/ lunes 15 de abril de 2024

Alerta mundial

Nota editorial. Internacionalista de la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.

El 13 de abril, Irán lanzó más de 300 misiles a Israel en repuesta al ataque perpetrado por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) el 1 de este mes al consulado de Teherán en Damasco, Siria. Dicho operativo mató a 7 miembros de alto rango del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. En el marco del asalto, los países de la región, entre ellos Jordania, Líbano e Irak, cerraron su espacio aéreo, al mismo tiempo que Jerusalén encendió las alertas de seguridad y se preparó para responder a un conflicto directo con su contraparte. Esta es la primera vez en que el gobierno islámico iraní ordena una agresión de represalia de este nivel. Por lo que Occidente alista sus tropas en defensa de su aliado en Medio Oriente mientras que el riesgo de una ampliación en el conflicto, así como un impacto severo en la economía global, escala conforme los minutos pasan.

Primeramente, es fundamental señalar que la rivalidad entre Jerusalén y Teherán ha estado presente desde 1979 con la Revolución Iraní, la cual dio lugar al establecimiento de la República Islámica de Irán. Misma que optó por un fundamentalismo islámico, al igual que una política exterior antiimperialista. Ante esto, se rompieron los vínculos diplomáticos entre los países propiciando un antagonismo en Medio Oriente como se puede ver hasta hoy. Si bien durante más de dos décadas la comunidad internacional, dirigida mayormente por Occidente, trató de preservar la estabilidad en la región, la carrera por la hegemonía regional hace que los esfuerzos para la construcción de la paz se vean socavados. De ahí que el fin de semana pasado se hayan materializado las consecuencias de este problema latente, sobre todo porque en 2024 todo es diferente.

Por un lado, Israel contó con la ayuda militar de Estados Unidos, Reino Unido, Arabia Saudita y Jordania, para la intercepción de los 300 misiles desde Irán, Siria, Yemen e Irak. La capacidad armamentista de Occidente, sobre todo de Jerusalén, para hacer frente a un asalto de este nivel fue tal que no hubo ningún muerto. Por lo que el error, así como ridículo, mayúsculos cometidos por Teherán lo dejaron expuesto internacionalmente. De ahí que al día siguiente este país haya invocado el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas sobre la legítima defensa, casi pidiendo amnistía al mundo. Por ahora, queda ver la respuesta de las FDI.

Por otro lado, Irán no sólo desacreditó el poderío ofensivo que le tomó décadas construir, sino que ahora está más aislado del concierto mundial. Aunque Rusia y China son fuertes aliados, éstos tienen otras prioridades: Moscú pelea una guerra de desgaste, mientras que Beijing aumenta la presión en Taiwán, por lo que les interesa un acuerdo colectivo. Los otros países en Medio Oriente, como Jordania o Arabia Saudí, pese a tener tensiones con Israel por la causa palestina, siempre han visto al país persa como amenaza regional. Esto debido a su enriquecimiento de uranio, financiamiento de milicias, así como extremismo religioso. Los estados árabes no obtendrían ninguna ganancia en respaldar a Teherán, sus vínculos con Occidente son los que concentran intereses económicos, como de seguridad nacional.

Finalmente, es evidente que desde el inicio de los ataques de Hamas el 7 de octubre, junto con la invasión a Ucrania en 2022, el sistema internacional se ve inmerso en una etapa de transición por el riesgo inminente de un conflicto global. Los actores de la región han expresado sus preocupaciones ante la ONU, así como las democracias del G7 también llamaron a neutralizar la tensión, incluso Washington manifestó que no participará en las acciones militares de represalia. En este momento la negociación diplomática es imprescindible. En 2024, cualquier decisión puede desencadenar algo más severo.

Nota editorial. Internacionalista de la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.

El 13 de abril, Irán lanzó más de 300 misiles a Israel en repuesta al ataque perpetrado por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) el 1 de este mes al consulado de Teherán en Damasco, Siria. Dicho operativo mató a 7 miembros de alto rango del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. En el marco del asalto, los países de la región, entre ellos Jordania, Líbano e Irak, cerraron su espacio aéreo, al mismo tiempo que Jerusalén encendió las alertas de seguridad y se preparó para responder a un conflicto directo con su contraparte. Esta es la primera vez en que el gobierno islámico iraní ordena una agresión de represalia de este nivel. Por lo que Occidente alista sus tropas en defensa de su aliado en Medio Oriente mientras que el riesgo de una ampliación en el conflicto, así como un impacto severo en la economía global, escala conforme los minutos pasan.

Primeramente, es fundamental señalar que la rivalidad entre Jerusalén y Teherán ha estado presente desde 1979 con la Revolución Iraní, la cual dio lugar al establecimiento de la República Islámica de Irán. Misma que optó por un fundamentalismo islámico, al igual que una política exterior antiimperialista. Ante esto, se rompieron los vínculos diplomáticos entre los países propiciando un antagonismo en Medio Oriente como se puede ver hasta hoy. Si bien durante más de dos décadas la comunidad internacional, dirigida mayormente por Occidente, trató de preservar la estabilidad en la región, la carrera por la hegemonía regional hace que los esfuerzos para la construcción de la paz se vean socavados. De ahí que el fin de semana pasado se hayan materializado las consecuencias de este problema latente, sobre todo porque en 2024 todo es diferente.

Por un lado, Israel contó con la ayuda militar de Estados Unidos, Reino Unido, Arabia Saudita y Jordania, para la intercepción de los 300 misiles desde Irán, Siria, Yemen e Irak. La capacidad armamentista de Occidente, sobre todo de Jerusalén, para hacer frente a un asalto de este nivel fue tal que no hubo ningún muerto. Por lo que el error, así como ridículo, mayúsculos cometidos por Teherán lo dejaron expuesto internacionalmente. De ahí que al día siguiente este país haya invocado el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas sobre la legítima defensa, casi pidiendo amnistía al mundo. Por ahora, queda ver la respuesta de las FDI.

Por otro lado, Irán no sólo desacreditó el poderío ofensivo que le tomó décadas construir, sino que ahora está más aislado del concierto mundial. Aunque Rusia y China son fuertes aliados, éstos tienen otras prioridades: Moscú pelea una guerra de desgaste, mientras que Beijing aumenta la presión en Taiwán, por lo que les interesa un acuerdo colectivo. Los otros países en Medio Oriente, como Jordania o Arabia Saudí, pese a tener tensiones con Israel por la causa palestina, siempre han visto al país persa como amenaza regional. Esto debido a su enriquecimiento de uranio, financiamiento de milicias, así como extremismo religioso. Los estados árabes no obtendrían ninguna ganancia en respaldar a Teherán, sus vínculos con Occidente son los que concentran intereses económicos, como de seguridad nacional.

Finalmente, es evidente que desde el inicio de los ataques de Hamas el 7 de octubre, junto con la invasión a Ucrania en 2022, el sistema internacional se ve inmerso en una etapa de transición por el riesgo inminente de un conflicto global. Los actores de la región han expresado sus preocupaciones ante la ONU, así como las democracias del G7 también llamaron a neutralizar la tensión, incluso Washington manifestó que no participará en las acciones militares de represalia. En este momento la negociación diplomática es imprescindible. En 2024, cualquier decisión puede desencadenar algo más severo.

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