/ lunes 22 de noviembre de 2021

Lloran diputados del PRIAN

Pese a la rebatiña, desencuentros y tensiones con que embistió la oposición, cuyo entreguismo a su gran jefe Claudio X González y apoyo mutuo de éste, no lograron amedrentar ni a contrarrestar el coraje y desagrado de la mayoría morenista, quien se fajó y mantuvo a raya las exigencias de la contraparte, que ávida de complacer a la delincuencia de cuello blanco, se condujo sin el mínimo decoro, miseria que ha insistido en querer transferir a la parte que a la mala no la dejó ganar.

Los diputados del PRIAN se pasan de lanzas, cuando mediante una guerra de descalificaciones y cortinajes de humo, pretenden que los ciudadanos olvidemos la página vergonzosa de la historia, donde se registra que por más de ochenta años fueron los cuchillos del Congreso de la Unión y ahora en calidad de terneras lloran y se resisten a soportar el dolor de los hierros, que utilizaban y disfrutaban cuando traspasaban las entrañas de la oposición.

La frase “del que a hierro mata a hierro muere” es una sentencia que en su significado no tiene reversa ni su ortografía corrección. Por eso cuando sus estertores se agudizan en el vientre de los que la deben, la gracia no tiene cabida, aunque la imploren en nombre de los que engañaron, para restituirles sus privilegios, que seguramente seguirán en suspenso y no por venganza, sino por un simple saber corresponder.

Es cierto que el pueblo no tiene memoria, pero parece que cada día tarda más en archivar los agravios, ya que aún permanece fresca la ignominia que ejercían como amos y señores del mayoriteo salvaje, y que jamás tuvieron piedad de las razones de la oposición, cuando la aplastaban con la arrogancia de la aplanadora maiceada.

No toleran que los diputados de Morena sean leales a la 4T y por lo tanto han hecho causa común con los detractores gratuitos para estigmatizarlos de agachones y arrastrados y eso que apenas llevan unos meses. ¿Qué epítetos merecerían los que por 80 años de rodillas le besaban los pies al presidente?

Qué difícil creerles ahora cuando lloran y se quejan del mayoriteo del cual forman parte de su legado. Qué complicado entenderlos ahora cuando denuncian las agresiones verbales en su contra, cuando es la herencia de la escuela de la infamia que dejaron. Qué tragedia tratar de interpretarlos cuando condenan a los diputados de Morena, por cerrar filas en torno al presidente, cuando ellos descaradamente acuerpan a Claudio X González, quien desde un principio no ha soltado los hilos para alinearlos a su favor.

En Durango, de dichos hilos, no prescinden los diputados prianistas, los que desafortunadamente todavía no asimilan que estamos ante un cambio de papeles, en el que México ha dejado de ser el país espléndido de los moches, los cuales ya no prosperan ante los trucos y pantomimas que montaron aquellos desesperados, que no hayan cómo rescatar a Durango del desastre en que lo han metido. De ahí la angustia que les obligó a jugarse su última carta, la que no corrió con suerte, porque el picaporte de aquella puerta que ellos controlaban, ahora ni siquiera lo pudieron tocar, lo que frustró sus deseos de entrar al juego.

Ante dicha derrota, los diputados del PRIAN culparon a los de Morena, por fallarle a los duranguenses, cosa que dista de la realidad. Fueron ellos los que le fallaron, al comprometerse ante los dueños de las guarderías a restituirles el dinero del presupuesto que aplicaban a niños fantasmas; fueron ellos quienes se comprometieron a rescatar el Seguro Popular para que sus cuates siguieran cobrado; fueron ellos los que dijeron a los líderes corruptos que los millones llegarían para que los siguieran utilizando a discreción.

Los diputados de Morena les fallaron a ellos, ya que no iban a debilitar el lineamiento de la 4T, por sacarle las castañas del fuego a un manojo de buitres, que pretendía hacer caravana con sombrero ajeno y de ahí llenarse los bolsillos con el sudor de los moches.

Pese a la rebatiña, desencuentros y tensiones con que embistió la oposición, cuyo entreguismo a su gran jefe Claudio X González y apoyo mutuo de éste, no lograron amedrentar ni a contrarrestar el coraje y desagrado de la mayoría morenista, quien se fajó y mantuvo a raya las exigencias de la contraparte, que ávida de complacer a la delincuencia de cuello blanco, se condujo sin el mínimo decoro, miseria que ha insistido en querer transferir a la parte que a la mala no la dejó ganar.

Los diputados del PRIAN se pasan de lanzas, cuando mediante una guerra de descalificaciones y cortinajes de humo, pretenden que los ciudadanos olvidemos la página vergonzosa de la historia, donde se registra que por más de ochenta años fueron los cuchillos del Congreso de la Unión y ahora en calidad de terneras lloran y se resisten a soportar el dolor de los hierros, que utilizaban y disfrutaban cuando traspasaban las entrañas de la oposición.

La frase “del que a hierro mata a hierro muere” es una sentencia que en su significado no tiene reversa ni su ortografía corrección. Por eso cuando sus estertores se agudizan en el vientre de los que la deben, la gracia no tiene cabida, aunque la imploren en nombre de los que engañaron, para restituirles sus privilegios, que seguramente seguirán en suspenso y no por venganza, sino por un simple saber corresponder.

Es cierto que el pueblo no tiene memoria, pero parece que cada día tarda más en archivar los agravios, ya que aún permanece fresca la ignominia que ejercían como amos y señores del mayoriteo salvaje, y que jamás tuvieron piedad de las razones de la oposición, cuando la aplastaban con la arrogancia de la aplanadora maiceada.

No toleran que los diputados de Morena sean leales a la 4T y por lo tanto han hecho causa común con los detractores gratuitos para estigmatizarlos de agachones y arrastrados y eso que apenas llevan unos meses. ¿Qué epítetos merecerían los que por 80 años de rodillas le besaban los pies al presidente?

Qué difícil creerles ahora cuando lloran y se quejan del mayoriteo del cual forman parte de su legado. Qué complicado entenderlos ahora cuando denuncian las agresiones verbales en su contra, cuando es la herencia de la escuela de la infamia que dejaron. Qué tragedia tratar de interpretarlos cuando condenan a los diputados de Morena, por cerrar filas en torno al presidente, cuando ellos descaradamente acuerpan a Claudio X González, quien desde un principio no ha soltado los hilos para alinearlos a su favor.

En Durango, de dichos hilos, no prescinden los diputados prianistas, los que desafortunadamente todavía no asimilan que estamos ante un cambio de papeles, en el que México ha dejado de ser el país espléndido de los moches, los cuales ya no prosperan ante los trucos y pantomimas que montaron aquellos desesperados, que no hayan cómo rescatar a Durango del desastre en que lo han metido. De ahí la angustia que les obligó a jugarse su última carta, la que no corrió con suerte, porque el picaporte de aquella puerta que ellos controlaban, ahora ni siquiera lo pudieron tocar, lo que frustró sus deseos de entrar al juego.

Ante dicha derrota, los diputados del PRIAN culparon a los de Morena, por fallarle a los duranguenses, cosa que dista de la realidad. Fueron ellos los que le fallaron, al comprometerse ante los dueños de las guarderías a restituirles el dinero del presupuesto que aplicaban a niños fantasmas; fueron ellos quienes se comprometieron a rescatar el Seguro Popular para que sus cuates siguieran cobrado; fueron ellos los que dijeron a los líderes corruptos que los millones llegarían para que los siguieran utilizando a discreción.

Los diputados de Morena les fallaron a ellos, ya que no iban a debilitar el lineamiento de la 4T, por sacarle las castañas del fuego a un manojo de buitres, que pretendía hacer caravana con sombrero ajeno y de ahí llenarse los bolsillos con el sudor de los moches.