/ domingo 14 de abril de 2024

El eclipse de Toby

Daniel nos guió en la cuenta: “cinco, cuatro, tres, dos, uno”. Era el momento de quitarnos las gafas especiales sin riesgo de lastimarnos la vista. Como si hubiera comenzado a tocar la orquesta, las más de cincuenta personas que habíamos coincidido en la hostería de Jeff hicimos silencio, incluyendo los niños que jugaban. Nadie lo pidió, fue la respuesta natural de un grupo de personas de diferentes edades, creencias y procedencias que estábamos contemplando un mismo fenómeno, la bóveda celeste estaba hablando: ”Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría“. (Salmos‬ ‭19‬:‭1‬-‭2‬ ‭RVR1960‬‬)

La cotización de ese lapso de silencio se cotizaba proporcionalmente a la edad de los presentes. Los más longevos no lo volverían a ver. Quiénes peinamos canas sacábamos cuenta de cuántos años tendríamos en el 2052. Pasaron cuatro minutos y dieciocho segundos hasta que nuestro entusiasta guía nos volvió a dirigir en la cuenta regresiva “cinco, cuatro, tres, dos, uno”: ahora aplaudíamos, nos abrazábamos, celebrábamos con alegría. Era el momento de volver a ponernos las gafas. Todos lo hicimos menos uno: el lider del equipo de la Universidad americana que se había dado cita en esta latitud del hemisferio para documentar el evento. Toby.

Toby estaba llorando. Solo. Cómo Sacaloni en la final mundialista. No de tristeza, sino de alegría. Estaba como en un “extasis”, apenas trató de explicarlo más tarde: “como un gimnasta Olímpica se prepara cuatro años para exhibir su pericia y arriesgar todo en solo 37 segundos”. Era el eclipse de Toby. El había no solo escuchado el cielo, había visto lo que la mayoría de los que estuvimos ahí no pudimos ver: ”Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios“.(Romanos‬ ‭1‬:‭20‬ ‭NTV‬‬)

Daniel nos guió en la cuenta: “cinco, cuatro, tres, dos, uno”. Era el momento de quitarnos las gafas especiales sin riesgo de lastimarnos la vista. Como si hubiera comenzado a tocar la orquesta, las más de cincuenta personas que habíamos coincidido en la hostería de Jeff hicimos silencio, incluyendo los niños que jugaban. Nadie lo pidió, fue la respuesta natural de un grupo de personas de diferentes edades, creencias y procedencias que estábamos contemplando un mismo fenómeno, la bóveda celeste estaba hablando: ”Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría“. (Salmos‬ ‭19‬:‭1‬-‭2‬ ‭RVR1960‬‬)

La cotización de ese lapso de silencio se cotizaba proporcionalmente a la edad de los presentes. Los más longevos no lo volverían a ver. Quiénes peinamos canas sacábamos cuenta de cuántos años tendríamos en el 2052. Pasaron cuatro minutos y dieciocho segundos hasta que nuestro entusiasta guía nos volvió a dirigir en la cuenta regresiva “cinco, cuatro, tres, dos, uno”: ahora aplaudíamos, nos abrazábamos, celebrábamos con alegría. Era el momento de volver a ponernos las gafas. Todos lo hicimos menos uno: el lider del equipo de la Universidad americana que se había dado cita en esta latitud del hemisferio para documentar el evento. Toby.

Toby estaba llorando. Solo. Cómo Sacaloni en la final mundialista. No de tristeza, sino de alegría. Estaba como en un “extasis”, apenas trató de explicarlo más tarde: “como un gimnasta Olímpica se prepara cuatro años para exhibir su pericia y arriesgar todo en solo 37 segundos”. Era el eclipse de Toby. El había no solo escuchado el cielo, había visto lo que la mayoría de los que estuvimos ahí no pudimos ver: ”Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios“.(Romanos‬ ‭1‬:‭20‬ ‭NTV‬‬)

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