/ domingo 9 de junio de 2024

Selfie mortal

“La Emperatriz” se preparaba para dar su último recorrido. La legendaria locomotora canadiense, después de una década de inactividad, se alistaría para dar su último recorrido atravesando cinco de los estados mexicanos rumbo a la capital del país. Los ingenieros que participaron de su restauración y puesta a punto, nunca se habrían imaginado que uno de sus pistones perfectamente engrasados terminaría, a la altura de Nopala de Villagrán, Hidalgo, con la vida de una ingenua jovencita que, sin dimensionar el peligro intentó tomarse una selfie a orillas del terraplén. Mas allá de lo que la justicia determine, existe sin duda una responsabilidad social que nos confronta con la obligada pregunta: ¿accidente, suicidio u homicidio?

No es la primera vez que alguien muere trágicamente por intentar tomarse una selfie: otros quisieron inmortalizar una vista espectacular desde un peñasco o algo más temerario como caminar por una cornisa sin arneses. Resulta aparentemente “incomprensible” que una persona arriesgue tanto por el solo deseo de auto retratarse de manera novedosa, desafiando a la muerte no ser que haya causas más profundas que le lleven a eso. Igual de preocupante resulta la morbosidad con la que, como sociedad consumimos el material videográfico que circula por las redes, digno de una película de terror. ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Me reservaré el análisis para un próximo artículo, por lo pronto, quisiera quedemos con una palabra de reflexión del sabio rey que nos confronta con la realidad de lo absurdo de una existencia sin Dios: “También reflexioné acerca de la condición humana, sobre cómo Dios les hace ver a los seres humanos que son como los animales . . . ¡Qué absurdo! Ambos terminan en el mismo lugar: del polvo vienen y al polvo vuelven. Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de la tierra?”

‭‭Eclesiastés‬ ‭3‬:‭18‬-‭21‬ ‭NTV‬‬


leonardolombar@gmail.com

“La Emperatriz” se preparaba para dar su último recorrido. La legendaria locomotora canadiense, después de una década de inactividad, se alistaría para dar su último recorrido atravesando cinco de los estados mexicanos rumbo a la capital del país. Los ingenieros que participaron de su restauración y puesta a punto, nunca se habrían imaginado que uno de sus pistones perfectamente engrasados terminaría, a la altura de Nopala de Villagrán, Hidalgo, con la vida de una ingenua jovencita que, sin dimensionar el peligro intentó tomarse una selfie a orillas del terraplén. Mas allá de lo que la justicia determine, existe sin duda una responsabilidad social que nos confronta con la obligada pregunta: ¿accidente, suicidio u homicidio?

No es la primera vez que alguien muere trágicamente por intentar tomarse una selfie: otros quisieron inmortalizar una vista espectacular desde un peñasco o algo más temerario como caminar por una cornisa sin arneses. Resulta aparentemente “incomprensible” que una persona arriesgue tanto por el solo deseo de auto retratarse de manera novedosa, desafiando a la muerte no ser que haya causas más profundas que le lleven a eso. Igual de preocupante resulta la morbosidad con la que, como sociedad consumimos el material videográfico que circula por las redes, digno de una película de terror. ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Me reservaré el análisis para un próximo artículo, por lo pronto, quisiera quedemos con una palabra de reflexión del sabio rey que nos confronta con la realidad de lo absurdo de una existencia sin Dios: “También reflexioné acerca de la condición humana, sobre cómo Dios les hace ver a los seres humanos que son como los animales . . . ¡Qué absurdo! Ambos terminan en el mismo lugar: del polvo vienen y al polvo vuelven. Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de la tierra?”

‭‭Eclesiastés‬ ‭3‬:‭18‬-‭21‬ ‭NTV‬‬


leonardolombar@gmail.com