de conflicto; es un genuino deseo de paz: “espero que tengas toda la justicia y bondad que Dios puede dar”. En el sermón del monte nuestro Señor Jesucristo dice de sus discípulos que son “dichosos”, porque “trabajan por la paz”. (Mateo 5:9) Dios no promete que habrá paz en el mundo, pero sí que podemos experimentar la dicha de trabajar por ella.


leonardolombar@gmail.com