/ lunes 9 de octubre de 2023

El carisma y la estructura electoral

De cara a las elecciones del próximo año bien valdría la pena tener en consideración los aspectos del carisma y la capacidad de las “maquinarias electorales” con las que cuentan las candidatas a la Presidencia de la República.

Porque es bien sabido, el carisma es esa cualidad o “don” natural que algunas personas tienen para tener atracción sobre los demás ya sea por su personalidad, su palabra o la sola presencia, que pareciera ser incluso una cualidad sobrenatural o para algunos incluso divina, y lo que definitivamente es claro, es que no se hereda; por lo que si independientemente de todo se acepta que para muchas personas López Obrador tiene carisma y aún y que haya hecho la faramalla de la entrega del “bastón de mando” del partido-movimiento Morena a su preferida para la contienda electoral del 2024, lo que hay que puntualizar pues es que de entrada, insisto, el carisma no se hereda, ni es traspasable.

Ahora bien ya hablando en concreto de las candidatas (aunque ellas y sus partidos las enmascaren con otro cargo) Claudia Sheinbaum NO cuenta para nada con esa cualidad, de plano no tiene carisma, en cambio sí cuenta con una maquinaria electoral, y aún eso hay que aclarar que más que de su partido esa maquinaria electoral y el dinero para su campaña desde hace ya años es del gobierno federal, amén del apoyo de los 23 gobernadores que tiene Morena.

Pero es realmente endeble la estructura propia del partido ya que la “estructura partidista” se queda en cúpulas y además con fracciones internas que responden a intereses políticos con liderazgos particulares o de poderes fácticos, pero no cuenta a nivel territorial, a nivel seccional o por manzana, una estructura propia sino los domicilios y nombres de beneficiarios de los programas sociales que los “servidores de la nación” de la Secretaría del Bienestar proporcionan a Morena y sus candidatos o que ellos mismos promocionan electoralmente, así es que como sea, y aunque sea ilegal Sheinbaum tiene recursos financieros y materiales a su disposición que en la disputa por el poder cuenta y cuenta mucho, además de esa estructura gubernamental para operar electoralmente.

Por el lado del Frente Amplio Opositor, quien será su candidata presidencial Xóchitl Gálvez, se puede decir que es una persona carismática, y eso es lo que hasta ahora la ha catapultado, o mejor dicho la había impulsado hasta hace unas semanas ya que prácticamente hoy está apagada tanto en medios como en la conversación pública, situación que con una buena estrategia de imagen en medios y redes sociales se puede nuevamente reposicionar; pero por el lado las maquinarias electorales de la partidocracia (PAN-PRI-PRD) están desgastadas y desprestigiadas, cuentan con 7 gobernadores y algunos de ellos por cierto en los hechos entregados al presidente por miedo o por su naturaleza oportunista y hasta hoy tampoco se ve que cuenten con recursos económicos para impulsar la candidatura de Xóchitl.

Y lo mismo se podría decir de los simpatizantes empresariales que bien podrían estar esperando el desarrollo del posicionamiento electoral para ver el riesgo de su “inversión”, pero lo claro es que no se ven recursos en el bloque opositor, y para ganar elecciones se necesita dinero y mucho. Esta es la clara desventaja hoy de Xóchitl, aunque faltaría observar si ya en los tiempos legales de campaña y con una gran comunicación de aire y la movilización de la sociedad sobre todo las clases medias esto se empareja.

Aunque no estará en la boleta, López Obrador cuenta con toda la estructura del gobierno federal, el uso de los recursos públicos para apoyar a sus candidatos, una plataforma de comunicación para seguir manteniendo la narrativa populista que lo mantiene según El Financiero en la última medición con un 58% de aprobación y la decisión política y hasta provocadora ante el Instituto Nacional Electoral (INE) de no respetar la ley ni a la misma autoridad electoral, para seguir abiertamente golpeando a la oposición, minando así la autoridad del INE, amén de manipular a una parte de la opinión pública a través de sus conferencias matutinas y que los medios por cierto desde siempre han caído en el garlito de reproducir haciéndole el caldo gordo a su estrategia de propaganda, pero con su actuar abre la puerta para que en el proceso electoral otros actores políticos y poder fácticos legales y no puedan incluso a nivel local dinamitar las elecciones y ningunear a las autoridades electorales.

Sin duda entonces podemos decir que la lucha por el poder ya ha iniciado y no sólo bastarán buenas intenciones y estar contra el populismo y por la defensa de la democracia mexicana, se requiere sobre todo tener de entrada una estrategia y recursos para motivar, entusiasmar verdaderamente no sólo con el carisma de la candidata de la oposición, sino con organización y capacidad de movilización y una oferta programática que no sólo de diagnósticos sino además verdaderas y viables alternativas de salida a los graves problemas que aquejan al país y a los mexicanos, de no tener mínimo esos elementos es claro que no basta sólo ser carismático o “caer bien“ para ganar.

El cargo de presidente de la República no es un cargo de oropel, sino la más alta responsabilidad que un ciudadano o ciudadana puedan tener pero siempre que se sea pensando en el bien del país y sus habitantes, no para el ego, el uso para la corrupción o para la división de la sociedad.

En la historia los antecedentes de los líderes carismáticos no todos son saldos positivos, ahora en nuestra realidad y la complejidad del momento histórico que nos toca vivir, diríamos que no basta entones sólo el carisma sino se cuenta con un programa de cambio de nuestra realidad y una narrativa que emocione a los electores y pueda con organización movilizarlos a las urnas, con una carga tan pesada como es ser candidata de la corrupta partidocracia la tarea no es fácil para Xóchitl, pero el reto de lograr la hazaña es motivador.

De cara a las elecciones del próximo año bien valdría la pena tener en consideración los aspectos del carisma y la capacidad de las “maquinarias electorales” con las que cuentan las candidatas a la Presidencia de la República.

Porque es bien sabido, el carisma es esa cualidad o “don” natural que algunas personas tienen para tener atracción sobre los demás ya sea por su personalidad, su palabra o la sola presencia, que pareciera ser incluso una cualidad sobrenatural o para algunos incluso divina, y lo que definitivamente es claro, es que no se hereda; por lo que si independientemente de todo se acepta que para muchas personas López Obrador tiene carisma y aún y que haya hecho la faramalla de la entrega del “bastón de mando” del partido-movimiento Morena a su preferida para la contienda electoral del 2024, lo que hay que puntualizar pues es que de entrada, insisto, el carisma no se hereda, ni es traspasable.

Ahora bien ya hablando en concreto de las candidatas (aunque ellas y sus partidos las enmascaren con otro cargo) Claudia Sheinbaum NO cuenta para nada con esa cualidad, de plano no tiene carisma, en cambio sí cuenta con una maquinaria electoral, y aún eso hay que aclarar que más que de su partido esa maquinaria electoral y el dinero para su campaña desde hace ya años es del gobierno federal, amén del apoyo de los 23 gobernadores que tiene Morena.

Pero es realmente endeble la estructura propia del partido ya que la “estructura partidista” se queda en cúpulas y además con fracciones internas que responden a intereses políticos con liderazgos particulares o de poderes fácticos, pero no cuenta a nivel territorial, a nivel seccional o por manzana, una estructura propia sino los domicilios y nombres de beneficiarios de los programas sociales que los “servidores de la nación” de la Secretaría del Bienestar proporcionan a Morena y sus candidatos o que ellos mismos promocionan electoralmente, así es que como sea, y aunque sea ilegal Sheinbaum tiene recursos financieros y materiales a su disposición que en la disputa por el poder cuenta y cuenta mucho, además de esa estructura gubernamental para operar electoralmente.

Por el lado del Frente Amplio Opositor, quien será su candidata presidencial Xóchitl Gálvez, se puede decir que es una persona carismática, y eso es lo que hasta ahora la ha catapultado, o mejor dicho la había impulsado hasta hace unas semanas ya que prácticamente hoy está apagada tanto en medios como en la conversación pública, situación que con una buena estrategia de imagen en medios y redes sociales se puede nuevamente reposicionar; pero por el lado las maquinarias electorales de la partidocracia (PAN-PRI-PRD) están desgastadas y desprestigiadas, cuentan con 7 gobernadores y algunos de ellos por cierto en los hechos entregados al presidente por miedo o por su naturaleza oportunista y hasta hoy tampoco se ve que cuenten con recursos económicos para impulsar la candidatura de Xóchitl.

Y lo mismo se podría decir de los simpatizantes empresariales que bien podrían estar esperando el desarrollo del posicionamiento electoral para ver el riesgo de su “inversión”, pero lo claro es que no se ven recursos en el bloque opositor, y para ganar elecciones se necesita dinero y mucho. Esta es la clara desventaja hoy de Xóchitl, aunque faltaría observar si ya en los tiempos legales de campaña y con una gran comunicación de aire y la movilización de la sociedad sobre todo las clases medias esto se empareja.

Aunque no estará en la boleta, López Obrador cuenta con toda la estructura del gobierno federal, el uso de los recursos públicos para apoyar a sus candidatos, una plataforma de comunicación para seguir manteniendo la narrativa populista que lo mantiene según El Financiero en la última medición con un 58% de aprobación y la decisión política y hasta provocadora ante el Instituto Nacional Electoral (INE) de no respetar la ley ni a la misma autoridad electoral, para seguir abiertamente golpeando a la oposición, minando así la autoridad del INE, amén de manipular a una parte de la opinión pública a través de sus conferencias matutinas y que los medios por cierto desde siempre han caído en el garlito de reproducir haciéndole el caldo gordo a su estrategia de propaganda, pero con su actuar abre la puerta para que en el proceso electoral otros actores políticos y poder fácticos legales y no puedan incluso a nivel local dinamitar las elecciones y ningunear a las autoridades electorales.

Sin duda entonces podemos decir que la lucha por el poder ya ha iniciado y no sólo bastarán buenas intenciones y estar contra el populismo y por la defensa de la democracia mexicana, se requiere sobre todo tener de entrada una estrategia y recursos para motivar, entusiasmar verdaderamente no sólo con el carisma de la candidata de la oposición, sino con organización y capacidad de movilización y una oferta programática que no sólo de diagnósticos sino además verdaderas y viables alternativas de salida a los graves problemas que aquejan al país y a los mexicanos, de no tener mínimo esos elementos es claro que no basta sólo ser carismático o “caer bien“ para ganar.

El cargo de presidente de la República no es un cargo de oropel, sino la más alta responsabilidad que un ciudadano o ciudadana puedan tener pero siempre que se sea pensando en el bien del país y sus habitantes, no para el ego, el uso para la corrupción o para la división de la sociedad.

En la historia los antecedentes de los líderes carismáticos no todos son saldos positivos, ahora en nuestra realidad y la complejidad del momento histórico que nos toca vivir, diríamos que no basta entones sólo el carisma sino se cuenta con un programa de cambio de nuestra realidad y una narrativa que emocione a los electores y pueda con organización movilizarlos a las urnas, con una carga tan pesada como es ser candidata de la corrupta partidocracia la tarea no es fácil para Xóchitl, pero el reto de lograr la hazaña es motivador.