Chile hacia una nueva Constitución
Como resultado de las movilizaciones estudiantiles que hubo en Chile a partir de 2006 hasta el estallido social que se dio en octubre de 2019, luego de alcanzar un acuerdo histórico para celebrar un referendo en el que se consultara a la ciudadanía si quería una nueva Constitución, por mayoría abrumadora de los votantes se pronunciaron por el “Apruebo”.
En efecto, el pasado 25 de octubre de 2020 se llevó a cabo la votación para decidir si la ciudadanía quería un reemplazo de la Constitución de 1980, y el 78 por ciento votó por la creación de una nueva Ley Fundamental. También se votó para definir el órgano que la elaborará, una Convención Constitucional en su calidad de órgano constituyente.
No me cabe la menor duda, que es un hecho histórico para Chile, pues es la primera vez que dicho país elaborará una Constitución a través de una Convención integrada por la ciudadanía que será electa por el voto popular, en la que habrá paridad de género y escaños para indígenas por la cuota que se les reservará. La elección será el 11 de abril de 2021 y en mayo de ese año iniciará sesiones.
Una crítica a la Constitución chilena vigente, es que se expidió cuando estuvo en el poder Augusto Pinochet, de ahí que analistas como Negretto consideran que esa Ley Fundamental “arrastra traumas” y que tiene un “defecto congénito”, pues, como se recordará, Salvador Allende fue derrocado en 1973 por un golpe de estado y se instauró una dictadura militar.
Años después, en 1988, Pinochet perdió en un plebiscito, a través del cual la gente le dijo “No” a la continuación en el poder hasta el 11 de marzo de 1997, por lo que se dio un paso muy importante para la transición a la democracia.
El “No” tuvo como consecuencia la realización de elecciones democráticas para elegir presidente e integrantes del Parlamento.
El 14 de diciembre de 1989, la ciudadanía chilena eligió a un nuevo presidente, con poco más de la mitad de los votos emitidos, de tal manera que resultó triunfador Patricio Aylwin, y tomó posesión del cargo el 11 de marzo de 1990.
Pues bien, llegó el momento de expedir una nueva Constitución para Chile, y lo importante de ese proceso, es el papel central que ha tenido la ciudadanía: votó por el “Apruebo” una nueva Constitución; determinará quiénes integran la Asamblea Constitucional y, de seguro, será exigente para que se plasmen contenidos que la beneficien.
A diferencia de Chile, hay procesos constituyentes en los que, en lugar de que se forme un órgano constituyente integrado por la ciudadanía, se crea un órgano mixto en el que, parlamentarios participan en un porcentaje, tal como sucedió en el proceso de creación de la Constitución de la Ciudad de México.
La Asamblea Constituyente de la Ciudad de México la integraron cien diputados, pero sólo sesenta fueron elegidos por voto popular, por el principio de representación proporcional, catorce diputados provenían del Senado, otros catorce de la Cámara de Diputados, además, desafortunadamente, seis fueron designados por el presidente de la República y seis por el jefe del Gobierno de la Ciudad de México.
Será muy interesante darle seguimiento al proceso chileno de creación de su nueva Constitución, por varios motivos que son importantes para el constitucionalismo y la democracia, tales como el fortalecimiento de la representación política, la paridad de género en la Convención Constitucional, la presencia de indígenas en dicho órgano, entre otros aspectos.