/ domingo 13 de junio de 2021

Sin remedio

Apenas terminó la borrachera, llegó la cruda y ya están pensando en la otra. Unos brindaron por la derrota, pero pensando en la revancha. Otros lo hicieron por la patria y por Durango, pensando en 2022 y en 2024, para salvar al país de la 4T. Los profesionales de la política no tienen remedio. Como cualquier otra droga, el poder causa adicción, con la diferencia de que algunas adicciones son curables por medio de rehabilitación, pero a la del poder hasta el momento no se le conoce cura. Por esa razón, quien prueba el poder no quiere dejarlo nunca, después de todo, vivir fuera de la nómina es vivir en el error.

Algunos en las pasadas campañas, en privado les comentaban a sus más cercanos colaboradores: “Yo seré el próximo presidente municipal y de ahí al Bicentenario”. Hubo un candidato que tuvo la audacia de decirlo en público. Se le agradece que no ocultara sus intenciones, aunque nunca será gobernador. Pero también las triunfadoras y triunfadores de las alianzas, de su ronco pecho manifestaron en privado: Si no es en 2022, no será nunca. ¿Por qué cree usted que la clase política duranguense esté pensando en una reforma constitucional y electoral?

Como en la novela “El Gatopardo”, que todo cambie para que todo siga igual. Usted ya conoce parte de la historia. Desde hace tiempo se viene planteando la gobernatura de dos años, para lo cual el Tribunal Electoral del Estado de Durango ya puso su granito de arena. El argumento: homologar la elección de gobernador con la de presidente de la República. Si esto fuera cierto, ni siquiera al abogado Hugo Rosales Badillo le interesaría. Una gubernatura de dos años sería, parafraseando al clásico, llegas al Bicentenario y te vas. Dicen que algunas drogas son estimulantes, pero la del poder alucina. De pronto, la clase política local, como siempre sucede, trae un as bajo la manga. En lugar de que sean dos años, la quieren cambiar por cinco años y tres meses. Como vio usted, sería la misma gata nomas que revolcada.

Nuestras políticas y políticos tienen todo, como el Chapulín Colorado, fríamente calculado. Uno de sus voceros, el presidente de MORENA, Otniel García Navarro, nos da una pincelada para explicarnos por qué es mejor la de cinco años y tres meses. Hay que agradecerle los motivos: “La verdad es que en Durango nunca se ha podido gobernar porque el gobernador en turno se la pasa en campaña, ya sea para presidentes municipales, diputados locales, federales o pensando en quien será su sucesor.” Dice que otra ventaja sería el tema del año fiscal, cuando se aprueba la ley de ingresos y de egresos en la Cámara de Diputados. Si durara cinco años y tres meses, el gobernador saldría en diciembre, y el que llegara comenzaría con el año fiscal, esto entre otras cosas.

¿Por qué se tomaron tantos años estando el piso tan parejo? Sólo hay un problema: la clase política duranguense no dice lo que piensa, ni hace lo que dice. Detrás de cada reforma siempre hay un interés político. Medidas preventivas para evitar en el futuro no un tsunami, sino una ola que los desplace por mucho tiempo del poder. Ese es el fondo de dicha reforma. Como vivimos en una democracia representativa, la actual legislatura o la que viene tomará la decisión por todos nosotros. El plebiscito, el referéndum o la consulta popular que están en nuestra constitución local pueden esperar para mejores tiempos. Por lo pronto, la democracia del mayoriteo aprobará si tendremos gobernatura de dos años o de cinco años y tres meses.

Una gubernatura de dos años sería, parafraseando al clásico, llegas al Bicentenario y te vas. Dicen que algunas drogas son estimulantes, pero la del poder alucina. De pronto, la clase política local, como siempre sucede, trae un as bajo la manga. En lugar de que sean dos años, la quieren cambiar por cinco años y tres meses. Como vio usted, sería la misma gata nomas que revolcada. Nuestras políticas y políticos tienen todo, como el Chapulín Colorado, fríamente calculado. Uno de sus voceros, el presidente de MORENA, Otniel García Navarro, nos da una pincelada para explicarnos por qué es mejor la de cinco años y tres meses

Apenas terminó la borrachera, llegó la cruda y ya están pensando en la otra. Unos brindaron por la derrota, pero pensando en la revancha. Otros lo hicieron por la patria y por Durango, pensando en 2022 y en 2024, para salvar al país de la 4T. Los profesionales de la política no tienen remedio. Como cualquier otra droga, el poder causa adicción, con la diferencia de que algunas adicciones son curables por medio de rehabilitación, pero a la del poder hasta el momento no se le conoce cura. Por esa razón, quien prueba el poder no quiere dejarlo nunca, después de todo, vivir fuera de la nómina es vivir en el error.

Algunos en las pasadas campañas, en privado les comentaban a sus más cercanos colaboradores: “Yo seré el próximo presidente municipal y de ahí al Bicentenario”. Hubo un candidato que tuvo la audacia de decirlo en público. Se le agradece que no ocultara sus intenciones, aunque nunca será gobernador. Pero también las triunfadoras y triunfadores de las alianzas, de su ronco pecho manifestaron en privado: Si no es en 2022, no será nunca. ¿Por qué cree usted que la clase política duranguense esté pensando en una reforma constitucional y electoral?

Como en la novela “El Gatopardo”, que todo cambie para que todo siga igual. Usted ya conoce parte de la historia. Desde hace tiempo se viene planteando la gobernatura de dos años, para lo cual el Tribunal Electoral del Estado de Durango ya puso su granito de arena. El argumento: homologar la elección de gobernador con la de presidente de la República. Si esto fuera cierto, ni siquiera al abogado Hugo Rosales Badillo le interesaría. Una gubernatura de dos años sería, parafraseando al clásico, llegas al Bicentenario y te vas. Dicen que algunas drogas son estimulantes, pero la del poder alucina. De pronto, la clase política local, como siempre sucede, trae un as bajo la manga. En lugar de que sean dos años, la quieren cambiar por cinco años y tres meses. Como vio usted, sería la misma gata nomas que revolcada.

Nuestras políticas y políticos tienen todo, como el Chapulín Colorado, fríamente calculado. Uno de sus voceros, el presidente de MORENA, Otniel García Navarro, nos da una pincelada para explicarnos por qué es mejor la de cinco años y tres meses. Hay que agradecerle los motivos: “La verdad es que en Durango nunca se ha podido gobernar porque el gobernador en turno se la pasa en campaña, ya sea para presidentes municipales, diputados locales, federales o pensando en quien será su sucesor.” Dice que otra ventaja sería el tema del año fiscal, cuando se aprueba la ley de ingresos y de egresos en la Cámara de Diputados. Si durara cinco años y tres meses, el gobernador saldría en diciembre, y el que llegara comenzaría con el año fiscal, esto entre otras cosas.

¿Por qué se tomaron tantos años estando el piso tan parejo? Sólo hay un problema: la clase política duranguense no dice lo que piensa, ni hace lo que dice. Detrás de cada reforma siempre hay un interés político. Medidas preventivas para evitar en el futuro no un tsunami, sino una ola que los desplace por mucho tiempo del poder. Ese es el fondo de dicha reforma. Como vivimos en una democracia representativa, la actual legislatura o la que viene tomará la decisión por todos nosotros. El plebiscito, el referéndum o la consulta popular que están en nuestra constitución local pueden esperar para mejores tiempos. Por lo pronto, la democracia del mayoriteo aprobará si tendremos gobernatura de dos años o de cinco años y tres meses.

Una gubernatura de dos años sería, parafraseando al clásico, llegas al Bicentenario y te vas. Dicen que algunas drogas son estimulantes, pero la del poder alucina. De pronto, la clase política local, como siempre sucede, trae un as bajo la manga. En lugar de que sean dos años, la quieren cambiar por cinco años y tres meses. Como vio usted, sería la misma gata nomas que revolcada. Nuestras políticas y políticos tienen todo, como el Chapulín Colorado, fríamente calculado. Uno de sus voceros, el presidente de MORENA, Otniel García Navarro, nos da una pincelada para explicarnos por qué es mejor la de cinco años y tres meses