/ lunes 21 de diciembre de 2020

Seco otra vez el pozo de Pensiones

El brutal impacto económico generado por la pandemia, resulta ser muy equitativo y democrático, porque a decir de sus titulares ninguna dependencia gubernamental se ha salvado de la quiebra.

Lo que les ha caído como anillo al dedo, para culpar al gobierno federal por un lado y por el otro justificar las irregularidades que todo caos genera.

De ahí, la primera que se apunta en esa lista, es la Dirección de Pensiones del Estado, cuyo titular es el autor del cuento “El pozo estaba seco”. Dicha obra le ha dado tanta fama, porque no ha parado de promocionarla y dado su éxito de aceptación en los medios, ya nos preparó la segunda parte: “El pozo se ha vuelto a secar”. Metáfora que me ha inspirado en el resto del artículo

Sustentado en el “Cuento de nunca acabar” don Pancho se ha propuesto a que el pozo siga dando de qué hablar, y al describir otra sequía con su estilo desahogado, manifestó que no había liquidez para el pago de aguinaldos, lo que hizo gozar a su jefe y sufrir a los jubilados, mientras los líderes de la 44 le aplaudieron de pie, porque ese borrego los trasladó a la mesa de la simulación y ahí milagrosamente apareció el monto de la prestación. ¿Por qué no hacen ese milagro con los quinquenios? ¿O con el FOVI?

Cuando inició este gobierno panista, el director de Pensiones declaró silvestre y coloquialmente que “el pozo estaba seco”, por lo que había que aprobar urgentemente reformas que hicieran fluir recursos, para que el pozo reviviera y así evitar que colapsaran de sed los derechohabientes.

Ante el S.O.S. del señor director, inmediatamente las almas acudieron por sí mismas a salvarse de la sequía, que las tenía encapilladas a ser víctimas de la deshidratación y cuyo anuncio de la catástrofe, las impulsó a surtir el manantial del pozo, para que los responsables de cuidarlo siguieran escamoteando su parte y los jubilados privilegiados bañándose en tinas de lujo, equivalentes al costo de 120 mil pesos mensuales.

Sí fuera un solo caso de los privilegiados, sería suficiente para darnos luz sobre los abusos que pueden cometer los operadores y usuarios de ese nivel. La situación es insostenible y aunque socarrona y mañosamente se dice, que no son más de un centenar los que perciben sumas estratosféricas, el rango de poder que han adquirido desde gobiernos pasados, rebasó todos los límites del respeto por la institución pensionaria y la equidad de sus afiliados.

Desafortunadamente las promesas panistas de corrección ya se archivaron y de desempolvarse, no serían para hacer un ajuste de cuentas, sino hacérselas crecer a los trabajadores cautivos, cuya aportación es puntual y transparente, características que de la parte patronal no dan señales, salvo las que se ventilan para dar a conocer el recuento de los daños.

Y éstos ya están calculados para decir que las reformas de ayer, hoy ya no sirven, las condiciones han cambiado y mucho. La reforma que se aprobó cuando el premio nobel de la sequía la promovió, sólo destapó el mismo venero, dejando a la zaga y soterrado el que señalan las bases como el causante de la escasez acuática.

Sin duda que desde un principio las declaraciones del creador de la historia del pozo, siempre han sido una iniciativa “señuelo” inducida a plantear otra reforma que venga a llenarlo. Aunque la idea no sea de él, la opera como él sabe: Con lágrimas en los ojos y el escándalo por delante, para que sirva de presión a los que aportan y de comprensión a los que cobran.

Hay que destacar que la mayoría nunca ha dado crédito a dicho cuento, pero basta que la minoría lo haga, para que se proceda a fortalecer el manantial, donde abunda la peonada de la Sección 44, la que se adorna aportando el esfuerzo ajeno y en lo propio inmediato, recibir la tajada a la que se hace acreedor como coyote cada vez que el pozo se seca.

La Sección 44, pese a que el pozo se seca cada rato, sabe como corre el agua, pero guarda silencio y sumisamente se acurruca del lado del patrón, porque quiere demostrarle que jamás serán un peligro para su gobierno y sí, los idóneos para continuar siempre de su lado.

El brutal impacto económico generado por la pandemia, resulta ser muy equitativo y democrático, porque a decir de sus titulares ninguna dependencia gubernamental se ha salvado de la quiebra.

Lo que les ha caído como anillo al dedo, para culpar al gobierno federal por un lado y por el otro justificar las irregularidades que todo caos genera.

De ahí, la primera que se apunta en esa lista, es la Dirección de Pensiones del Estado, cuyo titular es el autor del cuento “El pozo estaba seco”. Dicha obra le ha dado tanta fama, porque no ha parado de promocionarla y dado su éxito de aceptación en los medios, ya nos preparó la segunda parte: “El pozo se ha vuelto a secar”. Metáfora que me ha inspirado en el resto del artículo

Sustentado en el “Cuento de nunca acabar” don Pancho se ha propuesto a que el pozo siga dando de qué hablar, y al describir otra sequía con su estilo desahogado, manifestó que no había liquidez para el pago de aguinaldos, lo que hizo gozar a su jefe y sufrir a los jubilados, mientras los líderes de la 44 le aplaudieron de pie, porque ese borrego los trasladó a la mesa de la simulación y ahí milagrosamente apareció el monto de la prestación. ¿Por qué no hacen ese milagro con los quinquenios? ¿O con el FOVI?

Cuando inició este gobierno panista, el director de Pensiones declaró silvestre y coloquialmente que “el pozo estaba seco”, por lo que había que aprobar urgentemente reformas que hicieran fluir recursos, para que el pozo reviviera y así evitar que colapsaran de sed los derechohabientes.

Ante el S.O.S. del señor director, inmediatamente las almas acudieron por sí mismas a salvarse de la sequía, que las tenía encapilladas a ser víctimas de la deshidratación y cuyo anuncio de la catástrofe, las impulsó a surtir el manantial del pozo, para que los responsables de cuidarlo siguieran escamoteando su parte y los jubilados privilegiados bañándose en tinas de lujo, equivalentes al costo de 120 mil pesos mensuales.

Sí fuera un solo caso de los privilegiados, sería suficiente para darnos luz sobre los abusos que pueden cometer los operadores y usuarios de ese nivel. La situación es insostenible y aunque socarrona y mañosamente se dice, que no son más de un centenar los que perciben sumas estratosféricas, el rango de poder que han adquirido desde gobiernos pasados, rebasó todos los límites del respeto por la institución pensionaria y la equidad de sus afiliados.

Desafortunadamente las promesas panistas de corrección ya se archivaron y de desempolvarse, no serían para hacer un ajuste de cuentas, sino hacérselas crecer a los trabajadores cautivos, cuya aportación es puntual y transparente, características que de la parte patronal no dan señales, salvo las que se ventilan para dar a conocer el recuento de los daños.

Y éstos ya están calculados para decir que las reformas de ayer, hoy ya no sirven, las condiciones han cambiado y mucho. La reforma que se aprobó cuando el premio nobel de la sequía la promovió, sólo destapó el mismo venero, dejando a la zaga y soterrado el que señalan las bases como el causante de la escasez acuática.

Sin duda que desde un principio las declaraciones del creador de la historia del pozo, siempre han sido una iniciativa “señuelo” inducida a plantear otra reforma que venga a llenarlo. Aunque la idea no sea de él, la opera como él sabe: Con lágrimas en los ojos y el escándalo por delante, para que sirva de presión a los que aportan y de comprensión a los que cobran.

Hay que destacar que la mayoría nunca ha dado crédito a dicho cuento, pero basta que la minoría lo haga, para que se proceda a fortalecer el manantial, donde abunda la peonada de la Sección 44, la que se adorna aportando el esfuerzo ajeno y en lo propio inmediato, recibir la tajada a la que se hace acreedor como coyote cada vez que el pozo se seca.

La Sección 44, pese a que el pozo se seca cada rato, sabe como corre el agua, pero guarda silencio y sumisamente se acurruca del lado del patrón, porque quiere demostrarle que jamás serán un peligro para su gobierno y sí, los idóneos para continuar siempre de su lado.