/ sábado 26 de octubre de 2019

Durango: De la grandeza a la modernidad

¡“Que cosas tiene la vida Mariana”! Teníamos que llegar al siglo XXI para de una vez por todas ponerle fin a la anarquía que representamos los ciudadanos en nuestra callada y tranquila ciudad colonial, cuando cruzamos las calles en calidad de peatones.

Sin duda las declaraciones del director de Seguridad Pública Municipal, Antonio Bracho Marrufo pasarán a la historia. Y es que están llenas de buena voluntad y de buenas intenciones. Aplaudimos la decisión del funcionario público para evitar que los ciudadanos de a pie sigamos causando accidentes por no respetar los semáforos y no hacer correctamente el cruce de calles.

Como usted sabe, cada vez que se nos antoja cerramos las calles del centro histórico, desquiciamos el centro histórico como si fuéramos líderes sociales, además molestamos mucho a los automovilistas cuando transitamos por nuestras calles.

Nos enteramos porqué después de tanto tiempo no se le había ocurrido a ningún funcionario público poner en orden a los peatones. Pero usted no se preocupe, por lo pronto mientras nos educan se nos aplicarán sanciones de “cortesía”, pasado este periodo de prueba las multas se nos harán efectivas, ni modo, tenemos un Municipio sin recursos financieros y unos ingresos extras no les vendrán mal.

No nos han hecho saber con qué cantidad nos multarán, mucho menos mostrarnos el articulo o fracción del reglamento sancionador, el que por cierto nadie conoce, y como dijo Don Teofilito… Pero vea usted el lado amable de esta disposición: estaremos a la altura de las primeras capitales del mundo donde abundan peatones educados que le dan preferencia a todo tipo de vehículos particulares, de servicio público, a motociclistas, a quienes utilizan bicicletas, y si usted está de acuerdo, que se nos obligue a comprar un seguro por daños a terceros, por si somos atropellados pagarles los daños que les causemos.

Y después de los peatones ¿quiénes siguen? Se aceptan apuestas. Las opiniones están divididas porque nadie imaginaba que los peatones pagáramos los platos rotos. Por supuesto que los choferes de los autobuses de los camiones de ruta no necesitan ser educados y mucho menos sancionarlos con multas de “cortesía”, ellos pueden seguir haciendo lo que han hecho siempre: manejar en el centro histórico con exceso de velocidad, confundiendo como pista de carreras a la calle 20 de Noviembre, o a los bulevares Felipe Pescador y Francisco Villa como si fueran autopistas.

Además, pueden detenerse para bajar y subir pasaje donde a ellos les da la gana según sea el caso. Ellos tienen resuelto su problema: La autoridad rara vez los molesta y el sindicato los protege. Cuando un chofer que se ve involucrado en un percance vial siempre la “libra”; solo falta que los familiares de las víctimas que atropellan y los privan de la vida, les paguen la reparación del daño.

¿Y qué opinión les merecen los taxistas? Entre ellos y los choferes del servicio público tienen los mismos modales. Cuando usted aborda un taxi inmediatamente se da cuenta que el chofer ha tomado cursos de capacitación impartidos por sindicatos y autoridades.

Las unidades, como el comercial, “rechinan de limpios” y las unidades de reciente modelo suben y bajan pasaje como lo hacen los choferes de ruta.

Por lo pronto, veremos a cientos de agentes de tránsito capacitándonos para cruzar las calles y los puentes peatonales.

Y ya que hablamos de mujeres y traiciones, ¿hasta cuándo estarán en servicio los elevadores del puente peatonal que está en un famoso centro comercial?, ¿y cuándo empezarán a construir el puente que se prometió a la altura del parque Guadiana, que tantas vidas ha costado?

Después de educarnos a cruzar calles y utilizar puentes peatonales, ha de pensar la autoridad ¿para qué se construyen puentes, si no se utilizan?

¡“Que cosas tiene la vida Mariana”! Teníamos que llegar al siglo XXI para de una vez por todas ponerle fin a la anarquía que representamos los ciudadanos en nuestra callada y tranquila ciudad colonial, cuando cruzamos las calles en calidad de peatones.

Sin duda las declaraciones del director de Seguridad Pública Municipal, Antonio Bracho Marrufo pasarán a la historia. Y es que están llenas de buena voluntad y de buenas intenciones. Aplaudimos la decisión del funcionario público para evitar que los ciudadanos de a pie sigamos causando accidentes por no respetar los semáforos y no hacer correctamente el cruce de calles.

Como usted sabe, cada vez que se nos antoja cerramos las calles del centro histórico, desquiciamos el centro histórico como si fuéramos líderes sociales, además molestamos mucho a los automovilistas cuando transitamos por nuestras calles.

Nos enteramos porqué después de tanto tiempo no se le había ocurrido a ningún funcionario público poner en orden a los peatones. Pero usted no se preocupe, por lo pronto mientras nos educan se nos aplicarán sanciones de “cortesía”, pasado este periodo de prueba las multas se nos harán efectivas, ni modo, tenemos un Municipio sin recursos financieros y unos ingresos extras no les vendrán mal.

No nos han hecho saber con qué cantidad nos multarán, mucho menos mostrarnos el articulo o fracción del reglamento sancionador, el que por cierto nadie conoce, y como dijo Don Teofilito… Pero vea usted el lado amable de esta disposición: estaremos a la altura de las primeras capitales del mundo donde abundan peatones educados que le dan preferencia a todo tipo de vehículos particulares, de servicio público, a motociclistas, a quienes utilizan bicicletas, y si usted está de acuerdo, que se nos obligue a comprar un seguro por daños a terceros, por si somos atropellados pagarles los daños que les causemos.

Y después de los peatones ¿quiénes siguen? Se aceptan apuestas. Las opiniones están divididas porque nadie imaginaba que los peatones pagáramos los platos rotos. Por supuesto que los choferes de los autobuses de los camiones de ruta no necesitan ser educados y mucho menos sancionarlos con multas de “cortesía”, ellos pueden seguir haciendo lo que han hecho siempre: manejar en el centro histórico con exceso de velocidad, confundiendo como pista de carreras a la calle 20 de Noviembre, o a los bulevares Felipe Pescador y Francisco Villa como si fueran autopistas.

Además, pueden detenerse para bajar y subir pasaje donde a ellos les da la gana según sea el caso. Ellos tienen resuelto su problema: La autoridad rara vez los molesta y el sindicato los protege. Cuando un chofer que se ve involucrado en un percance vial siempre la “libra”; solo falta que los familiares de las víctimas que atropellan y los privan de la vida, les paguen la reparación del daño.

¿Y qué opinión les merecen los taxistas? Entre ellos y los choferes del servicio público tienen los mismos modales. Cuando usted aborda un taxi inmediatamente se da cuenta que el chofer ha tomado cursos de capacitación impartidos por sindicatos y autoridades.

Las unidades, como el comercial, “rechinan de limpios” y las unidades de reciente modelo suben y bajan pasaje como lo hacen los choferes de ruta.

Por lo pronto, veremos a cientos de agentes de tránsito capacitándonos para cruzar las calles y los puentes peatonales.

Y ya que hablamos de mujeres y traiciones, ¿hasta cuándo estarán en servicio los elevadores del puente peatonal que está en un famoso centro comercial?, ¿y cuándo empezarán a construir el puente que se prometió a la altura del parque Guadiana, que tantas vidas ha costado?

Después de educarnos a cruzar calles y utilizar puentes peatonales, ha de pensar la autoridad ¿para qué se construyen puentes, si no se utilizan?