/ miércoles 17 de junio de 2020

Y nos fuimos al cine…

Durango es la tierra del cine, lo que le ha permitido mostrarse al mundo a través de las películas que se han filmado bajo su cielo azul y sus brillantes atardeceres, pero no sólo ha llamado la atención por los grandes actores y directores que se han dado cita para contarnos sus historias, desde los indios vaqueros del Viejo Oeste hasta historias de animación llevadas a la vida real como Dragon Ball Z.

Es en el 1898, cuando se filma “Un tren llegando a Durango”, la película que arrancaría la historia del cine y años después surgirían actores de la talla del general Francisco Villa, considerado el primer actor duranguense que incursiona ante las cámaras cinematográficas, al permitirle a Raúl Walsh, de la Mutual Film Corporation, filmar algunas batallas de Ojinaga, Torreón y Zacatecas.

Pero nuestra ciudad además de ser un lugar importante en la industria cinematográfica, ha contado a lo largo de su historia con las espléndidas salas para la exhibición de películas, lo que ha formado parte de nuestra tradición.

El Teatro Coliseo, hoy Teatro Victoria, construido por José Zambrano, fue inaugurado en 1800 con la obra Andrómaca, de Eurípides y fue en este lugar la primera temporada del cinematógrafo que se exhibió en nuestra ciudad del 17 al 28 de abril de 1898. A lo largo del siglo pasado, este recinto albergó los éxitos cinematográficos, incluso con funciones de matinée los fines de semana, donde las películas de luchadores se convirtieron en toda una tradición para las familias.

En lo que hoy es el Corredor Constitución existió en los años 20 el Cine Olimpia, que exhibía películas del cine mudo, para luego dar paso al Cine Imperio, del cual aún existen sus paredes y que dio paso al cine sonoro como parte de la modernidad del séptimo arte.

Lo que hoy es el teatro Ricardo Castro comenzó su construcción el 12 de noviembre de 1900, por parte de la Compañía Constructora y Explotadora del Teatro de Durango, S.A., para ser adquirido 30 años después por la Empresa Cine Modelo, S.A., la que lo destinaría como sala cinematográfica, y en 1948 fue llamado Cine Principal, al ser adquirido por la Compañía Ultracinemas de México.

Este recinto sufrió en 1951, un incendio que destruyó sus interiores y su techumbre, y tras su restauración fue bautizado con el nombre de “Teatro Principal Ricardo Castro”, en honor al afamado violinista y compositor duranguense, para luego ser adquirido por la Compañía Operadora de Teatros cuatro años después, con funciones de permanencia voluntaria y festivales de cine con películas de gran éxito en otras partes del mundo. Fue en esta sala donde se presentaron con mucho éxito las películas de ciencia ficción como ET EI Extraterrestre y Superman, que llenaron las butacas, mientras que en el matinée fueron memorables las películas de la “India María”, las que en su tiempo fueron disfrutadas ampliamente por las familias duranguenses.

El 22 de agosto de 1990, este recinto fue donado al Gobierno de Durango por el entonces presidente de la República Carlos Salinas de Gortari. Es en este mismo año que este recinto recibió al Papa Juan Pablo II para su encuentro con empresarios en su peregrinaje por nuestro país.

Otras salas cinematográficas surgieron en los años 70s, como el Cine Durango y el Cinema Dorado 70, donde se presentaban las películas de éxito producidas en Hollywood. Era tradicional en el Cinema Dorado 70 que en los intermedios, los niños utilizaran como resbaladilla una rampa existente al frente de las butacas, junto a la pantalla. Además nuestra ciudad ha sido escenario para la premiere de películas, sobre todo, filmadas en Durango y donde destacó la participación de actores como Valentín Trujillo y los hermanos Fernando y Mario Aldama, que eran considerados como celebridades en esa época.

Surgieron también salas cinematográficas como el Cine Alameda, la Sala 2000 y el Cinema Insurgentes, donde se exhibían en sus carteles películas mexicanas y que también tenían sus asiduos cinéfilos. Al mismo tiempo surgieron el Cine 2001 así como el Cine Buñuel, que consolidaron sus funciones de los fines de semana.

Luego, surgieron otros espacios como la Sala Dolores del Río, inaugurada por la gran actriz duranguense que le dio su nombre, así como el cine Silvestre Revueltas que se convertiría en 1993 en la Cineteca de Durango a cargo del director Juan Antonio de la Riva, quien dio a conocer el estilo de vida de Durango con sus filmes Pueblo de Madera, Vidas errantes y El gavilán de la sierra.

Entonces, acudíamos a ver el cine, se formaban grandes filas, sobre todo cuando había una película de estreno y la programación permitía ver dos o tres filmes y disfrutar de ellas con palomitas, refrescos y dulces que podíamos adquirir antes de la función.

También surgieron los multicinemas en las plazas comerciales, los cines Centauro y luego el Multimax y el Citicinemas que cambiarían el concepto para disfrutar del cine y entonces surgió el video, que parecía acabar con esta industria, pero resurgió de una manera espectacular con nuevas salas 3D y sonido digital, para dar paso a Cinemas Platino y áreas VIP con nuevos complejos cinematográficos como Cinépolis y Cinemex.

Ahora el cine ha pasado a las plataformas a través del streaming y las películas y las series se han convertido en un referente de nuestra estancia en casa a causa de la contingencia sanitaria, lo que sin duda dará una nueva perspectiva al séptimo arte y que al mismo tiempo, nos lleva a recordar la veces que acudíamos a las salas cinematográficas de nuestra ciudad a disfrutar de las producciones de la pantalla grande. Es tiempo de volver a lo nuestro y a valorar esta industria que ha impulsado a Durango.

Durango es la tierra del cine, lo que le ha permitido mostrarse al mundo a través de las películas que se han filmado bajo su cielo azul y sus brillantes atardeceres, pero no sólo ha llamado la atención por los grandes actores y directores que se han dado cita para contarnos sus historias, desde los indios vaqueros del Viejo Oeste hasta historias de animación llevadas a la vida real como Dragon Ball Z.

Es en el 1898, cuando se filma “Un tren llegando a Durango”, la película que arrancaría la historia del cine y años después surgirían actores de la talla del general Francisco Villa, considerado el primer actor duranguense que incursiona ante las cámaras cinematográficas, al permitirle a Raúl Walsh, de la Mutual Film Corporation, filmar algunas batallas de Ojinaga, Torreón y Zacatecas.

Pero nuestra ciudad además de ser un lugar importante en la industria cinematográfica, ha contado a lo largo de su historia con las espléndidas salas para la exhibición de películas, lo que ha formado parte de nuestra tradición.

El Teatro Coliseo, hoy Teatro Victoria, construido por José Zambrano, fue inaugurado en 1800 con la obra Andrómaca, de Eurípides y fue en este lugar la primera temporada del cinematógrafo que se exhibió en nuestra ciudad del 17 al 28 de abril de 1898. A lo largo del siglo pasado, este recinto albergó los éxitos cinematográficos, incluso con funciones de matinée los fines de semana, donde las películas de luchadores se convirtieron en toda una tradición para las familias.

En lo que hoy es el Corredor Constitución existió en los años 20 el Cine Olimpia, que exhibía películas del cine mudo, para luego dar paso al Cine Imperio, del cual aún existen sus paredes y que dio paso al cine sonoro como parte de la modernidad del séptimo arte.

Lo que hoy es el teatro Ricardo Castro comenzó su construcción el 12 de noviembre de 1900, por parte de la Compañía Constructora y Explotadora del Teatro de Durango, S.A., para ser adquirido 30 años después por la Empresa Cine Modelo, S.A., la que lo destinaría como sala cinematográfica, y en 1948 fue llamado Cine Principal, al ser adquirido por la Compañía Ultracinemas de México.

Este recinto sufrió en 1951, un incendio que destruyó sus interiores y su techumbre, y tras su restauración fue bautizado con el nombre de “Teatro Principal Ricardo Castro”, en honor al afamado violinista y compositor duranguense, para luego ser adquirido por la Compañía Operadora de Teatros cuatro años después, con funciones de permanencia voluntaria y festivales de cine con películas de gran éxito en otras partes del mundo. Fue en esta sala donde se presentaron con mucho éxito las películas de ciencia ficción como ET EI Extraterrestre y Superman, que llenaron las butacas, mientras que en el matinée fueron memorables las películas de la “India María”, las que en su tiempo fueron disfrutadas ampliamente por las familias duranguenses.

El 22 de agosto de 1990, este recinto fue donado al Gobierno de Durango por el entonces presidente de la República Carlos Salinas de Gortari. Es en este mismo año que este recinto recibió al Papa Juan Pablo II para su encuentro con empresarios en su peregrinaje por nuestro país.

Otras salas cinematográficas surgieron en los años 70s, como el Cine Durango y el Cinema Dorado 70, donde se presentaban las películas de éxito producidas en Hollywood. Era tradicional en el Cinema Dorado 70 que en los intermedios, los niños utilizaran como resbaladilla una rampa existente al frente de las butacas, junto a la pantalla. Además nuestra ciudad ha sido escenario para la premiere de películas, sobre todo, filmadas en Durango y donde destacó la participación de actores como Valentín Trujillo y los hermanos Fernando y Mario Aldama, que eran considerados como celebridades en esa época.

Surgieron también salas cinematográficas como el Cine Alameda, la Sala 2000 y el Cinema Insurgentes, donde se exhibían en sus carteles películas mexicanas y que también tenían sus asiduos cinéfilos. Al mismo tiempo surgieron el Cine 2001 así como el Cine Buñuel, que consolidaron sus funciones de los fines de semana.

Luego, surgieron otros espacios como la Sala Dolores del Río, inaugurada por la gran actriz duranguense que le dio su nombre, así como el cine Silvestre Revueltas que se convertiría en 1993 en la Cineteca de Durango a cargo del director Juan Antonio de la Riva, quien dio a conocer el estilo de vida de Durango con sus filmes Pueblo de Madera, Vidas errantes y El gavilán de la sierra.

Entonces, acudíamos a ver el cine, se formaban grandes filas, sobre todo cuando había una película de estreno y la programación permitía ver dos o tres filmes y disfrutar de ellas con palomitas, refrescos y dulces que podíamos adquirir antes de la función.

También surgieron los multicinemas en las plazas comerciales, los cines Centauro y luego el Multimax y el Citicinemas que cambiarían el concepto para disfrutar del cine y entonces surgió el video, que parecía acabar con esta industria, pero resurgió de una manera espectacular con nuevas salas 3D y sonido digital, para dar paso a Cinemas Platino y áreas VIP con nuevos complejos cinematográficos como Cinépolis y Cinemex.

Ahora el cine ha pasado a las plataformas a través del streaming y las películas y las series se han convertido en un referente de nuestra estancia en casa a causa de la contingencia sanitaria, lo que sin duda dará una nueva perspectiva al séptimo arte y que al mismo tiempo, nos lleva a recordar la veces que acudíamos a las salas cinematográficas de nuestra ciudad a disfrutar de las producciones de la pantalla grande. Es tiempo de volver a lo nuestro y a valorar esta industria que ha impulsado a Durango.