/ jueves 29 de octubre de 2020

Disfruta tu vida

Sólo tenemos el presente. Todo lo que podemos hacer y disfrutar está aquí, en el ahora, por lo que no se puede vivir sólo añorando el pasado o proyectando el futuro, porque entonces nuestra energía está en lugares de un tiempo que no existe.

Sólo se vive de verdad cuando la hacemos nuestra, cuando nos descubrimos, confiamos, apostamos, nos equivocamos y volvemos a empezar, aquí y ahora, en el momento actual, sin embargo, no significa prescindir de la experiencia, sino aprender a no ser esclavo de ella y a emprender proyectos que podamos construir día a día.

La vida es como un viaje hacia la autorrealización y como en todos los caminos, la recompensa no nos espera en la llegada, sino que la disfrutamos a cada paso que damos.

El presente es el resultado de todo lo que hemos vivido y es siempre nuestro mejor momento, es el único sobre el que realmente podemos actuar. La primera condición para disfrutar más de la vida es darse cuenta que aún con todas sus dificultades, vale la pena. Hay que percatarse de las alegrías, así como de las dificultades de nuestra existencia como la tristeza y el dolor.

A nuestro alrededor y a veces en nosotros mismos el mayor problema consiste en experimentar la sensación de que habiendo llegado a tener todo lo que alguna vez deseamos, no podemos disfrutarlo, por lo que después nos lamentamos de no haberlo hecho.

Todo lo que hayamos ido depositando en nuestra vida en el pasado o todo lo que podamos imaginar de nuestro futuro es apenas un recuerdo o una fantasía y como tales, no existen en la realidad tangible, por lo que el mundo real, el que nos contiene y al que pertenecemos, es solo el presente y es el único cierto. Así, el mundo es verdaderamente un espacio complicado porque no es lo que fue ni tampoco es lo que será; es lo que es aquí y ahora.

Para ello, necesitamos conocernos, tomarnos el tiempo de conectar con lo que creemos, pensamos, sentimos y somos, más allá de lo que les gustaría a otros, porque entonces si sabemos quiénes somos, nos reconoceremos en cada uno de nuestros actos y nos responsabilizaremos de ellos, sin tener que esperar a que otros pretendan invadir estas esferas que nos son propias y sobre todo personales, aunque no impide que nos podamos relacionar con los demás.

Hagamos realidad nuestro libre albedrío, somos responsables de nuestras decisiones, de quedarnos o salir, de decir o callar, de insistir o abandonar, de correr riesgos y de buscar lo que necesitamos y así, tomar la mano de la libertad para elegir dentro de lo posible y de asumir el costo de lo que decidamos.

A veces, hace falta ser paciente en nuestras demandas, por lo que debemos priorizar las grandes cosas sobre las pequeñas cosas, porque si pretendemos terminar ocupándonos de todo, es imprescindible empezar por poner en su lugar lo primero antes de ocuparnos de lo último.

Al conocimiento interno que lleva el desarrollo personal solo se accede con la experiencia cotidiana de vivir y de equivocarse, por lo que si lo más importante es aprender y crecer, equivocarse será una parte importante y muy deseable del proceso de disfrutar nuestra vida.

Así, vivir la vida significa saber quiénes somos, reconocernos en nuestros actos, responsabilizarnos de ellos, pero sobre todo, disfrutar los momentos que la hacen posible, sean buenos o no tan buenos, aquí y ahora.

Sólo tenemos el presente. Todo lo que podemos hacer y disfrutar está aquí, en el ahora, por lo que no se puede vivir sólo añorando el pasado o proyectando el futuro, porque entonces nuestra energía está en lugares de un tiempo que no existe.

Sólo se vive de verdad cuando la hacemos nuestra, cuando nos descubrimos, confiamos, apostamos, nos equivocamos y volvemos a empezar, aquí y ahora, en el momento actual, sin embargo, no significa prescindir de la experiencia, sino aprender a no ser esclavo de ella y a emprender proyectos que podamos construir día a día.

La vida es como un viaje hacia la autorrealización y como en todos los caminos, la recompensa no nos espera en la llegada, sino que la disfrutamos a cada paso que damos.

El presente es el resultado de todo lo que hemos vivido y es siempre nuestro mejor momento, es el único sobre el que realmente podemos actuar. La primera condición para disfrutar más de la vida es darse cuenta que aún con todas sus dificultades, vale la pena. Hay que percatarse de las alegrías, así como de las dificultades de nuestra existencia como la tristeza y el dolor.

A nuestro alrededor y a veces en nosotros mismos el mayor problema consiste en experimentar la sensación de que habiendo llegado a tener todo lo que alguna vez deseamos, no podemos disfrutarlo, por lo que después nos lamentamos de no haberlo hecho.

Todo lo que hayamos ido depositando en nuestra vida en el pasado o todo lo que podamos imaginar de nuestro futuro es apenas un recuerdo o una fantasía y como tales, no existen en la realidad tangible, por lo que el mundo real, el que nos contiene y al que pertenecemos, es solo el presente y es el único cierto. Así, el mundo es verdaderamente un espacio complicado porque no es lo que fue ni tampoco es lo que será; es lo que es aquí y ahora.

Para ello, necesitamos conocernos, tomarnos el tiempo de conectar con lo que creemos, pensamos, sentimos y somos, más allá de lo que les gustaría a otros, porque entonces si sabemos quiénes somos, nos reconoceremos en cada uno de nuestros actos y nos responsabilizaremos de ellos, sin tener que esperar a que otros pretendan invadir estas esferas que nos son propias y sobre todo personales, aunque no impide que nos podamos relacionar con los demás.

Hagamos realidad nuestro libre albedrío, somos responsables de nuestras decisiones, de quedarnos o salir, de decir o callar, de insistir o abandonar, de correr riesgos y de buscar lo que necesitamos y así, tomar la mano de la libertad para elegir dentro de lo posible y de asumir el costo de lo que decidamos.

A veces, hace falta ser paciente en nuestras demandas, por lo que debemos priorizar las grandes cosas sobre las pequeñas cosas, porque si pretendemos terminar ocupándonos de todo, es imprescindible empezar por poner en su lugar lo primero antes de ocuparnos de lo último.

Al conocimiento interno que lleva el desarrollo personal solo se accede con la experiencia cotidiana de vivir y de equivocarse, por lo que si lo más importante es aprender y crecer, equivocarse será una parte importante y muy deseable del proceso de disfrutar nuestra vida.

Así, vivir la vida significa saber quiénes somos, reconocernos en nuestros actos, responsabilizarnos de ellos, pero sobre todo, disfrutar los momentos que la hacen posible, sean buenos o no tan buenos, aquí y ahora.