A pesar de las tendencias en las encuestas que se han publicado los últimos meses, donde se le da una clara ventaja a la candidata de Morena a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, me parece que dos importantes grupos serían los que estarían definiendo al ganador en el próximo mes de junio, y me refiero a los jóvenes y a la iglesia católica.
Por las características del proceso electoral en el que nos encontramos inmersos, la participación de los jóvenes, aunque aún escasa, podría inclinar la balanza del resultado en las urnas, el problema ha sido que las campañas hasta hoy están muy enfocadas en marcar la diferencia entre los aspirantes, señalando sus logros o bien, denostando lo que este gobierno de López Obrador ha dejado de hacer.
El asunto es que no hay una propuesta clara de implementar políticas públicas a favor de este sector, algo que los motive a emitir su sufragio, que en muchos de los casos sería el primero.
Hasta antes del inicio de las campañas, incluso durante la corta aspiración de Samuel García, había cierta tendencia a que los jóvenes se “engancharan” electoralmente con “lo nuevo”, pero con el relevo de candidato creo que las cosas han cambiado. Corresponde ahora tanto a Xóchitl como a Claudia generar esa sinergia con las juventudes mexicanas, dejando de lado el discurso retórico político que se usa desde hace décadas. Pues será en este sector poblacional donde encuentren un voto franco, con deseo de que llegue a Palacio Nacional alguien que les genere certidumbre en un futuro inmediato, más allá de programas sociales, que en muchas ocasiones no son suficientes.
Desde luego la iglesia católica tendrá un papel importante en la toma de decisiones, pues si bien se les tiene prohibido a los sacerdotes y líderes religiosos participar en política, creo que sus opiniones siempre tendrán un eco dentro de los creyentes, y aunque públicamente no lo pueden hacer, creo que dentro de su marco de influencia también estarán expresando un punto de vista que involucre preferencias electorales. Claro que hay casos como el padre Solalinde que es más que conocida su simpatía hacia el proyecto que ha encabezado López Obrador, y seguro habrá quienes expresen todo lo contrario.
La religión católica, como predominante en nuestro país, tiene influencia no solo en el tema político, sino también en lo económico, social y hasta en materia de seguridad, como ha quedado demostrado en días recientes cuando sacerdotes han sido intermediarios con grupos del crimen organizado en estados como Guerrero y Michoacán, para que exista paz, pues han sido testigos de la lucha entre bandas antagónicas que mantienen a gran parte de la población de dichas regiones con miedo.
Más allá de las creencias religiosas que puedan tener tanto Claudia como Xóchitl, creo que deberán priorizar en sus estrategias de campaña un acercamiento con este sector, sobre todo en lo privado, pues si bien existen impedimentos para que los sacerdotes participen en campañas, finalmente ellos también conocen la problemática social y de manera natural son portavoz de los reclamos de las familias mexicanas.
Pajareando.
Causó indignación a nivel nacional la imagen que circulo de la policía de Zacatecas, arrastrando a una mujer durante la marcha del pasado 8M, donde derivado de esta acción grupos de feministas tomaron el palacio de gobierno de esta entidad para exigir la salida de David Monreal, así como de los titulares de las dependencias de seguridad.
Nada justifica la violencia contra las mujeres, y desde luego el cuestionamiento fue hacia esta corporación, en el sentido de que así deberían tratar a los integrantes de grupos que tienen a este estado inmerso por el control territorial, sin que se haya hecho nada para contrarrestarlo.
