Nota editorial. Internacionalista por parte de la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México.
La carrera presidencial en Venezuela aumenta la tensión en el panorama político conforme las elecciones el 28 de julio se acercan. Los candidatos opositores refuerzan las estrategias interpartidistas pese a las trabas impuestas por el régimen de Nicolás Maduro. La Plataforma Unitaria Democrática (PUD), coalición con mayor fuerza, anunció el registro del exembajador Edmundo González como candidato oficial luego de las fallas en el sistema del Consejo Nacional Electoral (CNE) para la inscripción de dos aspirantes propuestas previamente. Evento que resultó en la denuncia del ala opositora sobre una presunta interferencia del oficialismo en el ejercicio de la democracia. Por ahora, el mandatario ha negado las acusaciones emitidas por la oposición, mientras que promueve la continuación del chavismo, corriente altamente probable a permanecer un nuevo término.
Primero, con el fin de entender la configuración del clima político actual, se debe señalar que la obstaculización impuesta a la PUD para postular a sus candidatas fueron los elementos componentes para la materialización de un candidato de unidad. Lo cual, es un factor que hace la diferencia entre estas elecciones y las del 2018. Primero, la coalición trató de postular a María Corina Machado, ganadora de las primarias llevadas a cabo en octubre de 2023. Luego, con la denegación de acceso a ésta en el sistema de registro, se optó por inscribir a Corina Yoris, una mujer con una trayectoria dedicada a la academia, pero, sobre todo, desconocida tanto en la clase política, como entre la población. Por lo que, aliarse con la Mesa de la Unidad Democrática para elegir a Edmundo González como candidato, resulta en una mayor alteración en la intención de voto de los venezolanos.
Sobre esta línea, también vale la pena destacar el retiro voluntario de Manuel Rosales, gobernador de Zulia, de la contienda presidencial. Éste presentó su candidatura por parte de Un Nuevo Tiempo (UNT) debido al rechazo sistemático de Machado y Yoris en el CNE. Acción que dio lugar a varias dudas sobre su perfil opositor dado que su trayectoria arroja presuntos pactos con el régimen luego de su exilio en Perú seis años. En el momento, el político clarificó que su postulación obedecía a salvar a la oposición de los intentos del oficialismo para contener su participación. Cuando la PUD confirmó a Edmundo González como candidato formal, Rosales renunció como contendiente, así como declaró el apoyo de UNT a este último. Lo cual, revela la cohesión del ala opositora, al tiempo que evidencia el cambio en el marco electoral.
Como resultado, ya se comienza a ver la diferencia entre Nicolás Maduro y Edmundo González en las encuestas. Aunque la censura de los medios de comunicación inhabilita buena parte del análisis en la tendencia electoral, algunas casas encuestadoras presentan al candidato opositor con el 45.8% en la intención de voto, mientras que al mandatario con el 21.6%. Tales cifras revelan la credibilidad ganada por la oposición al presentar por primera vez una figura rodeada de un compromiso colectivo. Factor que podría incentivar a los 20.1 millones de electores registrados a participar en el ejercicio de la democracia.
Sin embargo, para erradicar una dictadura, se debe de, tanto cambiar de Presidente, como desintegrar el régimen. El legado de Chávez, reforzado por Maduro, hace tiempo dejó de ser una ideología. Hoy se trata de toda una estructura construida durante más de 20 años de la que es difícil deslindar al país dada la marcada influencia del ejército. Por lo que, de que Edmundo González ganara, se prevé un periodo convulsivo en el corto plazo.
Mientras, con las condiciones políticas que enmarcan a este periodo electoral, se espera una falta de transparencia en el proceso. De ahí que sea altamente probable que Nicolás Maduro renueve su mandato.