/ martes 26 de febrero de 2019

El INAH-Durango… en el torbellino de la indolencia

De nueva cuenta la delegada del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) arquitecta Sirley Rojas Rodríguez, vuelve a la escena pública con redoblada dosis de indolencia y mezquindad, al dañar el patrimonio cultural de los durangueños.

La comunidad duranguense ha resistido con estoicismo los embates direccionados desde la Delegación Federal del INAH, quien ha actuado con suma apatía en casos concretos en el estado de Durango; sirva citar, la destrucción no hace mucho tiempo del sitio turístico donde Pancho Villa se recreara por largo tiempo en el mineral de Mapimí, prueba de ello es una vieja y conocida fotografía que da testimonio de esto, en el pueblo de Mapimí, Durango, y no obstante ser declarado “Pueblo Mágico”, el INAH jamás intervino para impedir la destrucción del histórico sitio.

De igual manera ocurrió en el sonado caso de la supuesta e infausta trasformación “sin ton ni son” de la Iglesia de Cuatillos, en Cuencamé, aquella que sirviera de escenario para el grito de independencia de don Benito Juárez García a su paso por el estado de Durango; al parecer, al momento de la intervención del INAH en el sitio, lo que menos les importó fue la restauración, sino allegarse según el dicho de los pobladores del lugar, de algunos bienes preciosos que a la vista de los funcionarios de la Delegación Federal les resultaron más redituables.

Estos dos casos concretos, fueron ventilados públicamente en su tiempo y en su momento y no obstante el señalamiento de historiadores, cronistas y comunidad cultural, poco o nada le importó a la delegada Sirley Rojas, tanto así, que a la distancia de esos acontecimientos que quedaron plasmados en la memoria popular, hoy de nueva cuenta la funcionaria del INAH hace de las suyas en el municipio de Tepehuanes.

El caso que el día de hoy nos ocupa tiene como escenario la población San José de la Boca, Tepehuanes, en específico en la iglesia de San José, considerado un monumento histórico, con ficha de catalogación N° 100350860001, donde la funcionaria citada autorizó un “permiso” para la construcción de unos baños públicos, a un costado del histórico templo de San José, dañando con ello la estructura y fisionomía de su entorno, lo anterior en connivencia con el párroco del lugar y la autoridad del municipio, a sabiendas que dicho inmueble se encuentra catalogado a nivel nacional, toda vez que data del siglo XVII.

Con ello, Sirley Rojas Rodríguez violenta una vez más los preceptos establecidos en la Ley Federal sobre Monumentos Históricos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que ampara nuestro patrimonio como duranguenses.

Sumado a ello, la autoridad local y estatal persiste en ignorar lo que a la luz pública resulta de igual manera una violación flagrante a la Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Durango. No es la primera vez que la delegada del INAH hace de las suyas en esta entidad, sin que esto tenga repercusiones penales.

Qué más tenemos que hacer los duranguenses para hacer sentir nuestra voz y la de los ciudadanos de San José de la Boca en Tepehuanes, que claman airadamente una solución al problema, mientras la autoridad los ignora. No obstante que se ha constituido el “Comité por la Preservación del Templo de San José de la Boca”, y a ellos se han adherido en sus demandas, la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Durango, historiadores y comunidad cultural, sin embargo, se empecinan en continuar la obra, si no es que a estas alturas ya se haya concluido.

Es decir, los demandantes no han encontrado eco en su petición de clausurar la obra, es por ello que por enésima ocasión hacemos un llamado público para que cesen de una vez por todas las obras que se realizan y lastiman la identidad durangueña.

Una de las voces autorizadas en Durango en materia histórica es el doctor Miguel Vallebueno Garcinava, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UJED, quien opinó que las referidas obras, eventualmente dañaban el valor histórico del inmueble datado del siglo XVII.

No omito referir que la situación problemática fue planteada al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador en su reciente visita a esta entidad, a manera último recurso, ante la indiferencia de las autoridades federales, estatales y locales, ante las constantes depredaciones del patrimonio cultural de los duranguenses, como ya se ha citado anteriormente en este espacio editorial.

De nueva cuenta la delegada del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) arquitecta Sirley Rojas Rodríguez, vuelve a la escena pública con redoblada dosis de indolencia y mezquindad, al dañar el patrimonio cultural de los durangueños.

La comunidad duranguense ha resistido con estoicismo los embates direccionados desde la Delegación Federal del INAH, quien ha actuado con suma apatía en casos concretos en el estado de Durango; sirva citar, la destrucción no hace mucho tiempo del sitio turístico donde Pancho Villa se recreara por largo tiempo en el mineral de Mapimí, prueba de ello es una vieja y conocida fotografía que da testimonio de esto, en el pueblo de Mapimí, Durango, y no obstante ser declarado “Pueblo Mágico”, el INAH jamás intervino para impedir la destrucción del histórico sitio.

De igual manera ocurrió en el sonado caso de la supuesta e infausta trasformación “sin ton ni son” de la Iglesia de Cuatillos, en Cuencamé, aquella que sirviera de escenario para el grito de independencia de don Benito Juárez García a su paso por el estado de Durango; al parecer, al momento de la intervención del INAH en el sitio, lo que menos les importó fue la restauración, sino allegarse según el dicho de los pobladores del lugar, de algunos bienes preciosos que a la vista de los funcionarios de la Delegación Federal les resultaron más redituables.

Estos dos casos concretos, fueron ventilados públicamente en su tiempo y en su momento y no obstante el señalamiento de historiadores, cronistas y comunidad cultural, poco o nada le importó a la delegada Sirley Rojas, tanto así, que a la distancia de esos acontecimientos que quedaron plasmados en la memoria popular, hoy de nueva cuenta la funcionaria del INAH hace de las suyas en el municipio de Tepehuanes.

El caso que el día de hoy nos ocupa tiene como escenario la población San José de la Boca, Tepehuanes, en específico en la iglesia de San José, considerado un monumento histórico, con ficha de catalogación N° 100350860001, donde la funcionaria citada autorizó un “permiso” para la construcción de unos baños públicos, a un costado del histórico templo de San José, dañando con ello la estructura y fisionomía de su entorno, lo anterior en connivencia con el párroco del lugar y la autoridad del municipio, a sabiendas que dicho inmueble se encuentra catalogado a nivel nacional, toda vez que data del siglo XVII.

Con ello, Sirley Rojas Rodríguez violenta una vez más los preceptos establecidos en la Ley Federal sobre Monumentos Históricos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que ampara nuestro patrimonio como duranguenses.

Sumado a ello, la autoridad local y estatal persiste en ignorar lo que a la luz pública resulta de igual manera una violación flagrante a la Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Durango. No es la primera vez que la delegada del INAH hace de las suyas en esta entidad, sin que esto tenga repercusiones penales.

Qué más tenemos que hacer los duranguenses para hacer sentir nuestra voz y la de los ciudadanos de San José de la Boca en Tepehuanes, que claman airadamente una solución al problema, mientras la autoridad los ignora. No obstante que se ha constituido el “Comité por la Preservación del Templo de San José de la Boca”, y a ellos se han adherido en sus demandas, la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Durango, historiadores y comunidad cultural, sin embargo, se empecinan en continuar la obra, si no es que a estas alturas ya se haya concluido.

Es decir, los demandantes no han encontrado eco en su petición de clausurar la obra, es por ello que por enésima ocasión hacemos un llamado público para que cesen de una vez por todas las obras que se realizan y lastiman la identidad durangueña.

Una de las voces autorizadas en Durango en materia histórica es el doctor Miguel Vallebueno Garcinava, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UJED, quien opinó que las referidas obras, eventualmente dañaban el valor histórico del inmueble datado del siglo XVII.

No omito referir que la situación problemática fue planteada al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador en su reciente visita a esta entidad, a manera último recurso, ante la indiferencia de las autoridades federales, estatales y locales, ante las constantes depredaciones del patrimonio cultural de los duranguenses, como ya se ha citado anteriormente en este espacio editorial.