Terminó el domingo la jornada electoral sin variación importante en las tendencias. López Obrador vuelve a perder la capital del Estado desde sus aspiraciones a la presidencia y también ya en el poder. Sólo Durango y Guanajuato, como capitales de sus Estados, no ha ganado
Morena y Marina Vitela esperaron todo del presidente y su 4T, sus asesores y cercanos presumían el apoyo, su propaganda se limitó a remarcar caminar de la mano del presidente, un concepto difuso de pueblo ajeno a la concepción materialista de la historia, empezando por la carta de admiración y orgullo de trabajar con López Obrador. Como los diputados de Morena que vocean “es un honor estar con Obrador”. Disciplina o virtud, es la negación y desconocimiento de la delegación, ahora sí popular, que deben encarnan los diputados en el equilibrio democrático de la división de poderes.
El factor principal en la inclinación del voto fue la aceptación o rechazo hacia el presidente. Las vilipendiadas clases medias desde las conferencias mañaneras, promovieron el voto contra el presidente con mucha participación de mujeres. Es extraño que López Obrador y su esposa que es historiadora, suponemos que marxista, pasen por alto la formación y desarrollo de la clase media, de los que aspiran a mejorar, los pequeños burgueses, que son estratos de intermediación y capilaridad social entre las clases asalariadas y la clase social dominante o burguesía.
Recordamos que el presidente ha mencionado por la tangente el concepto de pequeña burguesía y su exquisitez para luego reservarla en su vocabulario. Los grupos dispersos de Morena menospreciaron a la clase media de Durango, profesionistas, burócratas y empleados de cuello blanco, comerciantes, empresarios y emprendedores etc. En sentido contrario confiaron en los apoyos asistenciales y no supieron de persuasión con los beneficiarios sin riesgos velados de cancelación de becas y pensiones. Las personas humildes merecen un trato digno e inteligente, y la movilización no es acarreo, es tarea de información previa.
Esteban Villegas creció en oficio de una campaña otra, en esta ocasión supo conducir su alianza mejor que lo proyectado por Rosas Aispuro, el que finalmente mantuvo una imparcialidad especiosa o sofisticada con las dos coaliciones como se sabrá. Esteban Villegas no atacó a nadie, tiene mucho que decir del Bicentenario pero los presupuestos políticos de la Alianza Va por Durango no lo aconsejaban. Por el contrario Marina Vitela abanderada de la 4T o lo que eso signifique, fue omisa ante tanta corrupción. El argumento principal del presidente y que mantiene su porcentaje de popularidad, no fue utilizado por Marina, con un discurso de vagas intenciones de una candidata del cambio verdadero.
Señalamos antes su falta de oficio político, en los debates leyó agachada malos textos, en reuniones de trabajo con empresarios, médicos y enfermeras o el magisterio le faltó sustancia, no sumaba voluntades o adhesiones. En varios actos se le observada incómoda, y es falta de oficio o intuición política publicitar invitar a sus filas aviadores de otros partidos y no muy calificados como éxito campaña. Aceptar a recomendados de conocidos en la maniobra o incorporar personajes de la ultraderecha católica sólo estorbó la de por sí endeble organización integral de Morena.
Epílogo de una derrota anunciada es traer y dejar hablar a Mario Delgado, Ignacio Mier o Sergio Gutiérrez, el primero mal dirigente del partido, y los segundos ujieres de la 4T en la cámara de diputados, ineptos e incompetentes.
Esteban Villegas muestra visión y conciencia de las dificultades que asoman. Promete sumar e invitar a trabajar a los que no votaron por él. Buen principio.