/ lunes 4 de julio de 2022

No todo ha sido malo en la SEED

En las instituciones siempre abunda y florece lo malo. De ahí que la Secretaría de Educación del Estado (SEED) sin concursar ante la opinión pública, sería la campeona.

Sin embargo, hay algo que en lo individual por lo especial del caso yo quiero celebrar y aplaudir en estas líneas, lo que sucedió en el sector educativo y que pudo ser peor, si las autoridades no se ponen las pilas a la hora de enfrentar la pandemia.

Ante dicho escenario, lúgubre y aterrador, incluso letal en muchísimos casos, el contador Rubén Calderón y el doctor Soto Gámiz, pese a que fueron alcanzados por el virus, no se aislaron ni se pasmaron, sino que siguieron de frente e impusieron sus acciones y respondieron y decidieron con contundencia y eso, desde mi muy particular punto de vista debe ser reconocido.

Y más allá, porque en esa prueba de vida o muerte, se crecieron en el dolor y se inmunizaron de los pataleos mercenarios, que quisieron sacar provecho y sin trabajar, ya que los líderes sindicales incitaron a los docentes a que no fueran parte de la cura, sino de la enfermedad. De ahí que no es fácil sobrevivir en un ambiente, donde las aves de rapiña son más limpias, que los cretinos que se graduaron en el muladar de las trampas y chapuzas.

Quizás mi opinión no tenga ninguna relevancia y mucho menos a unas horas de que la actual administración sea sustituida y por ende denostada, por aquellos que levantan grandes alegorías a los actores del poder y que graciosa y generosamente las tumban cuando dejan de tenerlo.

Ante ese próximo derrumbe, donde no quedará a salvo prestigio alguno, quiero enfatizar en este artículo mi reconocimiento al aún secretario y subsecretario arriba mencionados, porque nunca claudicaron, pese al desgarriate que les heredaron, así como a las presiones y los malos entendidos con que lo matizaron aquellos mismos que lo permitieron.

Pero la mención del mérito, tampoco debe regatearse a este par de funcionarios, porque en el ruedo del debate siempre tomaron al toro por los cuernos y, nunca decidieron a hurtadillas ni a puertas cerradas, mucho menos a espaldas de la ciudadanía a la que se deben. Es cierto que su administración quedará en entredicho por no poder cubrir adeudos multimillonarios, de los que sus cobradores exigían sólo los intereses y escapar con el botín por la puerta trasera.

Por supuesto que los funcionarios en mención, jamás desconocieron dichos adeudos, pese a que a ellos se los transfirieron bajo una ley fantasma, que a los antecesores les permitió burlar ladinamente la ingenuidad de los líderes y que ahora se aferran a obtener beneficios de una ley, que ellos mismos vendieron y que ahora que ya no hay dinero, reclaman el faltante de la miserable subasta en que la remataron.

Con ese sólo antecedente, bastaría para reconocer que la Secretaría de Educación, siempre ha sido un microcosmos de conflictos que ningún titular ha logrado resolver. Sin embargo, creo que es de justicia reconocer que el secretario y el subsecretario actuales, siempre han sido la excepción de esa regla, al conducirse con transparencia, ya que nunca ocultaron lo que sucedía al interior de la dependencia.

Se trataba pues, de informar de cara a la ciudadanía todo lo que ésta debe saber. De ahí que su espíritu de orden y honestidad, siempre evidenciaron a los que de él carecen. Se mantuvieron hasta el final de pie, sin temor a las represalias ni miedo a quienes lo infunden.

Ante dicho escenario siempre fueron cautos, pese a la estridencia de algunos medios amarillistas, que la mayoría de las veces se convertían en parte de los problemas, pero jamás en parte de la solución. Afortunadamente la experiencia de esta dupla de servidores públicos, contribuyó siempre a que los ánimos se clamaran en lugar de que se caldearan, lo que muchas veces los gatilleros del vandalismo verbal confunden con debilidad.

Jamás actuaron como inquisidores o fiscales.

Siempre desactivaron el pleito que sus interlocutores promovían. Le apostaron a la cordura, pese a la violencia que la contraparte aplaudía y festejaba. Le apostaban al debate de nivel, pero nunca criticaron a quienes jamás se esforzaron por elevarlo.

En las instituciones siempre abunda y florece lo malo. De ahí que la Secretaría de Educación del Estado (SEED) sin concursar ante la opinión pública, sería la campeona.

Sin embargo, hay algo que en lo individual por lo especial del caso yo quiero celebrar y aplaudir en estas líneas, lo que sucedió en el sector educativo y que pudo ser peor, si las autoridades no se ponen las pilas a la hora de enfrentar la pandemia.

Ante dicho escenario, lúgubre y aterrador, incluso letal en muchísimos casos, el contador Rubén Calderón y el doctor Soto Gámiz, pese a que fueron alcanzados por el virus, no se aislaron ni se pasmaron, sino que siguieron de frente e impusieron sus acciones y respondieron y decidieron con contundencia y eso, desde mi muy particular punto de vista debe ser reconocido.

Y más allá, porque en esa prueba de vida o muerte, se crecieron en el dolor y se inmunizaron de los pataleos mercenarios, que quisieron sacar provecho y sin trabajar, ya que los líderes sindicales incitaron a los docentes a que no fueran parte de la cura, sino de la enfermedad. De ahí que no es fácil sobrevivir en un ambiente, donde las aves de rapiña son más limpias, que los cretinos que se graduaron en el muladar de las trampas y chapuzas.

Quizás mi opinión no tenga ninguna relevancia y mucho menos a unas horas de que la actual administración sea sustituida y por ende denostada, por aquellos que levantan grandes alegorías a los actores del poder y que graciosa y generosamente las tumban cuando dejan de tenerlo.

Ante ese próximo derrumbe, donde no quedará a salvo prestigio alguno, quiero enfatizar en este artículo mi reconocimiento al aún secretario y subsecretario arriba mencionados, porque nunca claudicaron, pese al desgarriate que les heredaron, así como a las presiones y los malos entendidos con que lo matizaron aquellos mismos que lo permitieron.

Pero la mención del mérito, tampoco debe regatearse a este par de funcionarios, porque en el ruedo del debate siempre tomaron al toro por los cuernos y, nunca decidieron a hurtadillas ni a puertas cerradas, mucho menos a espaldas de la ciudadanía a la que se deben. Es cierto que su administración quedará en entredicho por no poder cubrir adeudos multimillonarios, de los que sus cobradores exigían sólo los intereses y escapar con el botín por la puerta trasera.

Por supuesto que los funcionarios en mención, jamás desconocieron dichos adeudos, pese a que a ellos se los transfirieron bajo una ley fantasma, que a los antecesores les permitió burlar ladinamente la ingenuidad de los líderes y que ahora se aferran a obtener beneficios de una ley, que ellos mismos vendieron y que ahora que ya no hay dinero, reclaman el faltante de la miserable subasta en que la remataron.

Con ese sólo antecedente, bastaría para reconocer que la Secretaría de Educación, siempre ha sido un microcosmos de conflictos que ningún titular ha logrado resolver. Sin embargo, creo que es de justicia reconocer que el secretario y el subsecretario actuales, siempre han sido la excepción de esa regla, al conducirse con transparencia, ya que nunca ocultaron lo que sucedía al interior de la dependencia.

Se trataba pues, de informar de cara a la ciudadanía todo lo que ésta debe saber. De ahí que su espíritu de orden y honestidad, siempre evidenciaron a los que de él carecen. Se mantuvieron hasta el final de pie, sin temor a las represalias ni miedo a quienes lo infunden.

Ante dicho escenario siempre fueron cautos, pese a la estridencia de algunos medios amarillistas, que la mayoría de las veces se convertían en parte de los problemas, pero jamás en parte de la solución. Afortunadamente la experiencia de esta dupla de servidores públicos, contribuyó siempre a que los ánimos se clamaran en lugar de que se caldearan, lo que muchas veces los gatilleros del vandalismo verbal confunden con debilidad.

Jamás actuaron como inquisidores o fiscales.

Siempre desactivaron el pleito que sus interlocutores promovían. Le apostaron a la cordura, pese a la violencia que la contraparte aplaudía y festejaba. Le apostaban al debate de nivel, pero nunca criticaron a quienes jamás se esforzaron por elevarlo.