/ sábado 10 de agosto de 2019

La visita de AMLO, cuestión de enfoques

Cada quien habla de la feria como le fue en ella. La reciente visita del presidente de la República a Durango causó polémica y desató pasiones por su estilo personal de gobernar al que no podemos acostumbrarnos. Si alguien ha afectado intereses y privilegios de los grupos que se servían con la cuchara grande durante los sexenios dorados del PRI y del PAN, es Andrés Manuel López Obrador.

Y claro, como el título de la película, Amarte Duele. Algunos empresarios se han quejado de que el tabasqueño dejó a Durango como lo encontró, y la última esperanza sería el gobernador Rosas Aispuro Torres, que en privado haya hecho acuerdos con el presidente para la inversión pública del gobierno federal en nuestra entidad. Entendemos a los empresarios, esperan recursos públicos para hacer negocios privados, que todo cambie para que todo siga igual. Añoran que regrese el PRI, o de perdido el PAN.

¿Recuerda usted la anécdota atribuida a Luis Echeverría Álvarez como candidato a la presidencia de la República por el PRI? Cuentan que los pobladores de una comunidad le pidieron un puente, el candidato les dijo que sí y ellos respondieron “pero señor, no tenemos río”, este les contestó: “también se los hacemos”.

Con el presidente López Obrador, la respuesta a las peticiones son distintas: “no puedo contarles mentiras de que todas las obras se realizarán, tendremos que analizarlas primero”. Afirmó que este tipo de proyectos pueden ser la punta de lanza para detonar el desarrollo económico de nuestro estado. Da por hecho que antes de que termine su sexenio quedará concluido el acueducto de 60 kilómetros para que los habitantes de La Laguna dejen de consumir arsénico, ya que en el futuro el agua les llegará desde la presa Francisco Zarco.

El metrobús tendrá que seguir esperando. Como en todo, hay prioridades, no podemos dar paso a la modernidad sin antes resolver el problema ancestral de los laguneros, que beben agua contaminada, gracias, entre otras cosas, a la intocable empresa Peñoles.

Presidentes de la república van y vienen, y nuestras peticiones son las mismas. A raíz de la desgracia de la Presa del Hielo, se volvió a retomar el famoso proyecto de la Presa Tunal II. Por cierto, el gobernador del estado hace tiempo anunció una inversión para la presa de 2,500 millones de pesos, siendo aún presidente Enrique Peña Nieto.

Y, ya encarrerado el gato, don Enrique vino varias veces a Durango y prometió lo que nunca cumplió. En ese entonces, los empresarios no decían “esta boca es mía”, y no escuchamos a ningún diputado local decir “si EPN viene a Durango a llevarse nuestro dinero, mejor que no regrese”.

En pocas palabras, los sexenios del PRI y del PAN nos convirtieron en el Chiapas del norte, y ahora a López Obrador le corresponde resolver esos problemas estructurales de los duranguenses. Aunque no les guste a las diputadas federales de “MORENA” Maribel Aguilera y Martha Olivia García, que hicieron cara de guácala en ese evento.

Y siguió la danza de peticiones. El sueño dorado de Don Pedro Ávila Nevárez, la obra que podría construirse el día de los inocentes, o sea el ferrocarril Durango-Mazatlán. Como la canción, ya llegaron las nieves de invierno y llegaron las flores de mayo y Don Pedrito se ha aguantado a lo macho.

Para ser sinceros, en lugar de haber construido la supercarretera Durango-Mazatlán, debió haberse realizado dicho ferrocarril, y nos hubiéramos evitado dos cosas: el megafraude más grande de toda la historia de Durango y la toma de casetas por parte de los ejidatarios, y específicamente quienes tienen tomada la caseta de Coscomate, que ahora le solicitan al gobierno federal la concesión vitalicia de dicha caseta.

Como dicen los jóvenes: en buena onda, ojalá que el presidente le cumpla su sueño a Don Pedro Ávila Nevárez, y de paso a todos los duranguenses.

Según se sabe, el proyecto ejecutivo ya está listo, nada más faltan los recursos. Todos sabemos los años que han pasado, pero el priista no quita el dedo del renglón. Si no hubiera tantos intereses de por medio, como por ejemplo el de la mafia de transportistas, ya tendríamos el ferrocarril. El puerto de gran calado es otra historia, pero el gobernador lo puede lograr.

Cada quien habla de la feria como le fue en ella. La reciente visita del presidente de la República a Durango causó polémica y desató pasiones por su estilo personal de gobernar al que no podemos acostumbrarnos. Si alguien ha afectado intereses y privilegios de los grupos que se servían con la cuchara grande durante los sexenios dorados del PRI y del PAN, es Andrés Manuel López Obrador.

Y claro, como el título de la película, Amarte Duele. Algunos empresarios se han quejado de que el tabasqueño dejó a Durango como lo encontró, y la última esperanza sería el gobernador Rosas Aispuro Torres, que en privado haya hecho acuerdos con el presidente para la inversión pública del gobierno federal en nuestra entidad. Entendemos a los empresarios, esperan recursos públicos para hacer negocios privados, que todo cambie para que todo siga igual. Añoran que regrese el PRI, o de perdido el PAN.

¿Recuerda usted la anécdota atribuida a Luis Echeverría Álvarez como candidato a la presidencia de la República por el PRI? Cuentan que los pobladores de una comunidad le pidieron un puente, el candidato les dijo que sí y ellos respondieron “pero señor, no tenemos río”, este les contestó: “también se los hacemos”.

Con el presidente López Obrador, la respuesta a las peticiones son distintas: “no puedo contarles mentiras de que todas las obras se realizarán, tendremos que analizarlas primero”. Afirmó que este tipo de proyectos pueden ser la punta de lanza para detonar el desarrollo económico de nuestro estado. Da por hecho que antes de que termine su sexenio quedará concluido el acueducto de 60 kilómetros para que los habitantes de La Laguna dejen de consumir arsénico, ya que en el futuro el agua les llegará desde la presa Francisco Zarco.

El metrobús tendrá que seguir esperando. Como en todo, hay prioridades, no podemos dar paso a la modernidad sin antes resolver el problema ancestral de los laguneros, que beben agua contaminada, gracias, entre otras cosas, a la intocable empresa Peñoles.

Presidentes de la república van y vienen, y nuestras peticiones son las mismas. A raíz de la desgracia de la Presa del Hielo, se volvió a retomar el famoso proyecto de la Presa Tunal II. Por cierto, el gobernador del estado hace tiempo anunció una inversión para la presa de 2,500 millones de pesos, siendo aún presidente Enrique Peña Nieto.

Y, ya encarrerado el gato, don Enrique vino varias veces a Durango y prometió lo que nunca cumplió. En ese entonces, los empresarios no decían “esta boca es mía”, y no escuchamos a ningún diputado local decir “si EPN viene a Durango a llevarse nuestro dinero, mejor que no regrese”.

En pocas palabras, los sexenios del PRI y del PAN nos convirtieron en el Chiapas del norte, y ahora a López Obrador le corresponde resolver esos problemas estructurales de los duranguenses. Aunque no les guste a las diputadas federales de “MORENA” Maribel Aguilera y Martha Olivia García, que hicieron cara de guácala en ese evento.

Y siguió la danza de peticiones. El sueño dorado de Don Pedro Ávila Nevárez, la obra que podría construirse el día de los inocentes, o sea el ferrocarril Durango-Mazatlán. Como la canción, ya llegaron las nieves de invierno y llegaron las flores de mayo y Don Pedrito se ha aguantado a lo macho.

Para ser sinceros, en lugar de haber construido la supercarretera Durango-Mazatlán, debió haberse realizado dicho ferrocarril, y nos hubiéramos evitado dos cosas: el megafraude más grande de toda la historia de Durango y la toma de casetas por parte de los ejidatarios, y específicamente quienes tienen tomada la caseta de Coscomate, que ahora le solicitan al gobierno federal la concesión vitalicia de dicha caseta.

Como dicen los jóvenes: en buena onda, ojalá que el presidente le cumpla su sueño a Don Pedro Ávila Nevárez, y de paso a todos los duranguenses.

Según se sabe, el proyecto ejecutivo ya está listo, nada más faltan los recursos. Todos sabemos los años que han pasado, pero el priista no quita el dedo del renglón. Si no hubiera tantos intereses de por medio, como por ejemplo el de la mafia de transportistas, ya tendríamos el ferrocarril. El puerto de gran calado es otra historia, pero el gobernador lo puede lograr.