Debido a la información digitalizada, ahora todos nos conocemos, o eso creemos, y la credibilidad de los políticos es un recurso importante que bien difundida puede acercarlos al objetivo que persigan. Se sustenta en antecedentes, trayectoria, discurso o personalidad. En las campañas por la gubernatura predominan rituales de antaño.
La propaganda vehículo de proselitismo es limitada en planteamientos de desarrollo social, demandas populares o denuncias sociales. La corrupción del Bicentenario, la inflación o la inseguridad sólo forman parte del hablar de lado en candidatos.
La jornada de las coaliciones de Juntos Haremos Historia y la de Va por Durango se hacen con cánones de corte priista o tradicionales, ambas comparten estrategas y criterios. Particularidades que demuestran baja calidad política y deficiente capacidad de actores.
Una prueba de que no existe esa democracia que dice el INE que ha fomentado, falso, contar votos y ser comparsa del PRIAN es simulación, el fraude ya no es tanto robando votos, hace rato que se convirtió en clientelismo abierto y en presencia del INE, situación por demás explicable del subdesarrollo económico, y por lo mismo político que el Bicentenario marcó.
Los dos bandos publicitan la incorporación a sus filas de disidentes de otros partidos, a veces de personajes que en lugar de sumar les restan. Viene a cuento la expresión de Carlos Marx en la ideología alemana, que en una sociedad en crisis muchos quieren publicar libros o cambiar de bando. O con Alvin Toffer de que hay etapas de retroceso en donde sobran los lideres y faltan los seguidores.
El camino rumbo a las elecciones ofrece paralelismos como los descritos y claro que diferencias. En la que postula a Esteban Villegas se pensaba que tendría problemas de armonía o conjunción, las han tenido y las han resuelto.
En la de Marina Vitela, se conoce de molestias de origen, de izquierda, los que formaron el partido, los más conocidos y los del trabajo de calle. No aceptan a priistas de derecha como sus dirigentes, ni otros actores de la farándula electoral. No varios y entienden mejor que otros la disciplina por la corriente popular de López Obrador, y estarán firmes.
Conductas displicentes como la del diputado federal Omar Castañeda, en Gómez Palacio, un líder de izquierda de los pocos que hay en Morena, se explican por la falta de ideario explicito de Morena, de la filiación indiscriminada y por los procesos de selección de candidatos parecidos o peores de burdos que los tapados del PRI, partido de experiencia en la movilización y en aquel arte que se dice manejan bien, El de masticar sapos y no hacer gestos.
Las coaliciones se ven preocupadas por reciclar rituales con grupos de interés y personajes, cual quisieran enseñar cobijo, lo cuestionable es que no varían las formas y no hay fondos, los asimilados lucen serios o distantes. A Marina visitas de Delgado, Ebrad o Mier, tal vez le quitaron días de trabajo, en la 4T sólo hay una figura.
Se dio el debate y los delanteros no hablaron de violencia, de la inflación o la corrupción, parecen acomodarse a sus apoyos- al gobernador trasluce su interés de que Marina no pierda. En el debate aunque volvió a leer, se vio más segura y habló de corrupción de manera superficial. Esteban se afanó en ser caballeroso, no supo contestar en 15 segundos que sus programas serán en base a disponibilidades, ahorros y cambios en la administración, fue mas retórico y muy confiado en su imagen.
Recordamos con H, Habermas: La imagen es el lenguaje del impacto, la palabra lo es de la reflexión. Marina depende de la aceptación en esos días del presidente, de que no crezca la inflación y el respaldo de los beneficiarios con apoyos asistenciales. Estaban por el contrario espera votos de rechazo a López Obrador, de su experiencia y la organización del PRIAN.