/ miércoles 24 de julio de 2019

COLUMNA LIBERAL

Cuando la mezquindad no tiene límites, se convierte en maldad y perversidad

En entrega anterior dábamos a conocer una frase que acuñamos debido al desencanto que nos produce el que frenemos egoístamente y sin razón los impulsos naturales de la juventud, quienes en su natural deseo por cambiar las formas para mejorar lo establecido y de manera progresista escribir en el presente lo que en el futuro será la historia.

Es por ello que generamos ese mensaje que alguien nos decía que registráramos ese concepto, pero no lo creímos prudente, porque de alguna manera ese pensamiento o concepción se ha venido dando a lo largo de todos los tiempos aunque con otras palabras; pero de alguna manera lo volvemos a manifestar y dice así:

“Si por alguna razón decidimos practicarnos la vasectomía, eso no es válido para que egoístamente lo induzcamos a quienes vienen detrás de nosotros castrándoles o privándoles injustamente su derecho a ser, a la realización de sus ideales, sueños, esperanzas, proyectos y hasta de sus fantasías” y apuntábamos que este pensamiento tiene dedicatoria y hay un mensaje para quien lo quiera entender.

También en nuestra última entrega dábamos a conocer someramente los problemas, sufrimientos y privaciones que sufrió y soportó amargamente doña Margarita Maza de Juárez en ausencia de éste durante los conflictos que afrontó don Benito Juárez en aquellos tiempos en que se luchó por ser libres, pues aunque los mexicanos eran independientes, no gozaba de la auténtica libertad, tarea que se echaron a cuestas los dignos liberales de aquellos tiempos hasta lograr su objetivo adelantados con la reforma y la restauración de la república y complementados en la lucha de 1910 en contra de los reaccionarios y ya saben quién más.

De tal manera que en esta ocasión y merecidamente daremos a conocer los tragos más que amargos que pasó la esposa del benemérito durante la ausencia de éste y que no obstante ese rigor, nunca se doblegó y fue factor decisivo para que Juárez no cejara en su empeño, si no, repasemos un poco de historia.

Doña Margarita, agraciada joven nacida en Oaxaca de una familia de origen portugués a los diecisiete años contrajo matrimonio con Benito Juárez y aquí no hay casualidades, porque algunos dicen que si al pequeño indio zapoteca no le hubiera faltado una oveja que le robaron unos viajeros y que para no enfrentar los castigos de su tío Bernardino, (tutor de Juárez a la muerte de sus abuelos que lo habían recogido a la muerte de sus padres ), por la pérdida del animalito y por ello huyó hacia Oaxaca para crecer y formarse al amparo de su hermana Josefa.

Vivir casi de la caridad cuando los infortunios sacudían a su ausente esposo, Dña. Margarita para sostener a sus hijos tejía fallitas que vendía el después general Martín González y sus niños vestían gracias a la filantropía del señor don Miguel Castro, amigo de Juárez; pero por si estos pesares no fueran pocos, Amada, la sexta hija del matrimonio fallece de tristeza ante la ausencia de su padre y pronunciando en sus últimos momentos su nombre, desgracia que se repitió durante esos calvarios de la guerra y ausencia de don Benito, ya que perdieron a un hijo y otra hija.

Doña Margarita fue avisada que el cobarde militar reaccionario Cobos iba a Oaxaca con la consigna de exterminar a toda la familia de Juárez, por lo tanto ella salió de ese lugar con sus hijos acompañada sólo de su fiel sirviente Juan Lazcano rumbo a la hacienda Cinco Señores, de don Miguel Castro, pero apenas llegando fue avisada que Cobos se aproximaba, por lo que tuvo que salir de inmediato con sus hijos mayores a pie, cargándoles en brazos los indios a los menores rumbo a Santa Anita, lugar distante a cuatro leguas. En ese pueblo ya llegaron en la noche, acostando doña Margarita a sus hijos en sus rebosos y ayates de los indios sin poder ella conciliar el sueño.

Poco después de la dos de la mañana y guiada por un presentimiento, despertó a sus hijos y se puso en marcha nuevamente. Apenas a dos horas de la salida de la señora De Juárez, llegó a Santa Anita Cobos y sus soldados a las cinco de la mañana. Previamente había conseguido ella dos acémilas, una para su hija mayor Manuela y otra para sí.

Fue una penosa travesía llena de hambres y peligros como el tener que atravesar el anchuroso y crecido río Chietla. Con fuerte creciente por las copiosas lluvias y después de media hora de travesía y a punto de perder sus criaturas, por fin alcanzaron la orilla, llegando al pueblo de Cuasimulco y luego la hacienda de Santa Gertrudis, propiedad de Miguel Castro, donde terminó la peligrosa y vil persecución.

En otra increíble ocasión, yendo doña Margarita a reunirse con su esposo junto con sus hijos salieron de Oaxaca y en Cuasimulco, la mula que montaba resbaló y se fue a lo hondo de un profundo precipicio, todos con pesar creyeron que también ella había ido a estrellarse contra las rocas allá en lo profundo, mas no fue así, porque gracias a su crinolina quedó atorada en el ramaje de un árbol al borde de dicho precipicio de donde fue rescatada.

Creímos de justicia relatar este pasaje en homenaje a las mujeres, en especial de quien fuera la muy digna esposa de un gran hombre como lo fue el inmortal Benito Juárez García.

Y a propósito del gran patricio inspirador de la política del presidente de la república, les comunicamos a los adversarios del tabasqueño, que éste estará de visita por Durango, para que vayan y le reconozcan que es más importante canalizar recursos federales para resolver los graves problemas de abastecimiento de agua potable para la Laguna y equipar un hospital necesarísimo para la salud de la gente de por aquellos mismos lugares, que la implementación del Metrobús, porque ya es hora de sumarse todos al proyecto nacional, ya que con actitudes de crítica injustificada y mal intencionada, descalificaciones, insultos y hasta perversidad, así desunidos no vamos a avanzar.

Los chairos tal vez tengan la excusa de que por no saber leer no comprendan que en la persistencia de ser esos fifís como los coyotes de Coyame, mustios y endejos y que con toda su “sabiduría” no pasarán de ser unos desadaptados de los tiempos modernos. Que así como aquellos que antes sólo volteaban su mirada hacia España y al Vaticano, pues se quedaron colgados de la brocha, son tiempos idos que ya no volverán. Si con saber leer y su presunta “vasta cultura” creen que influirán en la percepción de otro México, pobres almas, están más que odidos.

Cuando la mezquindad no tiene límites, se convierte en maldad y perversidad

En entrega anterior dábamos a conocer una frase que acuñamos debido al desencanto que nos produce el que frenemos egoístamente y sin razón los impulsos naturales de la juventud, quienes en su natural deseo por cambiar las formas para mejorar lo establecido y de manera progresista escribir en el presente lo que en el futuro será la historia.

Es por ello que generamos ese mensaje que alguien nos decía que registráramos ese concepto, pero no lo creímos prudente, porque de alguna manera ese pensamiento o concepción se ha venido dando a lo largo de todos los tiempos aunque con otras palabras; pero de alguna manera lo volvemos a manifestar y dice así:

“Si por alguna razón decidimos practicarnos la vasectomía, eso no es válido para que egoístamente lo induzcamos a quienes vienen detrás de nosotros castrándoles o privándoles injustamente su derecho a ser, a la realización de sus ideales, sueños, esperanzas, proyectos y hasta de sus fantasías” y apuntábamos que este pensamiento tiene dedicatoria y hay un mensaje para quien lo quiera entender.

También en nuestra última entrega dábamos a conocer someramente los problemas, sufrimientos y privaciones que sufrió y soportó amargamente doña Margarita Maza de Juárez en ausencia de éste durante los conflictos que afrontó don Benito Juárez en aquellos tiempos en que se luchó por ser libres, pues aunque los mexicanos eran independientes, no gozaba de la auténtica libertad, tarea que se echaron a cuestas los dignos liberales de aquellos tiempos hasta lograr su objetivo adelantados con la reforma y la restauración de la república y complementados en la lucha de 1910 en contra de los reaccionarios y ya saben quién más.

De tal manera que en esta ocasión y merecidamente daremos a conocer los tragos más que amargos que pasó la esposa del benemérito durante la ausencia de éste y que no obstante ese rigor, nunca se doblegó y fue factor decisivo para que Juárez no cejara en su empeño, si no, repasemos un poco de historia.

Doña Margarita, agraciada joven nacida en Oaxaca de una familia de origen portugués a los diecisiete años contrajo matrimonio con Benito Juárez y aquí no hay casualidades, porque algunos dicen que si al pequeño indio zapoteca no le hubiera faltado una oveja que le robaron unos viajeros y que para no enfrentar los castigos de su tío Bernardino, (tutor de Juárez a la muerte de sus abuelos que lo habían recogido a la muerte de sus padres ), por la pérdida del animalito y por ello huyó hacia Oaxaca para crecer y formarse al amparo de su hermana Josefa.

Vivir casi de la caridad cuando los infortunios sacudían a su ausente esposo, Dña. Margarita para sostener a sus hijos tejía fallitas que vendía el después general Martín González y sus niños vestían gracias a la filantropía del señor don Miguel Castro, amigo de Juárez; pero por si estos pesares no fueran pocos, Amada, la sexta hija del matrimonio fallece de tristeza ante la ausencia de su padre y pronunciando en sus últimos momentos su nombre, desgracia que se repitió durante esos calvarios de la guerra y ausencia de don Benito, ya que perdieron a un hijo y otra hija.

Doña Margarita fue avisada que el cobarde militar reaccionario Cobos iba a Oaxaca con la consigna de exterminar a toda la familia de Juárez, por lo tanto ella salió de ese lugar con sus hijos acompañada sólo de su fiel sirviente Juan Lazcano rumbo a la hacienda Cinco Señores, de don Miguel Castro, pero apenas llegando fue avisada que Cobos se aproximaba, por lo que tuvo que salir de inmediato con sus hijos mayores a pie, cargándoles en brazos los indios a los menores rumbo a Santa Anita, lugar distante a cuatro leguas. En ese pueblo ya llegaron en la noche, acostando doña Margarita a sus hijos en sus rebosos y ayates de los indios sin poder ella conciliar el sueño.

Poco después de la dos de la mañana y guiada por un presentimiento, despertó a sus hijos y se puso en marcha nuevamente. Apenas a dos horas de la salida de la señora De Juárez, llegó a Santa Anita Cobos y sus soldados a las cinco de la mañana. Previamente había conseguido ella dos acémilas, una para su hija mayor Manuela y otra para sí.

Fue una penosa travesía llena de hambres y peligros como el tener que atravesar el anchuroso y crecido río Chietla. Con fuerte creciente por las copiosas lluvias y después de media hora de travesía y a punto de perder sus criaturas, por fin alcanzaron la orilla, llegando al pueblo de Cuasimulco y luego la hacienda de Santa Gertrudis, propiedad de Miguel Castro, donde terminó la peligrosa y vil persecución.

En otra increíble ocasión, yendo doña Margarita a reunirse con su esposo junto con sus hijos salieron de Oaxaca y en Cuasimulco, la mula que montaba resbaló y se fue a lo hondo de un profundo precipicio, todos con pesar creyeron que también ella había ido a estrellarse contra las rocas allá en lo profundo, mas no fue así, porque gracias a su crinolina quedó atorada en el ramaje de un árbol al borde de dicho precipicio de donde fue rescatada.

Creímos de justicia relatar este pasaje en homenaje a las mujeres, en especial de quien fuera la muy digna esposa de un gran hombre como lo fue el inmortal Benito Juárez García.

Y a propósito del gran patricio inspirador de la política del presidente de la república, les comunicamos a los adversarios del tabasqueño, que éste estará de visita por Durango, para que vayan y le reconozcan que es más importante canalizar recursos federales para resolver los graves problemas de abastecimiento de agua potable para la Laguna y equipar un hospital necesarísimo para la salud de la gente de por aquellos mismos lugares, que la implementación del Metrobús, porque ya es hora de sumarse todos al proyecto nacional, ya que con actitudes de crítica injustificada y mal intencionada, descalificaciones, insultos y hasta perversidad, así desunidos no vamos a avanzar.

Los chairos tal vez tengan la excusa de que por no saber leer no comprendan que en la persistencia de ser esos fifís como los coyotes de Coyame, mustios y endejos y que con toda su “sabiduría” no pasarán de ser unos desadaptados de los tiempos modernos. Que así como aquellos que antes sólo volteaban su mirada hacia España y al Vaticano, pues se quedaron colgados de la brocha, son tiempos idos que ya no volverán. Si con saber leer y su presunta “vasta cultura” creen que influirán en la percepción de otro México, pobres almas, están más que odidos.

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